Tania Llasera: “No adelgazaría para volver a la tele aunque me lo pidieran, ahora me veo más guapa"
Entrevistamos a la presentadora e 'influencer' por su nuevo libro, 'Mujer tenía que ser, para todas las que están hasta el coño"
Reivindica que se deje de "juzgarnos por el físico". “El éxito de mujeres como yo en la red está en el hambre que hay por gente real”
"Estoy harta del falso empoderamiento, las mujeres no podemos con todo"
Tania Llasera saltó a la fama en 2010 como presentadora de Mediaset en programas como Resistiré, ¿vale?, Fama, Vuélveme loca, La Voz o Gran Hermano: El debate. Entonces era una “maciza normativa”, como ella misma define su etapa de “tía buena”, a la que llegó a escapársele un pecho en directo, un descuido muy comentado en aquella época que le dio aún más popularidad.
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Hace ocho años, una crisis personal motivada por dos abortos espontáneos y dejar de fumar, la llevó a engordar de forma repentina, siendo víctima de una de los primeros ataques de “gordofobia” en los medios y redes sociales. Le hizo replantearse su autoestima y empezar a ir a terapia, gracias a la cual, que no ha abandonado desde entonces, descubrió que el poder de una mujer va más allá de su físico, que no tenía que regirse por los cánones de belleza para seguir en televisión, y que era igual de feliz o más con unos kilos de más, porque había aprendido a aceptarse y admirarse, independientemente de la talla.
Tania ganó peso pero no perdió un ápice de su naturalidad y empatía, virtudes que potenció en los programas que presentó después, como La voz Kids (Telecinco) o el último, Como Sapiens en La 1.
En los últimos años ha descubierto el poder de las redes sociales, donde se ha convertido en activista del movimiento body positivity y body neutrality (ver lo positivo en todos los cuerpos o aceptarlos aunque no te gusten) y referente "instamami" (maternidad real), siempre invitando a replantear los estereotipos de la sociedad.
La pandemia supuso un punto de inflexión en su visión más general del feminismo, al darse cuenta de que “nos están vendiendo un falso empoderamiento”, cuando la realidad es que “a las mujeres se nos sigue exigiendo y juzgando más que a los hombres”. Es por ello que por fin se ha lanzado a desahogarse en un libro, Mujer tenía que ser: para todas las que están hasta el coño, en el que plasma la revolución personal que empezó desde que cambió de peso, y comparte toda su sabiduría, desde su infancia, cuando empezó su relación complicada con la comida, contra la que todavía lucha, hasta la actualidad, con 42 años, cuando ha aprendido que lo clave para ser feliz es "ser tú misma, no flagelarte y sentirte libre sin permitir que nadie te juzgue".
Pregunta. Te habían pedido escribir este libro muchas veces, ¿por qué justo ahora?
Respuesta. No es nada sexy, pero el confinamiento fue la gota que colmó el vaso. Cuando estás encerrada en tu casa 56 días, con dos niños y tu marido, te das cuenta de que la que tira de los cuidados de la casa, en general. es la mujer, y que las expectativas sobre nosotras no solo no han mejorado, sino que han empeorado un poquito. Porque ahora se pretende que hagamos todo y que, además trabajemos, y no nos quejemos. Las redes sociales han sido una luz de esperanza. Según cómo se utilicen, pueden ser una herramienta buena o mala. Ahí está parte del problema, y la solución, porque nos unen. Por
eso este era el momento.
P. En el último capítulo, da la impresión de que te has quitado un peso de encima escribiendo este libro… ¿Por qué ha sido tan liberador?
R. Sí. Me sentí como drenada, fue muy liberador. Un cambio vital, porque hable por fin de mis abortos, por ejemplo. Este libro es toda mi ideología más mis anécdotas. Ya está escrito, ahora puedo respirar y disfrutarlo. Y que lo disfruten las demás. Ha sido un ejercicio de generosidad que me ha dejado muy vacía, pero ahora estoy feliz por todas las reacciones positivas que me están llegando.
P. ¿De qué está Tania Llasera “hasta el coño”, como dice el título de tu libro? ¿Cuál ha sido la principal motivación para escribirlo?
