La espuma que se observa al freír con aceite de oliva puede llegar a intrigar a muchos aspirantes a cocinero de estrella michelín, especialmente cuando se busca mantener una cocina limpia y eficiente, y además no quemarnos en el proceso de cocinar los alimentos. Esta espuma es el resultado de varios factores interrelacionados que incluyen la presencia de agua en la práctica totalidad de alimentos que tomamos, la temperatura del aceite, su uso reiterado, y la composición química del propio aceite.
Que el aceite de oliva es rico en ácidos grasos es algo que todos sabíamos. Sin embargo, algunos de estos son libres y reaccionan cuando se exponen a altas temperaturas. De esta forma, dichos ácidos grasos libres pueden oxidarse y descomponerse, lo que contribuye a la formación de espuma. Este proceso se acelera si el aceite se calienta más allá de su punto de humo, el cual varía en función del tipo específico de aceite de oliva, ya sea virgen extra, virgen, o refinado.
La temperatura a la que se calienta el aceite de oliva es, de esta manera, determinante en la formación de espuma. Un calor excesivo no solo favorece la aparición de espuma sino que también degrada la calidad del aceite, afectando su sabor y propiedades nutricionales. Es importante saber mantener el aceite dentro de un rango de temperatura adecuado, sin superar su punto de humo. Este punto es esencial para minimizar la formación de espuma y preservar la calidad del aceite.
Esto último es porque el aceite de oliva puede reutilizarse varias veces si se utiliza correctamente. Sin embargo, con cada uso sucesivo se degrada el aceite, aumentando con ello la probabilidad de formación de espuma. Las impurezas acumuladas y los cambios químicos en el aceite pueden hacer que se comporte de manera diferente al calor. Filtrar el aceite después de cada uso y evitar su sobreutilización son algunas de las posibles soluciones recomendadas para tratar de mantener la calidad del aceite y reducir la espuma.
Los alimentos, especialmente los que son frescos, contienen agua. Al freír, esta agua se evapora rápidamente, interactuando con el aceite caliente para crear burbujas de vapor. Estas burbujas se agrupan en la superficie del aceite, formando la dichosa espuma de la que os estamos hablando. Tratar de reducir la humedad de los alimentos antes de freírlos, mediante la aplicación de técnicas como el secado con toallas de papel, puede contribuir a disminuir significativamente la cantidad de espuma producida durante la fritura.
Además de las medidas preventivas ya mencionadas en párrafos anteriores, existe un truco casero que puede ayudar a controlar la espuma: el uso de un corcho de botella de vino. Introducir un corcho limpio en el aceite caliente antes de añadir los alimentos que vayamos a cocinar puede absorber parte de las burbujas que contribuyen a la formación de espuma, ayudando a mantener el aceite más limpio y libre de impurezas, y con ello disfrutar de una experiencia en la cocina menos peligrosa y también más aseada.
En resumen, entender las causas de la formación de la espuma cuando cocinamos con aceite de oliva es crucial para cualquier aficionado a la cocina que busque optimizar sus técnicas de fritura. A través de una gestión adecuada de la humedad de los alimentos, el control de la temperatura del aceite, la limitación de su uso reiterado, y la aplicación de trucos como el uso de un corcho, es posible minimizar la espuma y mejorar la calidad de los alimentos fritos.