Estos son los objetos que más roban los clientes en los hoteles de lujo

Cuando llegan las vacaciones o los puentes -como el de diciembre- algunos aprovechan para descansar en hoteles. Pero muchos aprovechan para “llevarse” un recuerdo del lugar. Toallas, albornoces, perchas, bolígrafos o productos cosméticos son algunos de los objetos que suelen guardarse los clientes de los hoteles de cinco estrellas. Así lo muestra la lista top 20, elaborada por la guía alemana ‘Wellness Heaven’, en la que aparecen incluso minibars.

Para la encuesta han participado los gerentes de un total de 1.376 hoteles en Europa. En el estudio se han recopilado cuáles son los elementos que más desaparecen en este tipo de ocio.

¿Cuáles son los objetos que más desaparecen?

El primero son las toallas. El 79,2% de los hoteles afirman que sus clientes las han robado alguna vez. En cuanto a los albornoces, la cifra baja al 66,4%. Las pilas de los mandos a distancia y los relojes son dos objetos que suelen robar. El 11,4% se lo llevan las máquinas de café y un 8,9% para los televisores.

Bombillas, secadores de pelos, mandos a distancia, colchones, teléfonos, minineveras, platos, almohadas, mantas, tablets, obras de arte, productos cosméticos, bolígrafos y perchas también se encuentran dentro de los peculiares hurtos de los hoteles.

¿Y los más sorprendentes?

La encuesta también recoge los casos reales más sorprendentes. Como, por ejemplo, el que sucedió en un hotel de Berlín que informó de que unos huéspedes se llevaron el cabezal de una ducha efecto lluvia, una ducha de hidromasaje, un asiento de inodoro o un lavabo entero.

En Alemania, un cliente desmontó un sistema de sonido estéreo de la habitación para ponerlo en su coche. Y en Inglaterra, donde un huésped quitó el número de la puerta de su habitación.

Un factor que cambia en función del país de origen

Los objetos que más desaparecen de las habitaciones varían en función del país de origen del viajero. Los alemanes y británicos prefieren las toallas y los albornoces, los cosméticos y artículos de tocador. Los austríacos, la vajilla y las máquinas de café. Los estadounidenses, las almohadas y las pilas. Los italianos, por las copas de vino. Los suizos, por los secadores de pelo. Los franceses, los televisores y los mandos a distancia y los holandeses las bombillas y el papel higiénico.

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