R. Es global que las mujeres estamos hasta el coño. Yo, particularmente, de que se espere de nosotras ese falso empoderamiento, en el que tú puedes con todo, y encima no te quejes, y encima estate mona y ten un pollo en el horno, trabaja, ve al pediatra… La vida. Yo entiendo que los hombres cada vez hacen más, pero no es suficiente porque nosotras cada vez tenemos más cosas. La vida se está complicando, vamos estresadas, con una carga mental bestial, y una frustración que se convierte en resentimiento y eso no es bueno para la salud mental.
Los que digan que nos victimizamos es que no son mujeres, no han estado en nuestra piel
P. ¿Qué opinas de esa otra vertiente del feminismo que acusa a las mujeres de victimizarse?
R. Creo que les viene bien pensar que nos victimizamos. Yo creo que no somos víctimas, somos mujeres y que solo por eso se nos juzga más. Nuestra herramienta principal de poder es la apariencia y la belleza. Y este libro pretende ser una revolución que yo empecé hace 8 años, cuando cambié de peso. Solo digo lo que realmente pienso. Los que crean que nos victimizamos es que no son mujeres y no han vivido en nuestra piel.
En el libro hablo de mis abortos espontáneos cuando engordé, para que la gente entienda que no se puede juzgar a nadie por su imagen sin saber
P. La sociedad nos pide cada vez más estar delgados por un tema de salud… ¿Cómo vives tú esa presión?
R. No se puede juzgar a una persona por su imagen. No puedes mirarme y decirme “como tienes sobrepeso, deberías de bajar por tu salud”. Es una simplificación muy peligrosa. Hay una falsa preocupación. Te lo puede decir tu médico o tu madre, que conocen tu salud. Pero los que no te conocen y juzgan tu salud por tu imagen, hacen un flaco favor a las mujeres y a la salud. Tú no sabes lo que estoy pasando y por qué he engordado o adelgazado. Las razones que hay detrás. Por eso en este libro hablo de mis abortos espontáneos, cuando engordé, para que la gente se dé cuenta de que no puedes juzgar sin saber.
Existe una gordofobia invisible e interiorizada, en frases como
‘qué guapa eres de cara’
P. ¿Dónde se nota la “gordofobia”? ¿Cómo distinguir el “rechazo al sobrepeso” de esa preocupación por la salud?
R. La gordofobia no solo existe, sino que ya la tenemos interiorizada y es casi invisible. Pero si lees este tipo de libros o hablas con mujeres, alucinas de la cantidad de comentarios que nos hacen. “Ay, qué guapa eres de cara”, y le falta el “qué pena tu cuerpo”. Lo dicen con una naturalidad apabullante, cuando ellos no saben lo que estoy pasando yo, si yo tengo un TCA, o si tengo una salud mental deplorable y mañana voy a pensar en quitarme la vida. Exagero, pero puede darse el caso. En general, tenemos que dejar de juzgar el aspecto físico.
P. Has sufrido "flacofobia" (cuando estabas delgada y la gente te decía que necesitabas un cocido) y gordofobia (cuando ganaste peso y te decían que parases de comer). ¿La virtud no es el término medio, al que aspiramos todos?
R. ¿Por qué hay que buscar un término medio? ¿Por qué no puede estar cada uno dónde quiera? Obviamente yo soy enemiga de los extremos, pero los grises intermedios son muy amplios y diversos.
Mi relación con la comida depende de mi salud mental, tengo épocas descontroladas y otras, como ahora, que estoy bien
P. Buscar ese peso ideal lleva a veces a una relación insana con la comida. Cuentas en el libro que eso es algo que arrastras desde la infancia. ¿Cómo es ahora tu relación con la comida?
R. Si estoy nerviosa empiezo a pagarlo con la comida, con el frigorífico y con lo primero que pille. Hay épocas que estoy más descontrolada, y otras, como ahora, que estoy bien. Depende de mi salud mental. Lo que hago es no flagelarme. Si hay una época en la que estoy comiendo más, ¡no pasa nada!, igual lo necesito. Todo pasará. Para la gente que le esté pasando esto, hay nutricionistas fantásticos. Yo, por ejemplo, tengo mis trucos como no llevarme la tableta de chocolate entera al sofá, porque si no me la termino, el plato pequeño, beber mucha agua (algo que también me vino muy bien para dejar de fumar). Cosas sencillas. Ayer me tomé tres Huesitos con mis hijos, y lo hice a las 12 de la noche, porque estaba nerviosa por la presentación de hoy. Nutricionalmente no es lo ideal, pero anímicamente, igual sí. Ya mañana si eso te tomas una ensalada. O no .
