Miguel Bosé, que en los últimos tiempos ha estado en el ojo del huracán por cuestiones ajenas a su vida artística, ha decidido ahora sincerarse con unas memorias. En la primera entrega, que lleva por título ‘El hijo del Capitán Trueno’, el cantante se limita a relatar cómo fue la complicada relación con su padre, el torero Luis Miguel Dominguín.
Dejando atrás el Bosé de los últimos meses, rememora recuerdos duros de un padre autoritario que buscaba en Miguel su heredero: “Era rudo, tosco, cazador, mujeriego”…
En su ‘diario infantil’ cuenta cómo Dominguín le obligó a participar en cacerías, cómo le llamaba nenaza por su sensibilidad.
“Se hace insoportable y a mi manera le plantaba cara”, cuenta.
También rememora los recuerdos de una separación, –sobre la cual apunta que “por lo menos no estaba esta bestia”, en referencia a su padre–, al tiempo en que también se acuerda de todos esos días felices rodeado de estrellas como Ava Gardner, Lola Flores o su admirado Picasso.
“Había otros que eran unos estirados”, afirma, antes de pronunciarse ante las cámaras de Telecinco sobre la parte en que recuerda esa noche de 1977, su estreno, con los ojos clavados de su padre, en la que dejó de ser Miguelito para ser Bosé.