Tras la lectura del testamento de Matthew Perry, cuyo contenido fue revelado a la prensa internacional, los herederos han puesto en marcha la venta de sus bienes inmuebles. Los encargados post mortem de decidir sobre el patrimonio del actor - valorado en un total de 120 millones de euros - son, en concreto, su padre, John Perry, su madre, Suzanne Morrison, su amiga Caitlin Morrison y una antigua exnovia, llamada Rachel Dunn.
Y una de sus primeras determinaciones ha sido poner en venta la vivienda que Perry tenía en otra ubicación de Los Ángeles, distinta a la residencia habitual en la que perdió la vida. Se trata de una casa de planta única que compró en Hollywood Hills, un barrio conocido por albergar a famosos de la talla de Jennifer Lawrence, Penélope Cruz, Nicole Kidman, Katy Perry o Adele y en la que al actor no le dio tiempo a vivir.
Según informa la documentación de la vivienda, ésta fue adquirida por el intérprete en junio de 2023 y su precio de compra se fijó en 5 millones de dólares. Tiene una superficie habitable de 230 metros cuadrados y consta de tres dormitorios, cuatro baños, suelos de madera y puertas correderas, cocina con isla de chef, un comedor formal reconvertido en zona de ocio con una mesa billar, sala de estar y una sala de proyección de cine privada. En el exterior, hay un amplio jardín con piscina y una garaje con capacidad para dos coches.
Por la revalorización de la vivienda y el hecho de que ésta fuera una de las residencias de un personaje tan querido como uno de los integrantes de 'Friends', el nuevo precio de venta se ha situado en los 5,2 millones de dólares (alrededor de 4,8 millones de euros). La casa se vende amueblada y prácticamente a estrenar, pues Perry vivía en otra residencia de Los Ángeles que contaba con una impresionante piscina con jacuzzi con vistas a la gran ciudad.
Poco antes de la festividad de Halloween, el actor fue encontrado sin vida en dicho jacuzzi, causando una gran conmoción dentro y fuera de la industria del cine internacional. La autopsia reveló que murió por los efectos de la ketamina, dado el expediente de adicciones que el autor venía arrastrando desde la adolescencia. Así lo confesó en su libro de memorias Amigos, amantes y esa terrible cosa y en la última entrevista mediática que grabó un año antes de morir, donde confesó que utilizaba los días de 'puertas abiertas' de las casas en venta para "entrar en los baños de la gente" y robar toda clase de pastillas que pudiera encontrar.
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