Mujeres luchadoras. Mujeres que dejaron huella. Mujeres que allanaron el terreno para las que vendrían (y vendrán) después. Mujeres influyentes y mujeres importantes a las que conocer de cerca para convertirlas en referente.
A lo largo de la historia han existido centenares de valiosas figuras femeninas capaces de marcar un antes y un después en nuestro desarrollo como sociedad, ya sea a través de descubrimientos científicos, de la palabra, de sus reivindicaciones sociales y políticas, de su lucha por la mejora de los derechos de distintos colectivos… Repasamos algunos de lo nombres en clave femenina que todos deberíamos conocer.
Su nombre completo es Marie Sklodowska Curie y fue la primera mujer (y la primera persona) en recibir dos premios Nobel correspondientes a distintas especialidades: Física (junto con su marido Pierre Curie y el físico Henri Becquerel) y Química (en solitario). Curie fue la responsable de los primeros estudios sobre la radiactividad (a la que dio nombre), así como de técnicas para el aislamiento de isótopos radiactivos y el descubrimiento -junto a su marido- de dos elementos: el polonio y el radio. También fue la primera mujer en trabajar como profesora en la Universidad de París.
Estudió de forma clandestina en su Varsovia natal, donde obtuvo su formación científica, que continuó en la Universidad de París, ciudad en la que tuvieron lugar sus principales hallazgos y en la que conoció a su marido, Pierre Curie. Fundó, además, el Instituto Curie en París y en Varsovia, dos centros que siguen siendo referente en la investigación médica. Sus descubrimientos sirvieron, entre otras cosas, para desarrollar curas efectivas contra el cáncer. De hecho, durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial, Curie ayudó a equipar ambulancias con equipos de rayos X.
Según declaraciones de Patricia Fara, presidenta de la Sociedad Británica para Historia de la Ciencia, las probabilidades de Curie “siempre estaban en su contra". "En Polonia, su familia patriota sufrió bajo el régimen ruso. En Francia fue vista con sospecha por ser extranjera y, por supuesto, adonde quiera que iba era discriminada por ser mujer”. Su recuerdo se conserva en la organización benéfica de cáncer que lleva su nombre y que sigue ayudando a pacientes en todo el mundo.
Rosa Louise McCauley, mucho más conocida como Rosa Parks, protagonizó uno de los momentos clave en la historia de la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos, especialmente implantada -no sólo socialmente, sino fundamentada en leyes- en los estados del sur. Ocurrió en 1 de diciembre de 1955: Parks viajaba a casa después del trabajo en el mismo autobús que tomaba cada día en Montgomery, Alabama. Pero esta vez decidió enfrentarse a la norma por la que las personas de color debían colocarse en la parte trasera del autobús y ceder los asientos delanteros y centrales a las personas blancas.
Este primer gesto -que le costó la cárcel- desencadenó una auténtica revolución en Estados Unidos y desembocó en todo un movimiento de derechos civiles, culminando en reformas concretas que comenzaron a materializarse a partir de 1960. Así, el encarcelamiento de Parks provocó que Martin Luther King (no tan conocido en ese momento) condujera la ‘protesta a los autobuses públicos de Montgomery’, que consistió en animar a los afroamericanos a dejar de utilizar la red de autobuses, lo que provocó una caída de ingresos y, finalmente, la eliminación de la segregación racial en este espacio.
Su activismo venía de atrás: desde 1950 Parks pertenecía al movimiento de derechos civiles y trabajó como secretaria de la National Association for the Advancement of Colored People en Montgomery. En el momento en que decidió pasar a la acción tenía 42 años.
Entre sus reconocimientos, Parks obtuvo en 1979 la medalla Spingarn de la NAACP, y en 1980 recibió el Premio Martin Luther King Jr. También fue incluida en el Michigan Women’s Hall of Fame en 1983 por sus logros en el progreso de los derechos civiles, y obtuvo la medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos en 1999. Cuatro años después de su muerte en 2005, Barack Obama se convirtió en el primer presidente de color en gobernar en Estados Unidos.
Emmeline Pankhurst fue una importante reformista social y activista política en Gran Bretaña, líder del movimiento sufragista y responsable en gran medida del sufragio universal en su país. En 1903 fundó la Unión Social y Política de Mujeres (Women's Social and Political Union o WSPU) para promover la lucha a favor del voto parlamentario para las mujeres. Sus integrantes defendieron el uso de técnicas contundentes y visibles para hacer valer sus derechos, como las pintadas en grandes construcciones, el sabotaje e incluso la huelga de hambre.
Su consigna fue “Hechos, no palabras”, y funcionó como una líder carismática y gran oradora para el movimiento sufragista. La acción -en lugar de la petición cortés- para alcanzar el sufragio universal se convirtió en su premisa de trabajo, entendiendo el derecho al voto como un derecho democrático que, más que solicitarse, debía demandarse con contundencia.
Sus técnicas agresivas la llevaron a sufrir varios encarcelamientos -en concreto, 13-, pero también a liderar un movimiento que culminó en la obtención de nuevos derechos para las mujeres y al desarrollo de un argumentario que serviría de apoyo para muchas otras mujeres en el futuro.
Augusta Ada Byron, conocida como Ada Lovelace, es considerada la primera programadora computacional de la historia. Fue matemática, informática y escritora. Su legado más resaltado fue su trabajo sobre la calculadora de uso general desarrollada por Charles Babbage. Precisamente en sus notas sobre la denominada ‘máquina analítica’ se encuentra lo que muchos consideran el primer algoritmo diseñado para su procesamiento por una máquina.
Hija del poeta Lord Byron y su esposa Lady Byron, dada su posición social tuvo contacto con importantes intelectuales de la época y desde muy joven mostró una gran capacidad para el cálculo matemático. Su visión sobre la capacidad de las computadoras para ir más allá del simple cálculo es uno de los puntos que más se destacan sobre su aportación al desarrollo de la informática, especialmente teniendo en cuenta que se trata de la primera mujer en destacar en este campo y, paradójicamente, la primera en alcanzar una visión tan futurista del potencial de la programación como herramienta de progreso.
Rosalind Elsie Franklin fue una destacada química y cristalógrafa británica, y a ella se le atribuye nada menos que el descubrimiento de la estructura de la doble hélice del ADN a través de la famosa fotografía 51, tomada por ella misma durante su estancia en el King’s College de Londres. Se trata de una imagen de rayos X en la que podía verse una cruz de puntos oscura, estructura que sugería la forma helicoidal de la molécula. Estudiante brillante, obtuvo diversas becas durante su carrera y terminó dedicándose a la investigación.
Este descubrimiento permitió conocer más detalles sobre el ADN y supuso un avance científico clave en el campo de la genética, si bien se atribuye a Francis Crick y James Watson la publicación de la definición modelo de la doble hélice del ADN en 1953. Estos dos científicos, junto con Maurice Wilkins, obtuvieron por este hallazgo el Premio Nobel de Química en 1962, después del fallecimiento de Franklin, si bien Watson aseguró que ésta debió ser galardonada también, algo imposible dado que las normas del premio impiden conceder el galardón a título póstumo.
Franklin también contribuyó a la comprensión del ARN (el único material genético en algunos virus), del carbón y del grafito. Parece que sus descubrimientos sobre el ADN fueron más apreciados póstumamente, mientras que sus investigaciones sobre el carbón y los virus tuvieron mayor éxito en vida.