Eileen Kramer nació el 8 de noviembre de 1914 en Sídney, Australia. En aquellos momentos, el mundo se había sumido ya en la Primera Guerra Mundial, tras el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austro-húngara. Para ella, como niña australiana, comenzaba una fructífera vida que siempre estaría relacionada con su pasión: la danza. A sus 25 años, ingresó en el Bodenwieser Ballet, la primera compañía de danza moderna de su país. Y, a partir de ahí, inició una meteórica carrera por la que estaría en activo hasta el año 2022.
Gracias al baile, Eileen viajó por India, Pakistán, África y Europa, donde trabajó siempre como bailarina, aprendió a elaborar máscaras y se sumergió en todo el nuevo arte de mediados de siglo. Al establecerse en los Estados Unidos a principios de los años 80, se convirtió en miembro de Trillium Performing Arts en Lewisberg, donde coreografió y actuó en muchas producciones hasta su regreso a Australia a la edad de 99 años. Ahora, a sus 109 años (este próximo mes de noviembre cumplirá los 110) se ha hecho viral en las redes sociales, en un espectro digital que era impensable en la era de su nacimiento.
En la escena, se ve a Eileen, sentada en una butaca de su casa, acompañada de una niña de 6 años, la pequeña Violet. Ésta lleva un tutú morado, indicador de su pasión compartida con la danza. Y es entonces cuando la centenaria bailarina comienza a enseñarle a su discípula algunos de los movimientos propios del ballet que se hacen con las manos, mostrado una exquisita delicadeza que ha sido muy bien valorada en la nube. La publicación ha recibido más de sesenta mil likes y numerosos comentarios en los que se señala lo "inspirador" que es este traspaso de conocimientos de una generación a otra generación.
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