¿Por qué las fachadas de las tabernas de Madrid son rojas?
Las antiguas tabernas de la capital llevaban este color para que cualquier persona las pudiera reconocer
A día de hoy aún quedan algunas viejas tabernas que conservan esta tradición en Madrid
Madrid, una ciudad de tabernas
Madrid siempre se ha caracterizado por ser un lugar de encuentros, lo que ha propiciado una gran vida social. A lo largo de la historia esta idiosincrasia se ha traducido en la apertura de numerosos locales donde compartir un buen vino o unas buenas viandas y nada mejor que las tabernas, escenarios de miles de historias concernientes tanto a los madrileños como a todas las personas que han estado de paso por la capital de España.
Y si hay un rasgo distintivo de las antiguas tabernas, ese es el rojo de su fachada. No en vano, aún quedan algunas con gran solera que siguen manteniendo este color como una de esas tradiciones que no deberían quedar en el olvido.
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Fachadas rojas en las tabernas de Madrid
El origen de esta decoración es tan simple como efectivo, aunque hay que viajar hasta el siglo XVII para entender mejor el motivo de usar el color rojo en la fachada. Por aquel entonces, Madrid ya era capital del reino y el cruce de caminos que vertebraba la Península Ibérica. Por eso no es de extrañar que proliferaran los establecimientos que daban de comer y beber tanto a los propios vecinos, como a todo aquel que iba de paso. Tanto es así que se contabilizaban unas 300 tabernas en la ciudad –hay que tener en cuenta que por entonces la población rondaba los 160.000 habitantes, según el censo del ministro Floridablanca–.
El objetivo, por lo tanto, era conseguir el mayor número de “parroquianos” a quienes servir, pero en esos momentos el nivel de analfabetismo era muy elevado. Esto hacía que muchos no supieran leer, de manera que se optó por pintar las fachadas del color característico del vino: el rojo. De esa manera dejaba de haber dudas y cualquiera que quisiera beber o comer, solo debía acercarse a los locales pintados con este llamativo color.
Tradición tabernera
No obstante, a pesar de que no fue hasta el siglo XVII cuando se “estandarizó” el color rojo en las fachadas de las tabernas madrileñas, ya antes la capital se había ganado la fama de contar con numerosos establecimientos de este tipo. No en vano, un siglo antes la vida social en la ciudad era uno de sus mayores atractivos. Por aquel entonces había una redondilla muy popular que dejaba muy claro el espíritu imperante en la capital de un reino que parecía no tener fin tras la conquista de América. Decía lo siguiente:
“Es Madrid ciudad bravía,
que entre antiguas y modernas,
tiene 300 tabernas
y una sola librería”
Zona de viñedos
A pesar de que los versos hablan de una predilección por las tabernas antes que por los asuntos del saber, hay que apuntar que buena parte de los autores del Siglo de Oro frecuentaban tabernas y eran conocidos por ello. El mismo Luis de Góngora se refirió despectivamente a otros dos genios de la literatura como Quevedo y Lope de Vega, conocidos por su afición al vino y la vida social. Al primero lo llamó Francisco Quebebo y al segundo Lope de Beba, haciendo alusión a su amor por esta bebida.
Claro que no es de extrañar que proliferara el vino en las tabernas madrileñas. Hay que tener en cuenta que alrededor de la capital había numerosas tierras productoras de esta bebida alcohólica, lo que hacía sencillo el abastecimiento. Es más, llegó a prohibirse el vino que no proviniera de las zonas aledañas a la capital.
Tabernas antiguas
Todo ha cambiado desde entonces, excepto el carácter abierto y social de Madrid, que sigue siendo un punto de encuentro para millones de personas que, en un momento u otro de sus vidas, habitan o pasan por la capital. En sus calles no solo pueden encontrarse nuevos locales, sino que aún tienen la opción de dejarse guiar por el color rojo de la fachada de algunas tabernas que aún mantienen su actividad y su tradición. Este es el caso de Casa Alberto, Bodega de la Ardosa, Casa Paco, Casa Ciriaco, El Anciano Rey de los Vinos o Cervecería Los Caracoles. Todas ellas esperan con sus puertas abiertas y sus paredes color vino.