Un novelista escribe la historia de un difunto sin saberlo: "Me utilizó para enviar un mensaje a su familia"
Castellarnau eligió el nombre de su personaje en una esquela y, según la hija del difunto, la novela explica la vida de su padre
'Lunas de diciembre', su primera novela en castellano, tiene un mensaje oculto que ni siquiera él conoce: solo la familia 'real' del protagonista lo sabe
Eduard Castellarnau tiene 62 años, es de Barcelona y se define como "médico por vocación y escritor por necesidad". En su consulta, ubicada en la ciudad condal, ejerce como médico de familia y trata de explicar a sus pacientes cómo las emociones influyen en nuestro estado de salud. En ella (o ya en casa) también escribe novelas de ficción, como La ruta del silenci, premiada dos veces como mejor novela de misterio en Cataluña.
Tras siete publicaciones en lengua catalana y bajo el pseudónimo literario de Pelayo Balderas, este escritor se ha lanzado al mercado español con su primer libro en castellano. Una novela, Lunas de diciembre (editorial Milenio), que tiene un mensaje escondido para todo el mundo, incluso para Eduard, y que solo la familia 'real' de su protagonista conoce. NIUS no ha podido contactar con ella. "No es una novela de intriga, pero hay un misterio por descubrir", avanza.
Pregunta: "Médico por vocación y escritor por necesidad"... ¿no debería ser al revés?
Respuesta: En mi caso no. Empecé a escribir con 12 o 13 años porque era tímido e introvertido y me parecía más fácil reflejar en un papel lo que sentía que expresarlo oralmente. Y ya de adulto, por navidades, escribía mensajes de felicitación personalizados a cada uno de mis pacientes, hasta que uno de ellos me animó a publicar los cuentos que tenía escritos. Podríamos decir que mi 'padre literario' es uno de los pacientes de mi consulta.
P: Usted no escribe historias reales, pero su última novela parece haber cobrado vida propia a pesar de inspirarse en una esquela...
R: El protagonista de Lunas de diciembre se enamora profundamente de una mujer en León, pero con el tiempo debe enfrentarse a un problema de su pasado y se marcha a Madrid. Necesitaba un nombre para él y, aunque no lo había hecho antes, lo busqué en las esquelas de un diario. Y lo encontré: Agapito.
P: ¿Por qué Agapito?
R: Si te soy sincero, no lo sé, se me quedó en el subconsciente y cuando encendí el ordenador para escribir, lo tuve claro. El apellido no lo puedo decir por respeto a la familia del difunto, pero lo utilicé para bautizar a mi personaje.
P: ¿Por respeto a la familia del difunto? ¿Por qué?
R: Resulta que una de mis pacientes conoce a la hija del Agapito de la esquela, que vive a cinco minutos de mi consulta. Ella nos puso en contacto y le dio el borrador de la novela, y cual fue mi sorpresa cuando, después de leérsela, me llamó para preguntarme que de qué conocía a su padre.
P: Ya es casualidad...
R: "No lo conozco", respondí, a lo que ella me rebatió con algo que me descolocó: "Eso es imposible, esta novela está llena de cosas concretas de la vida de mi padre". Entonces, me explicó que el Agapito real era amigo íntimo del párroco de la misma iglesia de Zamora, personaje que aparece en la novela. Yo nunca he ido a Zamora, pero miré por internet y casualmente elegí esa iglesia de todas las que tiene dentro de sus murallas.
P: Bueno, una sola coincidencia puede tener un pase... ¿no?
R: Precisamente no es solo una: el mismo sitio de Madrid donde vive Agapito, la Iglesia de San Fermín de los Navarros de la capital, una enfermedad relacionada con su familia... una gran cantidad de hechos trascendentales de la historia del Agapito ficticio que pertenecen a la historia de este hombre. ¡Quien me lo iba a decir!
P: ¿Tuvo que cambiar el apellido del personaje?
R: Sí, se lo cambié porque 'Agapitos' hay muchos pero no con ese apellido, tan poco común, y los lectores podrían identificar con facilidad a la familia, así que le puse Souza. Y lo curioso es que antes de eso, intenté seguir escribiendo, pero el ordenador no funcionaba... y justo cuando decidí cambiarle el apellido, ¡empezó a funcionar!. De alguna manera, la novela tenía un 'bloqueo' porque la familia de Agapito no quería que se publicara.
P: ¿Qué explicación tiene para todo esto?
R: Desde el principio ya pensaba que las casualidades no existen porque siempre hay un propósito para todo, pero a medida que la hija de Agapito me explicaba la vida de su padre y la comparaba con la historia que me había inventado... se me pusieron los pelos de punta. ¿Cómo puede ser? Estoy seguro que he canalizado la voluntad de este hombre, que tiene algo que explicar a su familia y que yo no sé el qué, por mucho que sea el escritor. Es algo que sólo entenderán los más cercanos a Agapito. Su energía me utilizó para escribir un mensaje oculto, que quedará en la intimidad de la novela.
P: Esta explicación contrasta (y mucho) con el carácter científico y empírico de su profesión...
R: ¿Sabes qué pasa? Que la medicina es muy técnica, pero los médicos tratamos a personas, no solo a órganos, y no podemos olvidar que una persona tiene mente, espíritu y cuerpo. Y que estos tres ejes influyen en la salud de todo el mundo, incluso lo que pensamos o sentimos tiene repercusión en nuestra salud física. Ya lo decían los clásicos: Mens sana in corpore sano, o 'mente sana en cuerpo sano'.
P: Una vez más, parece que la realidad supera a la ficción, ¿no?
R: Es que estamos acostumbrados a interpretar la vida desde la razón. Antes, quien decía que la Tierra es redonda acababa quemado en la hoguera, también el que manifestaba que nuestro planeta orbita alrededor del sol. Todo es relativo.
P: ¿Volverá a buscar inspiración en las esquelas?
R: (Riendo) No, definitivamente no...