Llevando literalmente la práctica de yoga a lo más alto, en Nueva York se ha convertido en toda una tendencia y todo un reclamo una propuesta que no deja de sumar adeptos: dar una clase a más de 300 metros de altura desde un rascacielos de Manhattan.
Con unas impresionantes vistas de ‘la ciudad que nunca duerme’, se imparten en el moderno y neofuturista edificio ’30 Hudson Yards’, y concretamente en su espectacular terraza conocida como ‘The Edge’, que constituye el observatorio abierto más alto en el hemisferio occidental.
Con una espectacular vista panorámica que muestra en todo su esplendor la frenética actividad de la Gran Manzana, desde este privilegiado emplazamiento los asistentes disfrutan del saludo al sol y los movimientos clásicos del yoga en un entorno único.
Fue en plena pandemia cuando esta modalidad comenzó a coger fuerza y ahora, cuando ya se ha declarado el fin de la emergencia de salud pública global provocada por la covid-19, esta actividad no ha dejado de popularizarse. Y todo ello pese a su precio.
Concretamente, casi tres años después de su inicio, todos los miércoles por la mañana durante la primavera y el verano, multitud de personas se concentran en el lugar por un coste de 60 dólares la clase (unos 55,91 euros) todo para disfrutar del yoga a 335 metros de altura. Lo difícil, de hecho, es conseguir la entrada, porque el furor es tal que se agotan en un visto y no visto.