Me he pasado del ‘body positive’ al ‘body neutrality’: no tienes que amarte sino aceptar tu cuerpo sin juzgarlo
P. ¿Cuál es la diferencia entre el "body positive” y el “body neutrality”?
R. El body positivity estuvo muy bien, pero ahora ha terminado por resultar un poco tóxico, porque al final, quererte todo el rato es imposible. El body neutrality no es ni bueno ni malo, te pide que aceptes tu cuerpo y que no lo juzgues, para bien ni para mal. Una mano no tiene por qué ser ni bonita ni fea. No somos un ornamento, somos un instrumento.
Aceptarme no significa que renuncie a la imagen, pero ahora lo hago para gustarme a mí misma
P. Pero eso del body neutrality suena un poco conformista…
R. No. Porque que yo me acepte no quiere decir que no vaya a seguir trabajando en mí, en retocarme la nariz si no me gusta. Aceptarse no es renunciar a la imagen. Lo que defiendo en este libro es que cada uno lo haga a su manera para satisfacerse a sí misma, a nadie más.
Hay gente que le da rabia que seamos felices con más kilos, sobre todo yo que fui una maciza normativa
P. A los gordofóbicos, ¿les molesta veros felices con kilos de más o es que no se terminan de creer que sois felices?
R. Es una combinación de ambas. La gente no acaba de creerse que puedas ser feliz con más kilos. Son gente limitada, creo yo. Estos libros pueden abrir un poco la mente. Fue Snorkel en un podcast (¿Puedo hablar?) quien me hizo ver que hay gente que no puede entender que yo, que he sido una maciza normativa, pueda aceptarme ahora con más kilos pudiendo estar delgada. “¿Cómo osa decir que está feliz, si podría estar buenísima?”, parece que dicen. Les da como rabia.
No adelgazaría por un millón de euros, estoy contenta y nunca volvería atrás
P. En el libro destierras también el mito de que para “presumir hay que sufrir”. Si te dieran a elegir entre un millón de euros o volver a estar delgada (comiendo), ¿qué eligirías?
R. Hombre, es que es mucho dinero. No vale, tengo que pagar una casa [risas)] Pero sí, sí renunciaría al millón de euros, porque estoy contenta como estoy, nunca volvería para atrás. Además, si adelgazase ahora seguramente tendría efecto rebote.
La clave para ser feliz ha sido no flagelarme y no agotarme
nadando contra corriente
P. Llevas haciendo terapia desde 2010. Dices que ya te querías de antes, pero ahora más. ¿Cuál ha sido la clave?
R. Yo luchaba mucho contra corriente. Quiero vivir sola, no quiero casarme, decía…. Y si algo he aprendido en terapia es que la vida hay que navegarla como viene, porque realmente hay puentes que hay que cruzar y otros que no. Hay que fluir y no agotarte nadando contra corriente.
Parte de mi éxito en la red es que hay hambre por realidad y
normalidad
P. En las redes sociales, la dictadura por la belleza perfecta convive con mujeres reales como tú, que arrasáis también. ¿No es una contradicción?
R. Las redes serían muy peligrosas si solo fueran un escaparate de gente con filtros y Photoshop, todo perfecto. Tiene que haber una contracorriente de naturalidad, de gente auténtica que ama su cuerpo, tenga la talla que tenga. Me parece súper saludable. Parte de nuestro éxito es que hay un hambre en redes sociales por realidad y normalidad. Que no todo es color de rosa. Yo tengo hambre de gente normal.
P. Tu libro se dirige a las mujeres. Pero, ¿los hombres no son esclavos de su imagen cada vez más? También hay "calvofobia" y hombres vigoréxicos...
R. Pero mucho menos, cada vez se crean más expectativas sobre los hombres, pero llegan con 20 o 50 años de retraso, las mujeres somos pioneras en ser juzgadas.
