Como cada cuatro años, se debe sumar un día más al calendario. Todo con el fin de evitar que se altere el orden natural de las estaciones -el invierno, la primavera, el verano y el otoño- por las horas sobrantes de cada año, que su acumulación durante cuatro años forman 24 horas, dando lugar a lo que conocemos como año bisiesto. Aunque esta tradición podría desaparecer tras la aceleración de la Tierra en los últimos años.
La última vez que tuvimos un año bisiesto fue en 2020, por lo que el mes de febrero, que por norma general tiene 28 días, tuvo 29. Esta situación se repetirá el próximo 2024, que es año bisiesto como dicta los números. Se añade un día más para corregir este desfase en la duración del año porque aunque el calendario tenga oficialmente 365 días, nuestro planeta tarda 365 y cerca de seis horas en dar la vuelta alrededor del Sol.
Aunque parece que es una norma derivada de la ciencia y, por ende, de la actualidad no muy lejana, la primera vez que se añadió un día extra al calendario fue durante el Imperio Romano, concretamente durante la época de Julio César en Roma. Esta variación se dio en primer lugar en el año 46 a.C. cuando se añadió un día más al calendario juliano.
El calendario juliano divide un año regular en 365 días, divididos en 12 meses, agregando cada cuatro años un día a febrero por ser bisiesto. Este contemplaba que un año tenía me media 365, 25 días. Pero en realidad, según los astrólogos griegos el año trópico en realidad son unos minutos más cortos que lo que dictaban en la Antigua Roma. Por ello, se procedió a modificarlo, ya que sino se perderían tres días por cada cuatro siglos, desfasando las estaciones. Esta modificación fue llevada a cabo por el Papa Gregorio XIII en 1582, que estableció las leyes dictadas por los astrólogos griegos.
Con esta modificación nació el calendario gregoriano. España fue uno de los primeros en poner en marcha este calendario junto a Portugal e Italia. Con esta modificación se estipuló que únicamente serían años bisiestos aquellos que fueran divisibles por cuatro, a excepción de los que son divisibles por 100, salvo que sean por 400.