Tras el final de la II Guerra Mundial, el mundo se sumió en un caos silencioso en el que el reloj del Apocalipsis nuclear cada vez se acercaba más a la medianoche. Los bloques de Occidente y Oriente se enfrentaron política, ideológica, económica y socialmente durante décadas, pero sin llegar a apretar el temido botón del fin del mundo. Y, en ese contexto de choque absoluto, tuvo lugar la carrera espacial. ¿Quién llegaría primero al espacio? ¿La Unión Soviética? ¿Los Estados Unidos de América? Aunque técnicamente fueron los rusos los primeros en enviar una sonda a la Luna, Estados Unidos tiene el honor de ser el primer país en llevar a un hombre a la superficie lunar. Neil Armstrong. 20 de julio de 1969. “Este es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”.
Un acontecimiento sin precedentes, un hecho histórico visto en todo el mundo, y que ha sido reproducido cientos de veces tanto en cine como en televisión. Un hito en la cultura popular. Pero fue tan grande ese momento, que los negacionistas empezaron a surgir de debajo de las piedras. Y, a comienzos de los 70, la teoría de que Estados Unidos había fingido el aterrizaje en la Luna solo para adelantar a la URSS en la carrera espacial comenzó a coger fuerza. Desde que las imágenes eran falsas porque se veía la Tierra redonda en lugar plana, hasta que el propio Stanley Kubrick rodó todo el tinglado en un decorado de Hollywood. ¿Qué ocurrió con estas teorías tan surrealistas? ¿Y por qué sigue habiendo gente que cree en ellas pese a todas las evidencias científicas?
Varias de las pruebas en las que se sustentaban dichas teorías eran bastante circunstanciales, e incluso algunas hasta absurdas. Uno de sus argumentos era, por ejemplo, que la bandera estuviera ondeando en el espacio, donde no hay aire. O por ejemplo, que el Apolo 11 debería haber dejado un cráter bajo él al alunizar. Expertos insisten en que no estuvo el suficiente tiempo sobre la superficie con los motores encendidos como para crearlo. Pero esa prueba parece no ser suficiente.
También se agarran a que no se pueden ver desde la Tierra ninguno de los elementos que se dejaron sobre la superficie lunar. Ni siquiera los restos de los módulos lunares que quedaron allí, pero claro, no hay ni un telescopio terrestre que tenga una resolución tan detallada como para conseguirlo. Aunque en 2012, la sonda espacial Lunar Reconnaissance Orbiter tomó fotografías en alta definición de la bandera norteamericana aún colocada sobre la Luna.
Todo comenzó con el libro 'We never went to the moon: America's Thirty Billion Dollar Swindle' (1976), escrito por Bill Kaysing. Todas las teorías modernas sobre el falso aterrizaje parten de ahí. Y una de las más surrealistas y, por qué no decirlo, divertidas, es la que afirma que el director Stanley Kubrick fue el cineasta contratado por Hollywood para rodar el engaño del siglo. Según los teóricos de la conspiración, la NASA se acercó al famoso realizador tras estrenar ‘2001, odisea en el espacio’. Desde entonces Kubrick habría dedicado 16 meses de su vida a falsear por completo el aterrizaje en la Luna. Aunque en esa época, el cineasta estuvo en su residencia londinense trabajando en ‘La naranja mecánica’.
Fue tal el nivel de locura, que muchos afirman que la misión del Apolo 13 fue idea del propio Kubrick, entregándoles un guion en el que se especificaban todos los percances de dicha misión. Y si algo fomentó todo esto, fue un falso documental estrenado en 2002 (con el beneplácito de su viuda), ‘Operación Luna’, en el que se daba por cierto todo lo que apuntaban los negacionistas. Eso sí, mucha gente se lo tomó en serio, cuando en realidad el proyecto quería mostrar la ridiculez que había detrás de sus teorías. Incluso contaron con personas tan ilustres como Henry Kissinger, Vernon Walters, Alexander Haig o incluso Buzz Aldrin.
Pero si algo hemos aprendido con las vacunas del COVID es que, si alguien quiere creer en algo, va a seguir haciéndolo por mucho que tenga evidencias científicas de lo contrario. ¿Por qué si no seguirían existiendo los terraplanistas o la homeopatía? Y hoy en día, debido a las redes sociales y el auge de la Inteligencia Artificial, vivimos en una época de fake news tan brutal que es imposible no caer alguna vez en alguna teoría absurda a la que acabamos viéndole algo de realidad.
Porque en TikTok y Youtube hay un mundo enorme de teorías de la conspiración. Para algunos la Tierra sigue siendo plana, para otros, la Luna es hueca. Incluso el reciente atentado contra Donald Trump se ha visto examinado con lupa, con muchos asegurando que es un montaje. O cuando varios influencers comenzaron a afirmar que el agua no hidrataba, sino que deshidrata al beberla. Vivimos en un momento en el que es muy difícil dirimir lo que es verdad de lo que es falso. Y, pese a todas las evidencias, la teoría sobre un falso aterrizaje en la Luna sigue más vigente si cabe, pese a que hayan pasado 55 años… ¿Pasará lo mismo cuando lleguemos a Marte? ¿Seguirá parte de la Humanidad creyendo en conspiraciones de unos pocos poderosos que controlar el mundo a su antojo? ¿Nos controlará Bill Gates con los chips que nos inyectaron con las vacunas para luchar contra el COVID-19? Como diría Marge Simspon cuando Homer se vuelve loco y trata de matar a su familia, “habrá que esperar a ver”.
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