El libro abrió los ojos a mi marido, me dijo que no sabía todo por lo que pasamos las mujeres
P. ¿Qué opina tu marido del libro? ¿Hay algo que le haya sorprendido?
R. Con mi marido [Gonzalo Villar], con quien voy a hacer 10 años, tengo broncas y una relación normal. Tengo la suerte de estar casada con un hombre que está enamorado de mi esencia, no de mi físico. Siempre le gusto, lo cual se agradece. Es un tío trabajado, con mucha inteligencia emocional, soy afortunada. Pero también me lo he currado, tuve un casting de novios eterno para encontrar a un tío que realmente no me despierta la vena violenta, me comprende y me quiere por mí. Más que criticar el libro, le sorprendió todo lo que pasamos las mujeres, le abrió un poco los ojos.
Yo estoy mucho más guapa ahora de cara y cuerpo, hay más de mí que amar, antes era puntiaguda
P. Tú te gustas con menos o más kilos. Pero, ¿cuándo crees que gustabas más? ¿Ligabas más cuando estabas más delgada o ahora?
R. Yo nunca he ligado nada, ni delgada ni gorda, les asusto porque tengo claro lo que quiero. Por el tema físico, antes gustaba más a los jóvenes (también yo era más joven) y ahora gusto más a señores mayores, con carne les gusto más, supongo. Noto que me miran más señores, quizá porque yo también soy una señora. [risas] Yo estoy mucho más guapa ahora. Antes tenía buen cuerpo, y de cara no andaba mal, pero se me veía mucha nariz. Y ahora me veo guapa de todo. Yo me quito la ropa, me miro al espejo y digo “ostras, que buena estoy, porque estoy como redondita y suave, es como que apetezco”. Hay más de mí que amar. Y a mis hijos [Pepe Bowie y Lucia Lennox, de 6 y 4 años] les encanta, mi tripa blandita, mis tetas.., ya no soy puntiaguda como antes.
“Si me pidieran que adelgazara para volver a televisión, diría
que no y les mandaría pasteles”
P. ¿Te volveremos a ver en televisión?
R. No lo sé. Me encantaría volver a televisión, es donde nací. Tengo un proyecto que quizá salga. O igual no. De momento quiero seguir en las redes, me llenan mucho.
P. Cuando empezabas, en 2006, cuentas que un directivo te pidió que adelgazaras, lo cual hiciste, y te operaras la nariz, a lo que te negaste. ¿Estarías dispuesta ahora a perder peso por un proyecto de televisión si te lo pidieran?
R. Si me pidieran ahora que adelgazara para volver a TV, diría que no, jamón y pastelitos...
Este verano pienso bañarme en bikini, quiero que mis hijos vean que su madre disfruta tenga el cuerpo que tenga
P. La prueba definitiva de si alguien está segura de sí misma es que se ponga en bikini, sin complejos. A Camila Cabello la criticaron recientemente, y Terelu Campos confesó que estuvo muchos años sin ponerse en bañador por temor a una foto… ¿Cómo lo vives tú, ahora que llega el verano?
R. Es la vuelta al “arrgg”. Todas tenemos celulitis, depende de cómo nos ilumines. Para mí la operación bikini es “¿tienes un cuerpo? A la playa”. Yo también lo haré, sin pareos. Lo único que me molesta es la fricción en los muslos, tengo que comprarme una crema de Decathlon que creo está agotada, porque la usamos todas. Por lo demás, pienso bañarme y disfrutar de mis hijos. Además, me parece un buen ejemplo para ellos que mamá disfrute de su cuerpo tenga el tamaño que tenga. ¡Y la playa es salud!
P. El traje que llevas es uno de tus últimos proyectos en la red. Háblanos de él...
R. Lo he diseñado yo, es de Llasera by Bondesio Son seis trajes tres de lino y seda falsa. La idea es que "en vez de tú adaptarte a tu armario, tu armario se adapte a ti". Los hay de la talla 36 a la 46, con varios cierres. Se hace en un taller ocupacional en Tudela (Navarra).
P. Hace un año lanzaste una cruzada para que Zara apostase por las tallas grandes. ¿Lo has conseguido o es una batalla perdida?
R. No. Es imposible. Es utópico y maravilloso que se universalizaran las tallas, y sobre todo que las hicieran más grandes. Es que una XL ¡ahora es una 40! ¿Estamos locos o qué?
P. Bueno, al menos se ha puesto de moda el “over size” en las prendas…
R. Y ya va siendo hora, porque hay una cantidad de niñas que salen llorando del probador… Pero no me saques el tema, ¡que por algo saco este traje!