El Guernica de Ibarrola, 40 años oculto, llega a ARCO gracias a una foto: "Pregunté a la familia, ¿esto qué es?"
Agustín Ibarrola lo pintó como apoyo a la iniciativa que reclamaba que el lienzo de Picasso se instalara en Guernica
Ha permanecido 40 años oculto en un almacén donde se guardan obras del artista vasco
El galerista José de la Mano se levantó a las 6.30 de la mañana para viajar desde Madrid hasta la ciudad de Guernica y encontrarse por primera vez con la obra estrella que va a presentar en esta edición de la feria de arte contemporáneo (ARCO), una reinterpretación del Guernica de Picasso pintada por Agustín Ibarrola (Basauri, 1930) en los años 70.
El mural de 2 x 10 metros metros llevaba 40 años guardado en una nave industrial donde almacenan obras del artista vasco y De la Mano lo descubrió por casualidad.
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"Soy como una rata de biblioteca", confiesa a NIUS tras contar que tenía previsto presentar en su galería una muestra de la obra de Ibarrola y otros artistas del 57 que trabajaron en geometrico. Para prepararlo pidió a la familia del artista que le mandara fotos, archivos, catálogos...
Y en uno de esos catálogos vió una foto que lo cambió todo.
"En una fotografía de un catálogo de 1981 vi los cuadros geométricos que buscaba con un fondo muy escenográfico de un gran mural con trozos de un Guernica donde se veía la cabeza del caballo y la cara de la madre gritando. Sorprendido le pregunté a la familia, ¿esto que es?", explica emocionado.
Le pregunté a la familia, ¿esto qué es?
Así fue como acabó viajando casi cuatro horas en coche para encontrarse con la obra que Ibarrola había creado en 1977 para apoyar la iniciativa que reclamaba instalar el Guernica original (entonces en Nueva York) en la ciudad en la que se había inspirado.
"Cuando me mostraron los diez paneles fue una experiencia absolutamente epatante. Una cosa es ver un cuadro en foto y otra es la experiencia artística de estar delante de un cuadro de 2 x 10 metros absolutamente espectacular", comenta el galerista, quien acordó con la familia dejar muy claro el contexto en el que se creó y su sentido: "Es una interpretación del Guernica desde el punto de vista de un artista de primeros años de la democracia, saliendo de una dictadura asfixiante y bajo una temática de lucha social", explica.
Es una interpretación del Guernica desde el punto de vista de un artista de primeros años de la democracia
Diez paneles en los que Ibarrola recupera algunas de las figuras más representativas del cuadro de Picasso y donde añade otras como unas figuras que representan a la Guardia Civil de la época. Está pintado en gris, negro y blanco, como el Guernica pero con un toque de color, las balas van en rojo. Pintados al óleo de 200 x 100 cm, cada uno que forman el gran friso narrativo reinterpretan algunos de los motivos icónicos de la obra de Picasso: el soldado muerto, la cabeza del caballo herido o la mujer con un niño en brazos.
Un mural que se exhibió en varias ocasiones en Bilbao (entre 1977 y 1979) en los cerca de diez años que duró la campaña que pedía el Guernica para el País Vasco. Pero cuando se supo que el lienzo picassiano iba a instalarse finalmente en el Casón del Buen Retiro en Madrid, dejó de mostrarse en público.
Ibarrola decepcionado, pasó página. Se lo llevó a su almacén para guardarlo y allí ha estado guardado hasta ahora.
Han pasado 40 años
Cuenta De la Mano que desde que se encontró con la obra en una fotografía, la casualidad ha seguido marcando una recuperación que se presenta redonda: "Coincide con la edición número 40 de la feria y los 40 años de la llegada del Guernica original a España", aclara. Además ha querido el azar o el destino que la persona que le ha diseñado el stand para mostrar el mural en ARCO es la misma que trabajó hace 40 años creando un espacio por si el cuadro de Picasso se quedaba en el País Vasco, Pedro García Ramos, una de las referencias en diseño expositivo en España.
"Cuando le llamé para encargarle el diseño se quedo sorprendido. Me dijo: ¡Pero qué me estás contando Pepe!. Hace 40 años estuve trabajando dos meses sin parar para tratar de acomodar el Guernica en Bilbao", explica.
Un proyecto que nunca vio la luz pero del que ha podido ahora resarcirse. "Se ha tenido que enfrentar ahora al problema de instalar el Guernica de Ibarrola en el stand de nuestra galería José de la Mano", comenta divertido.
El mural se ha ofrecido a varias instituciones
El cuadro de Ibarrola se expondrá en un stand más grande de lo que tenían previsto al principio. ("Cuando nos dijeron que finalmente se celebraba la feria hacía dos semanas que me había encontrado con el mural así que le tuve que dar toda la vuelta a mi primer proyecto"). Se mostrará tratando de que no anule al resto de obras que presenta la galería. ("Se ha hecho un diseño con dualidad, con un espacio interior especial") Y estará acompañado de una serie de xilografías del mismo Ibarrola sobre el tema. ("Siempre hacía muchas para que no fueran caras, de esta tenía previsto una tirada de hasta 500. Nosotros tenemos los diez modelos y tres ejemplares de cada uno de ellos).
El mural pintado por Ibarrola se ha ofrecido a varias instituciones
Estas xilografías (dibujos impresos a partir de unas planchas de madera) se podrán adquirir allí mismo con un precio de entre 2.000 y 3.000 euros. La venta del mural principal es otra cosa.
De momento se ha ofrecido a varias instituciones con el sueño de que alguna acabe comprándolo y se pueda exhibir de nuevo en público. "Eso sí que sería un final redondo", explica el galerista.
Porque la historia del cuadro va más allá. Además de homenaje al Guernica de Picasso, el de Ibarrola fue también la contribución del pintor vasco al movimiento ciudadano que, a partir de 1977 comenzó a reclamar su depósito en alguna institución vasca ya que por aquel entonces reposaba en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Reivindicación compartida con un grupo de artistas e intelectuales que demandaba el cuadro con el fin de trasladarlo a un nuevo museo que para ello habría de construirse en la localidad vizcaína de Gernika.
El movimiento se agrupó bajo el lema “Guernica Gernikara” y generó numerosas iniciativas hasta que el cuadro fue instalado en el Casón del Buen Retiro de Madrid en 1981. No en vano, el Museo de Bellas Artes de Bilbao se postuló como posible sede de acogida, tal y como dan cuenta los documentos que ahora se exponen.