Nos deja el querido y entrañable Rogelio Enrique San Francisco Cobo, más conocido como Quique San Francisco. El cómico y actor ha muerto a los 65 años por una neumonía bilateral que, según ha expresado su representante, Pedro Gómez, sería “bacteriana y no vírica”, por lo que el fallecimiento no habría sido provocado por el coronavirus.
Tras casi dos meses en el Hospital Clínico de Madrid, Quique San Francisco ha muerto, dejando atrás una trayectoria y un legado que ha dejado una huella imborrable, razón por la que hoy muchos se deshacen en palabras de cariño y de recuerdo a un artista tan genuino como único.
Siempre sobre un escenario o delante de las cámaras, San Francisco, nacido un 10 de marzo de 1955 en Madrid, desde muy pequeñito dejaría claro que iba a heredar una pasión que ya le llegaba por parte de sus padres: Enriqueta Cobo, más conocida como Queta Ariel, y Vicente Haro.
Tan solo tenía seis años cuando, tras varias incursiones en el campo de los spot publicitarios, se produjo su debut en el cine, dando arranque a lo que iba a ser una trayectoria de más de 50 décadas en el ámbito del cine, el teatro o la televisión.
Precisamente, en el teatro debutó apenas poco después, a los ocho años, con la obra ‘El sueño de una noche de verano’, mientras su primera aparición en televisión fue apenas dos años más tarde, en la serie ‘Santi, botones de hotel’.
En aquel entonces, vivía en Barcelona, donde pasó su infancia hasta que a los 13 años, dando cuenta de que ya desde muy pequeño no había nada que se le pusiese por delante, viajó con mil pesetas en el bolsillo hacia aquel Madrid en que vivía su padre y donde iría a impulsar su carrera como actor.
Residiendo en pensiones, en algunas de las cuales llegó a cruzarse con otros actores como Imanol Arias, no sería hasta los 17 años cuando se reencontraría con su padre.
Tras pasar por el Ejército, a los 20 volvió a reinstalarse en Madrid, donde logró consagrarse como uno de los actores más conocidos del denominado cine Quinqui, con películas como ‘Colegas’ (1982), ‘Navajeros’ (1980) o El pico (1983).
En televisión, por su parte, llegó a compartir vida con los famosos Alcántara durante casi una década en la serie de TVE, ‘Cuéntame cómo pasó’, mientras sus últimos años los pasó especialmente ligado al teatro, en especial a la comedia y los monólogos.
Espontáneo, genuino, con carácter y, en definitiva, un carisma y una personalidad que tenía la virtud de no dejar indiferente absolutamente a nadie, Quique San Francisco fuera de las cámaras hizo suyo el lema aquel que sostiene que ‘hay que disfrutar de la vida’. Él lo hizo con todas sus consecuencias desde el principio hasta el final.
El difunto artista admitió ser politoxicómano, –siendo las drogas una de las razones de la ruptura de su idilio con la cantante Rosario Flores–, y durante los últimos tiempos su salud se había resentido, víctima también de las adicciones.
En 2002 un accidente de tráfico le dejó atado a una silla de ruedas, sin poder moverse durante aproximadamente un año. Casi pierde la vida, pero se recuperó y siguió sin bajarse nunca de los escenarios.
Caracterizado por su humor ácido, San Francisco, que también llegó a contar que estuvo preso en Nepal, no tenía pelos en la lengua y no dudaba en expresar su opinión sin tapujos siempre que acudía a cualquier programa televisivo, durante sus entrevistas o en distintos tipos de actos. Crítico y sincero, no dudaba en dejar titulares relacionados con la política, dejando claro su punto de vista y su forma de vivir la vida.
En los últimos años estuvo viviendo en un hotel tras haberse arruinado, pero su filosofía no cambió en ningún momento. Durante los últimos tiempos, también fue crítico y sincero con la gestión sanitaria de la pandemia, y en su última aparición, en un anuncio publicitario, aparecía disfrazado de parca mirando al cielo: “Qué manía tenéis todos con que suba”.
Hoy, desgraciadamente, Quique San Francisco ya descansa desde lo alto. Aquí, abajo, hoy todos agradecen que nos haya dejado un regalo valioso: “Risas, y más risas”.