Todos hemos oído hablar del Virus de la Inmunodeficiencia Humana o VIH, muchas veces como un fantasma lejano que no conocemos bien, pero al que tenemos un miedo atroz. Sabemos que hay que usar preservativo para evitar su transmisión, que es una condición crónica a día de hoy y que, gracias a la ciencia, es intransmisible e indetectable. Pero, ¿cómo es vivir con VIH?
Para responder a la pregunta, hemos hablado con Daniel Jiménez. Tiene 34 años, vive en Madrid y es seropositivo desde abril 2014, un punto de inflexión en su vida que comparte en esta entrevista.
Yasss: ¿Cómo fue el momento del diagnóstico? ¿Qué miedos experimentaste?
Daniel: Hasta el momento de mi diagnóstico, no conocía nada del VIH, de oídas entendía que era malo. Cuando mi medico me cito en su consulta, los nervios de la bata blanca aparecieron, intuía que algo malo me iba a decir, y soltó que los resultados habían dado positivo. Mi mundo se paralizo en ese momento, sentí que la cuenta atrás de mi vida había empezado. Sentí que un agujero negro me atrapaba y que no podía ser real. La imagen de ’Dallas Buller Club’ la estaba sintiendo, sentía que me iba a morir demacrado y siendo la vergüenza.
Y: Después de vivir con VIH, ¿crees que esos miedos eran realistas o que tenían más que ver con los prejuicios y los estereotipos de la sociedad?
D: Después de varios años y meses de investigar e informarme correctamente, los miedos eran ficticios. La sociedad tiene una idea equivocada. A día de hoy puedo decir que el VIH me hizo nacer de nuevo, que aquella imagen de la película que sentía que iba a formar parte de mi vida fue perdiendo fuelle, porque si no empezaba a cuidarme y a tener un tratamiento, iba a acabar de esa manera.
Y: ¿Cómo ha impactado el VIH a tu salud física?
D: Podría decir que el VIH, me ayuda con las revisiones. Las personas que tenemos VIH, nos hacemos revisiones dos veces al año, o incluso alguna más, de tal manera que los médicos pueden detectar cualquier problema mucho antes. Actualmente sufro de algunas molestias físicas que sin los controles rutinarios no podría haber detectado a tiempo.
Y: ¿Y a tu salud mental?
D: He de confesar que hasta hace poco, no pase el duelo real de esta infección. Durante los primeros meses, no asimilaba que tenía VIH. Después me pasó lo del despido y entre unas cosas y otras no me preocupe mucho de mí, sino más bien de los demás.
En enero del 2018, tras coincidir con la persona que no me comunicó que tenía VIH, mi vida dio una vuelta y caí en una depresión bastante grande, y ahí comenzó mi duelo. Desde entonces voy de manera rutinaria al psiquiatra. Me vi solo y aquella gente a la que había ayudado, se olvidó de que era yo quien los necesitaba, y mi infierno llegó.
Y: ¿Crees que las dificultades psicológicas tienen que ver con el VIH como tal o con los prejuicios de la sociedad?
D: Yo opino que es una mezcla de ambos. El VIH no deja de estar dentro de ti, de tu ADN, y además por el momento sin cura, pero la sociedad no ayuda mucho, porque actualmente siguen alejándote como un apestado, haciendo un inciso en que no todos, pero dentro del colectivo LGTBQ+ hay mucha serofobia, y te empujan a buscar a tus iguales, para poder tener algo de feeling con alguien.
Y: ¿Ha afectado el VIH a tus relaciones afectivosexuales?
D: He tenido las dos caras de las monedas. Hasta el 2018 mi vida sexual fue muy activa e incluso tuve alguna pareja, pero tras ese momento que ya he contado, mi vida afectivo-sexual se frenó. Desde entonces no he vuelto a tener ninguna relación personal ni sexual. Y el estar en casa no ayudó mucho tampoco.
Y: ¿Cuáles crees que son los estereotipos más erróneos sobre vivir con VIH?
D: Del VIH siempre se ha contado las cosas de la manera más exagerada. Por ejemplo, se dice que el VIH se contagia, y sin embargo esa frase está mal, porque se transmite que es totalmente diferente.
