Entrar en la biblioteca de José Ortega y Gasset (1883-1955) es como ingresar en un templo del saber, pero con un solo feligrés. Resulta casi inverosímil que el pensador pudiera leerse los 12.000 títulos que se acumulan en estas estanterías. Pero lo hizo: cuando se coge al azar cualquier ejemplar, uno comprueba que tiene anotaciones. Porque no eran obras de simple lectura, eran casi documentos de trabajo.
La biblioteca está situada en la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón de Madrid. Entre los volúmenes encontramos mucha filosofía, por supuesto, gran parte de ella en alemán, idioma que Ortega dominaba por haber estudiado allí.
Se conserva un ejemplar y cartas dedicadas por el más importante filósofo teutón del siglo XX, Martin Heidegger.
Pero también encontramos muchísima literatura. Ortega trabó relación con los hombres más brillantes de la intelectualidad española de la época, desde Pío Baroja y Unamuno a Azorín y Machado.
También hay dedicatorias de su alumno Julián Marías y de un joven Camilo José Cela (el ‘Pascual Duarte’ aquí guardado está valorado en más de 5.000 euros, por la importancia de su dedicatoria y su destinatario).
Entre sus papeles, cuidadosamente archivados en bandejas, encontramos la correspondencia de Ortega. Cartas con filósofos y escritores. Entre ellas descubrimos la barroca letra de Juan Ramón Jiménez (sin espacios entre palabras) o la de su gran amigo Ramón Gómez de la Serna (siempre en rojo, siempre en caracteres grandes, "con fanatismo de su creyente").
O también los libros dedicados por Federico García Lorca (firmado durante su estancia en La Residencia de Estudiantes).
O Valle Inclán (quien le da cuenta de una amarga noticia: “hace dos días enterré a mi hijito”)
Y dedicatorias misteriosas, como la de María de Maeztu: “A la amistad que terminó el 13 de octubre de 1940”.
En esta visita hace de cicerone el director del archivo y biblioteca, Jorge Magdaleno Cano, quien nos muestra la joya de la corona: el manuscrito de ‘La rebelión de las masas’, el libro más famoso (y quizá el más actual) del mayor filósofo español del siglo XX.
Se observan las correcciones hechas a mano por el propio Ortega. Es el caso del ensayo 'Qué es filosofía'. Se aprecian los cambios entre la edición manuscrita y las posteriores versiones dadas a la imprenta.
Y también accedemos a la primera redacción de la frase más conocida del pensador: “Yo soy yo y mi circunstancia (y si no la salvo a ella no me salvo yo)”, del libro ‘Meditaciones del Quijote’, de 1914, el primero que escribió el autor.
Todos estos documentos están a buen recaudo y organización en las estanterías correderas de los bajos de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón. En total más de 50.000 archivos, entre notas de trabajo, apuntes de viajes, cartas y manuscritos.
En esos sótanos, bien protegido, se conserva un retrato del autor realizado por Zuloaga.
Ortega escribía de forma incansable y, como nos dice Magdaleno Cano, “le gustaban las casas de pasillo largo”, donde pudiera estirar las piernas de vez en cuando. En ocasiones escribía de pie, y en la Biblioteca se conserva el ‘púlpito’ donde lo hacía, también para ahuyentar el sedentarismo.
El archivo y biblioteca (declarados Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid) agrupa los 12.000 libros que acumuló Ortega en tres inmuebles: las dos casas que ocupó a lo largo de su vida en Madrid (calles Serrano y Monte Esquinza) y la redacción en Bárbara de Braganza de la Revista de Occidente. Es la revista decana de la divulgación cultural en España, fundada por Ortega, y que sigue editándose con un siglo a sus espaldas.
La Fundación Ortega y Gasset fue constituida por su hija, Soledad Ortega Spottorno, en 1978. En 2010 se fusionó con la Fundación Gregorio Marañón. Su misión es difundir el legado liberal e intelectual de sus titulares. Junto a su Biblioteca y Archivo, alberga varios centros educativos de grado y posgrado, entre ellos el Instituto Universitario Ortega y Gasset.