Cualquiera que haya dado un simple paseo por la intrincada red de señales y símbolos que conforman el tejido de nuestras ciudades y pueblos se habrá encontrado con un semáforo junto a un paso de peatones cualquiera. En estos ingenios diseñados para redistribuir el tráfico humano y de vehículos en las distintas vías vemos por una parte luces completas verdes, amarillas y rojas, para los vehículos. Mientras los peatones tienen sus propias luces para indicarles si pueden o no cruzar, regulando así los tiempos para usar las carreteras urbanas.
Pues bien, históricamente en estas últimas luces se ha visto a monigotes con aspecto masculino, aunque en los últimos tiempos se está abriendo el abanico de figuritas representadas, incluyendo parejas de distintos géneros, personas con diversidad funcional, niños y mucho más. Por supuesto, cabe preguntarse por qué las figuras humanas que nos instan a detenernos o avanzar son representaciones estilizadas de hombres. Profundizamos en este dilema.
La configuración de los semáforos, incluidas sus figuras peatonales, no es un fenómeno aleatorio sino el resultado de una serie de decisiones de diseño que se remontan a mediados del siglo XX. La elección inicial de utilizar figuras masculinas en los semáforos puede entenderse a través del prisma de las normas sociales y de género de la época en que se diseñaron. Durante este periodo, el espacio público estaba predominantemente dominado por hombres, quienes eran los principales participantes en la esfera laboral y, por ende, en la movilidad urbana.
De esta forma, la predominancia de figuras masculinas en los semáforos peatonales no es solo una cuestión de herencia histórica; también es una manifestación de cómo las normas de género se inscriben y perpetúan en el espacio público. Estas figuras, aunque simplificadas, transmiten mensajes sobre quién se espera que participe y se mueva por estos espacios. La representación exclusiva o predominante del hombre como peatón simbólico excluye y margina la presencia femenina en el espacio urbano, perpetuando así una visión androcéntrica del mundo.
Reconociendo la importancia de la representación simbólica en los espacios urbanos, son ya muchas las ciudades alrededor del mundo que han comenzado a implementar semáforos peatonales que incluyen figuras femeninas, parejas del mismo género, o diseños neutrales en términos de género. Estas iniciativas buscan no solo reflejar una sociedad más igualitaria sino también cuestionar y expandir las normas de género tradicionales que definen nuestro entorno urbano.
Por ejemplo, en Viena, Austria, los semáforos con figuras de parejas del mismo género y de género mixto fueron introducidos como parte de una campaña para promover la diversidad y la tolerancia. Del mismo modo, en Melbourne, Australia, las figuras femeninas en los semáforos buscan abordar el desequilibrio de género en la señalización peatonal, desafiando las normativas de género preexistentes y promoviendo una representación más equitativa.
En el caso de España este tipo de iniciativas se vio con estupor en un principio, con conductores y viandantes haciéndose selfies con los primeros semáforos con figuras femeninas, allá por el año 2016. En 2017 en Madrid se comenzaron a instalar semáforos con parejas del mismo sexo, lo que provocó críticas de cierto sector de la sociedad. Sin embargo este tipo de luces de tráfico se han mantenido y normalizado, como cabría esperar. Como curiosidad, recientemente se han instalado en la ciudad de Barcelona semáforos con las figuras de Mortadelo y Filemón, los héroes de cómic creados por Francisco Ibáñez, y que se han colocado como homenaje al autor fallecido durante el mes de julio de 2023.
En definitiva, que la predominancia de figuras masculinas en los semáforos peatonales es un reflejo de las normas de género arraigadas que han moldeado la configuración de nuestros espacios urbanos. Sin embargo, las iniciativas más recientes para incluir una representación más diversa y equitativa en estos símbolos urbanos comunes señalan un reconocimiento creciente de la importancia de la igualdad de género en todos los aspectos de la sociedad. Aunque queda mucho camino por recorrer, estos cambios en los semáforos pueden servir como pasos importantes hacia la reconfiguración de nuestras ciudades como espacios inclusivos y representativos para todos y todas.