Existen muchos rincones del mundo por explorar y los que forman parte de mares y océanos son mayoría. Un espacio misterioso del que todavía falta mucho por conocer, del que suponemos que esconde secretos que todavía tenemos que descubrir. Lo que se va conociendo no deja de maravillarnos, en ocasiones sirve para solucionar nuestras dudas, pero otras veces solo genera más incógnitas.
Uno de esos puntos que genera muchas dudas y ganas de resolverlas es la línea de Wallace, llamada así por Alfred Russell Wallace, uno de los coautores de la teoría de la evolución. Una línea imaginaria que separa Asia y Oceanía, pero también una barrera invisible que separa dos zonas que no parecen tener demasiado contacto entre ellas, lo que ha dado lugar a dos zonas cercanas con fauna y flora completamente distintas.
La línea de Wallace marca una frontera biogeográfica entre dos ecosistemas y que divide el archipiélago malayo, separando los continentes de Asia y Oceanía. Si bien en superficie se trata de una línea imaginaria, en el fondo sí que se encuentra la ‘fosa de Wallace’, una sima submarina, un estrecho profundo e infranqueable para fauna y flora. Mientras que en las zonas emergentes de cada lado de la línea, la flora y la fauna se han mezclado, no ha sucedido lo mismo entre ellas. Cada lado de la línea presenta especies muy diferentes a pesar de vivir en condiciones parecidas.
La diferencia en cuanto a los animales que hay a un lado y a otro es bastante grande, mientras que en el norte la fauna es más similar a la de Asia occidental, con elefantes, tigres y rinocerontes, en el sur de la línea hay canguros y roedores, una fauna más aparecida a la de Australia y Papúa Nueva Guinea. Si bien parece lógico pensar que los mamíferos y otros animales no van a cruzar el océano, sorprende que tampoco lo hacen los animales voladores, no hay muchas aves que lo hayan hecho, aunque algunas especies de murciélagos sí que han cruzado esta línea, no es lo habitual.
En el caso de los peces, las especies de ambos lados parecen haber desarrollado adaptaciones específicas a sus entornos, lo que haría inviable su vida al otro lado (salvo nuevas adaptaciones). Los peces no cruzan al otro lado, pero hay una explicación, las corrientes marinas son fuertes en esta línea y aventurarse a cruzarla sería hacerlo también a ser arrastrado por ella.
La fuerza del agua hace muy difícil que la fauna marina pueda pasar de un lado a otro, evitando de esta forma que las especies de ambos lados puedan mezclarse y combinarse, lo que ha dado lugar a dos ecosistemas muy diferentes en ambos lados de esta barrera.
Sorprende un poco más saber que tampoco comparten demasiados puntos en común en lo que respecta a la flora, algo que el viento podría conseguir arrastrando el polen y las semillas en una zona que es relativamente cercana y el clima no es muy diferente, solo alguna especie de eucalipto ha cruzado la invisible frontera.