Ruth tenía 3 años cuando su madre falleció y su hermano, que prefiere no compartir su nombre para preservar su anonimato, acababa de cumplir 5 años. Su padre, en aquel momento, sufría una drogadicción y pese a intentar tutelar a sus hijos, no fue capaz, iniciándose un proceso legal para que los abuelos de los jóvenes obtuviesen su custodia.
Tras prácticamente toda la vida creciendo junto a sus abuelos, Ruth (de ahora 29 años) y su hermano (de 31 años), comparten su testimonio.
“Yo no tengo ningún recuerdo de mis padres”, comparte Ruth con Yasss, “solo lo que me han contado mis abuelos. Ellos son mis verdaderos referentes. Me pongo muy sensible con este tema, los quiero muchísimo y me siento afortunada de haber crecido con ellos”.
“De lo que sí tengo recuerdos es de los problemas que tuvo mi padre, aunque mis abuelos intentaron protegernos muchísimo y también protegerlo a él. Fue muy duro para ellos y creo que siempre han tenido mucho miedo de que las adicciones de nuestro padre y la muerte de nuestra madre nos afectase a mi hermano o a mí, así que nos han protegido un montón en ese sentido”, recuerda. “Nos llevaron al psicólogo en un momento en el que era súper raro, y más en un pueblo de Galicia. Esto no es Madrid. Aquí ir a terapia era rarísimo y mis abuelos se esforzaron para que estuviésemos bien”.
Gracias a la terapia que recibieron cuando eran pequeños, Ruth y su hermano entendieron su situación y, poco a poco, se adaptaron a vivir con sus abuelos. “Mis abuelos nos criaron con sus cosas buenas y malas. La mayoría son buenas”, afirma con ilusión, “porque al final ha sido un amor incondicional. Yo no he tenido ninguna carencia y mi hermano tampoco, que yo sepa. Me he sentido súper querida siempre. Pero bueno, hay cosas un poco más malas, porque al final te sientes diferente cuando ves a otros niños con sus padres, y también está la cosa de que los abuelos no dejan de ser personas un poco más mayores, aunque mis abuelos eran jóvenes dentro de lo que cabe. Pero vamos, que todo eso lo compensaban con el amor que nos han dado”, explica.
“También quiero decir que mis abuelos han podido ser un poco mayores en lo físico, pero súper jóvenes en otros aspectos. Siempre han sido muy abiertos de mente. Cuando empecé la terapia hace un año, se lo conté sin ningún tapujo y me dijeron que genial. Puedo hablar con ellos de todo y lo entienden. Al final en todas las familias hay cosas buenas o malas, pero para mí crecer con mis abuelos no ha sido una desventaja”, añade Ruth.
El hermano de Ruth, que prefiere mantener el anonimato, también comparte su vivencia con Yasss: “Me pillas que hace que no veo a mis abuelos un mes y les echo de menos lo que no está escrito, así que todo lo que te puedo decir de ellos es bueno porque tengo mucha morriña”, bromea el joven que, por motivos laborales, lleva viviendo varios años en otra ciudad lejos de su familia.
“Mis abuelos son dos seres de luz. Es que no puedo decirte otra cosa. Nos han inculcado unos valores tremendos y nos han apoyado siempre. Yo siempre fui muy tímido y también un poco raro, tenía muchas manías y con doce años o así me vicié a las cartas Magic. Las coleccionaba y tal. Pues mi abuelo me llevaba a la ciudad a hacer intercambios de cartas y si yo no podía ir por lo que fuese, iba él solo. Es el mejor”, recuerda ilusionado. “Y mi abuela más de lo mismo. Siempre me animó a ser yo mismo. Solo tengo palabras buenas de ellos y de cómo nos han criado”.
Al preguntar al hermano de Ruth cómo gestionó la pérdida de su madre y la separación de su padre, confiesa tener más recuerdos que su hermana. “De mi madre me acuerdo muy poquito pero sí que me afectó. Mis abuelos me han dicho que me volví un poco retraído. Y lo de mi padre sí que lo recuerdo. Lo pasé mal porque yo quería estar con él. Tardé mucho en aceptar que mis abuelos me iban a criar. No los aceptaba y estuve un par de años muy distante porque pensaba que en cualquier momento mi padre volvería y nos llevaría con él”, algo que no ocurrió.
“Pero algo que agradezco mucho a mis abuelos fue que nunca me intentaron posicionar en contra de mi padre y tampoco cubrieron ninguna carencia. Echaban de menos a mi madre y estoy segurísimo de que tenernos cerca les ayudó a superar el dolor, pero no fuimos su salvavidas. No sé si me explico. Ellos lloraron la muerte de mi madre y la aceptaron, y nos criaron sin esperar nada de nosotros. Quiero decir que no esperaban que fuéramos como mi madre ni que llenásemos el vacío que ella había dejado”, reflexiona.
Su reflexión surge a raíz de las noticias protagonizadas por la actriz Ana Obregón, que ha sido abuela por gestación subrogada o vientre de alquiler.
Al comparar la noticia con su vivencia, Ruth opina que “no es la misma situación”, matizando que “mis abuelos saben que ni yo ni mi hermano somos mi madre. Leí en Twitter, que no sé si será verdad o no, una entrevista en la que decía que los niños iban a dormir en el cuarto de su padre, que no lo había ni tocado porque no se veía capaz. Me parece un poco fuerte. No eres capaz de aceptar la muerte de tu hijo y despedirte de él, pero eres capaz de criar un bebé. No soy madre así que no estoy para opinar, pero no sé… Yo creo que si hubiera crecido con esa presión por hacer feliz a mis abuelos para superar la muerte de mi madre, no la habría soportado”.
Los abuelos de Ruth y su hermano siguen con vida y si bien no han querido ser entrevistados, comparten una reflexión: “ellos dicen que lo volverían a hacer las veces que hiciera falta, pero cuando hemos hablado de lo de Ana Obregón, no saben cómo lo ven. Dicen que genial que la pobre mujer sea feliz después de todo, pero hoy comiendo mi abuela me dijo que una cosa es recordar a un hijo a través de tus nietos y que otra cosa es convertir a un nieto en un hijo. Creo que eso lo resume todo”.