Steve Jobs, el fundador de Apple, no era una persona corriente por eso sus entrevistas tampoco eran las típicas realizadas en oficinas detrás de una mesa y haciendo preguntas, no.
Una de las mentes más brillantes del siglo XX tenía un método muy particular de escoger y seleccionar trabajadores para su empresa, un método que solía funcionar para incorporar a su empresa los mejores talentos.
Jobs, siempre alejado de las formalidades, prefería quedar con su candidato para pasear, charlar y tomar algo, de alguna manera siempre se conoce mejor a la gente cuando está relajada y este propiciaba el ambiente para ello.
En ese ambiente relajado, Jobs realizaba preguntas poco sustanciales, pero que implicaban más trasfondo del que en un principio parecía.
Qué hiciste el verano pasado o cuándo fue la última vez que lograste algo, este tipo de preguntas llevaban a que el candidato se mostrase y le diese las claves a Steve Jobs para saber si se tomaría una cerveza con esa persona o no.
La selección y contratación de los trabajadores con más proyección, era algo que le importaba mucho al fundador de Apple y se implicaba personalmente porque sabía que los trabajadores son la parte esencial para que una empresa triunfe y crezca.