Hay un estereotipo muy común: que los HSH (Hombres que tienen Sexo con Hombres) somos los únicos que los tenemos. Cuando tú hablas de VIH, lo primero que se te viene a la cabeza es un gay, o pensar esa persona ha hecho cosas con un gay, y para nada es así, el VIH no discrimina en cuanto a sexo, raza o religión.
Y: Mucha gente tiene miedo de hacerse pruebas de detección por culpa de estos estereotipos. En tu caso, ¿te costó dar el paso y hacerte pruebas para detectar el VIH?
D: Personalmente no me costó mucho. Antes era nosofóbico, y para asegurarme, me hacía pruebas rutinarias, principalmente cada 6 meses. Gracias a una de esas pruebas, fue cuando me diagnosticaron.
Y: ¿Qué le dirías a las personas que no se hacen pruebas por miedo al VIH y a los prejuicios sociales?
D: En esta sociedad de cristal, tenemos que ir rompiendo el miedo al qué dirán. Hacerse una prueba de VIH no solo te salva a ti, sino que permite cortar el camino a la expansión. Cuanto más se tarde en detectar, más difícil será después. Además, son anónimas, confidenciales y gratuitas.
Y: ¿Qué crees que debería cambiar para reducir los prejuicios asociados al VIH?
D: Siempre he defendido lo mismo: que se deje de decir en los medios de comunicación la palabra contagio y se empiece a decir transmisión. Para que nos entendamos, el COVID si se contagia por que puede permanecer en el aire, no necesita un contacto estrecho, pero el VIH necesita de unos fluidos de cuerpo a cuerpo para que haya transmisión. Los medios de comunicación son los principales precursores de la información, e imagino que de tanto decirlo se acabaría grabando en nuestra cabeza.
Y: ¿Cuál es tu consejo para las personas que recientemente fueron diagnosticadas con VIH?
D: Cada persona es un mundo, pero todos compartimos lo mismo, un duelo, y les diría que se tomaran su tiempo, que no hagan como que no pasa nada, porque se acabara convirtiendo en una montaña de mierda muy grande. Si tienen una persona de confianza, que se lo cuenten, eso ayuda a liberar la carga. Y lo más importante… Vive, no pares tu vida sin motivo, la esperanza de vida es igual o superior a una persona que no tiene VIH.
Durante décadas, Daniel ha realizado activismo en redes sociales, pero en 2018 se vio obligado a parar para recuperar fuerzas. En enero de ese año, la persona que le transmitió el virus apareció de nuevo en su vida provocando un gran impacto negativo en su salud mental. Además, la empresa en la que trabajaba, una ONG, no mostró empatía hacia su situación: al empezar a vivir el duelo y la fase de ira por el VIH, le costaba tratar con personas con el mismo diagnóstico. Estando de baja por motivos de salud mental, le comunicaron su despido. Se vio forzado a estudiar y cambiar su día a día para estar en casa veinticuatro horas.
Y: ¿Cómo impacto tuvo esa situación en tu día a día?
D: Con todo ese cúmulo, me comunicaron mi despido estando de baja por depresión crónica y estados de ansiedad agudos. Fue cuando me di cuenta de que ya me habían agotado, que ya nos le servía y dejé de ser importante para ellos.
Suena fuerte, pero me dolió mucho porque los consideraba mi familia, pero se despreocuparon. Se les había olvidado que el dinero de los premios y documental del que era protagonista, se lo di a ellos, porque confiaba en su trabajo. Después de eso, nada. A día de hoy, ni un mensaje ni nada, y también decir que tampoco lo espero, pero he decidido que les tengo que perdonar, no dejan de ser una empresa con beneficios. Por mi salud mental y mis cuatro años metido en casa sin poder salir, tenía que cerrar el libro.
Y: ¿Cómo es tu vida en la actualidad?
D: Actualmente el trabajo de mi psiquiatra ha surtido efecto, y desde que cerré el libro he vuelto a vivir. El TLP (Trastorno Límite de la Personalidad) y la ansiedad junto con la depresión están controlados. Solo decirte que he vuelto a sonreír, y a volver a mirar la vida con colores.