Sin pretenderlo, Brielle Asero ha abierto un debate político en los Estados Unidos sobre la "debilidad emocional" de los jóvenes pertenecientes a la generación Z. Un vídeo de su cuenta de TikTok en el que hablaba de lo "dura que se le hacía su jornada laboral" se hizo tan viral que llegó hasta los informativos de Manhattan; si bien, ella, lo único que quería era "iniciar una conversación en las redes" sobre la introducción de la gente joven en el mercado de trabajo.
Concretamente, su queja pública fue la siguiente: al no tener dinero suficiente como para vivir en la Gran Manzana, esta tiktoker, como muchos otros norteamericanos, se instaló con un amigo en la vecina ciudad de Nueva Jersey y, todos los días, coge el transporte público para ir a la oficina, situada en el corazón de Nueva York. Con lágrimas en los ojos, Brielle decía que, trabajando de 9:00 horas de la mañana a 17:00 horas de la tarde no tenía "tiempo para vivir":
"Probablemente, estoy siendo dramática y molesta, pero éste es mi primer trabajo, tengo que estar presencialmente, estoy viajando a la ciudad y me lleva una eternidad llegar allí. Quiero ducharme, cenar e ir a dormir. No tengo tiempo ni energía para cocinar, como cualquier cosa. No tengo energía para hacer ejercicio", decía en su publicación, en la que también se preguntaba cómo iba a sacar tiempo para quedar con los amigos o para "tener una cita con un chico".
Como era de esperar, el vídeo provocó un aluvión de comentarios de personas de todo el mundo que trabajan de sol a sol para conseguir un sueldo digno. Cierto es que las nuevas generaciones ya no están dispuestas a someterse a la explotación laboral propia de los sectores más voraces del capitalismo; negándose, por ejemplo, a contestar a mensajes o llamadas de sus jefes fuera del horario laboral, pero las declaraciones de esta joven han dejado en mal lugar a la que algunos ya denominan "la generación de cristal".