José Ribeiro da Silva, de 62 años, un hombre enfermo de cáncer, fue declarado muerto el pasado 29 de noviembre en el Hospital Estadual do Centro-Norte Goiano en Uruaçu, en el estado brasileño de Goiás. De hecho, la familia incluso había recibido el correspondiente certificado de defunción.
Sin embargo, José no estaba muerto. Y así lo pudo comprobar un empleado de la funeraria a la que fue trasladado, que se llevó uno de los mayores sustos de su vida cuando observó cómo el supuesto fallecido abría los ojos. El año pasado, en la India, una mujer despertó minutos antes de ser incinerada.
José había pasado unas cinco horas en una bolsa de cadáveres mientras era trasladado desde el centro hospitalario a una funeraria del municipio de Rialma, a más de 100 kilómetros de distancia, según recoge el diario británico The Sun.
El sorprendido empleado de la morgue explicó que el hombre todavía respiraba, pero con cierta dificultad. Fue entonces cuando el tanatorio contactó con los servicios de emergencia y el paciente fue trasladado a un centro de salud cercano, donde aún permanece ingresado.
Su hermana Aparecida relató que "me llamó el trabajador de la funeraria pidiéndome desesperadamente que fuera para allá, que mi hermano estaba vivo. Es increíble lo que pasó, mi hermano estuvo cinco horas en una bolsa de plástico, frío". La mujer, que había iniciado ya los trámites para el funeral, añadió que "fue horrible, tal situación es totalmente inaceptable".
José ha sido tratado de un cáncer oral desde principios de este año. Cuando lo declararon fallecido, según los informes, respiraba a través de una traqueotomía insertada en una abertura creada en la parte delantera de su cuello.
El hospital ha declarado que el doctor que firmó el certificado de defunción ha sido despedido. Mientras tanto, el director técnico de dicho centro médico viajó hasta Rialma para brindar asistencia a los familiares de José.
Aparecida ha presentado una denuncia ante la Policía y la investigación se encuentra en curso.