Con las altas temperaturas, terrazas y bares se llenan de comensales deseosos de consumir algo fresco para paliar las altas temperaturas. Los helados y los refrescos suelen ser los reyes de la mesa. Cuando el calor aprieta recurrimos a estos dos recursos para rebajar nuestra temperatura corporal, pues producen una sensación de frescos sin igual que además en el caso de los helados, consigue satisfacer el apetito gracias a su gran variedad de sabores.
Los datos del Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) aseguran que el año pasado, cada español consumió una media de 3,23 litros de helado, tanto dentro del hogar como en establecimientos fuera del hogar. En el caso de los refrescos, según los datos del Informe de Impacto Social y Económico del Sector de Bebidas Refrescantes en España realizado por la consultora financiera AFI, confirma que en 2022 el consumo per cápita en España se sitúa en torno a los 47 litros anuales.
Muchas son las personas que al pedir o consumir un helado o refresco en casa, lo hacen con un vaso de agua al lado para paliar la sed cuando se termina. ¿Por qué los helados y refrescos dan sed si se supone que son refrescantes? Pues la respuesta es mucho más fácil de lo que parece.
Los refrescos y helado la sensación de calmar la sed y el calor por las condiciones en que se toman, frías, con hielo, con amargura o acidez... y, sin embargo, tienden a deshidratar por la cantidad de carga calórica que aportan al cuerpo.
Algunos helados y refrescos provocan la sensación de sed una vez consumidos y eso suele indicar que tienen un alto contenido en azúcar. Cuando la glucosa que contienen las bebidas azucaradas o el helado alcanza la sangre, parte del agua que contienen tus células sale hacia el torrente sanguíneo para intentar restablecer el equilibrio. En cuestión de minutos, las células notan que se están deshidratando y comienzan a mandar señales de alerta al cerebro para reponer líquidos.
“Básicamente, somos disoluciones acuosas que funcionan correctamente en un entorno concreto de concentraciones: nuestro cuerpo es un organismo que necesita tener un intervalo de concentración de iones [presentes en la sal] o azúcar muy concreto para funcionar bien. Por eso, cuando tomamos mucha de una u otra, es lógico que tengamos sed. De hecho, es un síntoma de personas con diabetes, es decir, de exceso de azúcar en sangre”, declara a Maldita Ricardo Díaz Martín, catedrático de Ingeniería Química en la Universidad a Distancia de Madrid y decano del Colegio de Químicos de Madrid.
Según la organización 'Sin Azúcar', un helado en forma de cono que contenga tan solo una bola contiene unos 30 gramos de azúcar, o lo que es lo mismo, siete terrones y medio de azúcar. Por lo que, casi todos superaríamos las cantidades recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son 25 gramos por dietas de unas 2.000 calorías. Cuando metemos a nuestro organismo tanto azúcar, este se cuela y circula por nuestro torrente sanguíneo, llevándola a todas las partes de nuestro cuerpo. El azúcar domina el agua que hay en nuestras células, por lo que nos quedamos sin reservas. Es en este momento cuando nos entra una sed incontrolable. Lo mismo pasa con los refrescos.
En declaraciones al medio Rac 1 el campeón de España de heladería este 2022, Albert Roca, ha declarado que “es muy mala señal si tomas un helado y en seguida tienes sed”. Según Roca, tener la necesidad de beber agua tras tomar un deseado helado quiere decir que existen muchos químicos y lácteos en el producto desvirtuando así las recetas clásicas y saludables.
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