Un grupo de ingenieros de la universidad de Greenwich ha localizado mediante georradares en 3D el palacio perdido de los Tudor, el llamado palacio de Greenwich o de Placentia. En concreto ha encontrado los cimientos del patio de armas donde estaban la casa de banquetes, la casa de los disfraces o teatro, diversos edificios y el campo de justas medievales. Han identificado el patio de armas por las dos torres con forma octogonal que lo presidían y que daban a la pista donde hacían los torneos y donde se subía el público para presenciarlos. Estas torres aparecían en muchos cuadros del siglo XVI y XVII y definían la silueta del palacio porque sobresalían por su parte superior. Se sabía que estaban por la zona, como el resto del palacio, pero no tenían su ubicación exacta. Lo han encontrados bajo los museos navales de Greenwich.
Este hallazgo es significativo porque en el campo de justas del palacio era donde se celebraban los torneos medievales de la época y donde el rey Enrique VIII (1491-1547) sufrió el accidente en 1536 que cambió su carácter y aceleró su deterioro físico hasta su muerte once años más tarde. El descubrimiento es mérito de un equipo integrado por arqueólogos de la compañía privada Wessex Archaeology, historiadores de los museos navales e ingenieros del grupo de investigación Captivate de la Escuela de Diseño de la Universidad de Greenwich e historiadores de los museos reales de Greenwich.
El palacio de Greenwich fue uno de los dos palacios oficiales de los Tudor, la familia que reinó en Inglaterra, Irlanda y Gales entre 1485 y 1603. Estaba situado en lo que en el siglo XVI eran las afueras de Londres y donde ahora están los museos navales del este de Londres en la orilla del Támesis. El palacio de Whitehall era el centro político y el de Greenwich, el centro recreativo, de placer. El de Greenwich era el favorito de Enrique VIII. Allí fue donde nació y donde nacieron las dos primeras hijas que tuvo con Catalina de Aragón y con Ana Bolena. Estaba dedicado al gozo y disfrute del monarca y de su séquito y cortesanos.
Había un salón de banquetes enorme para sus fiestas extravagantes, sala de teatro, establos, perreras, pistas de tenis (deporte del que era un apasionado), y también estaban los hoyos para las peleas de gallos, el cruel espectáculo que adoraba Isabel, la hija que tuvo con Ana Bolena, la futura reina Isabel I. Luego estaba la pista de justas de 200 metros de largo y 76 metros de ancho donde se batían con lanza, armadura y con caballos los caballeros. Enrique VIII solía participar en los torneos. “Cuando el monarca estaba en palacio había cientos de cortesanos, sirvientes, soldados, poetas, dramaturgos, diplomáticos, dignatarios extranjeros y espías, clérigos fanáticos religiosos y parásitos de la corte”, explicó la arqueóloga Jane Sidell a la revista Live Science.
El palacio cayó en desgracia y fue abandonado durante las guerras civiles británicas que se sucedieron entre 1642 y 1649 entre realistas y parlamentaristas, unas guerras que terminarían con la decapitación de Carlos I (de la familia de los Estuardos) y la instauración de la república de Oliver Cromwell. Durante el periodo de guerra el palacio sirvió como fábrica de galletas, primero, y como campo de prisioneros después, durante la guerra con los holandeses. Cuando la monarquía fue restablecida en 1660, Carlos II ordenó demolerlo y en su lugar mandó construir otro palacio donde hoy están la universidad de Greenwich y el Museo Marítimo.
En 1875, mientras se excavaba el túnel para el ferrocarril por debajo del Támesis, cerca del parque de Greenwich, encontraron unos ladrillos de la época de los Tudor. Los historiadores concluyeron que pertenecían a las dos torres octogonales de la pista de justas del palacio perdido. Y ubicaron las torres en ese lugar. Pero el nuevo hallazgo indica que estaban cien metros más allá. “Es muy difícil pensar que los octágonos no sean de las dos torres”, dijo Simon Wilters, el jefe del grupo de investigación Captivate.
No es la primera vez que encuentran restos del palacio. En 2017 un equipo que trabajaba en un proyecto de conservación de la Old Royal Naval College, la universidad de Greenwich, encontró los restos de dos habitaciones del palacio muy bien conservadas con azulejos flamencos con vidrio de plomo.
El 2 de enero de 1536 Enrique VIII sufrió el fatídico accidente mientras participaba en un torneo. Su caballo cargó tan rápido contra el contrincante que el monarca perdió el equilibrio y se fue al suelo y el animal le cayó encima. Las fuentes de la época dicen estuvo “dos horas sin hablar”, lo que los investigadores de hoy interpretan como que estuvo inconsciente durante dos horas. Los historiadores creen que ese fue el evento central de vida de Enrique que cambió su comportamiento. Entonces tenía cuarenta y cuatro años.
Antes del accidente, los embajadores de España y Venecia describieron a Enrique VIII como un rey encantador, extrovertido, inteligente y apuesto. Era un estratega exitoso en sus campañas militares. Después del accidente, según los informes de la época, se convirtió en un monarca impulsivo, a menudo deprimido y con migrañas, en un hombre cruel, tiránico y lleno de miedos, atrapado en la paranoia política y los errores militares.
En el momento del accidente, Enrique VIII se había casado ya con su segunda esposa, con Ana Bolena, y había roto con la Iglesia Católica. Él y Ana Bolena habían tenido a su primera niña y estaban buscando un niño varón, la gran obsesión del monarca a lo largo de su vida. Ana Bolena estaba embarazada otra vez de un niño que perdería al nacer en el que sería el segundo de sus múltiples abortos. Cuatro meses más tarde del accidente la mandaría decapitar tras acusarla de adúltera.
En el 2015 un estudio del departamento de neurología de la Universidad de Medicina de Yale concluyó que fueron los golpes sufridos durante los torneos y, en especial, la lesión cerebral que le provocó la caída de 1536, la que le cambió su carácter. Su comportamiento se convirtió en errático e impredecible como, por ejemplo, cuando en 1546 condenó a muerte a su sexta esposa. Cuando los soldados llegaron para llevársela a la Torre de Londres donde se llevaban a cabo las ejecuciones, él se enfrentó a ellos para impedirlo porque no se acordaba que él había dado la orden.
“Es realmente intrigante pensar que la historia europea moderna puede haber cambiado para siempre debido a un golpe en la cabeza”, dijo uno de los autores del estudio. Otros efectos secundarios originados por el traumatismo craneal de la caída, según ese estudio, fueron la deficiencia de la hormona del crecimiento y el hipoginadismo, que podría haberle generado impotencia.
Los investigadores e ingenieros de Greenwich empezaron a buscar el palacio perdido con motivo del 500 aniversario del 'Campo de la tela de oro', la cumbre real celebrada entre Inglaterra y Francia en 1520 para intentar poner fin a las hostilidades entre los dos países y frenar a los españoles. Han utilizado un radar de penetración terrestre de alta resolución para medir hasta dos metros de profundidad.
“El radar envía pulsos a la superficie que se reflejan y dan una imagen de lo que hay debajo”, explica Simon Wilters. Las imágenes de los radargramas han permitido situar las bases del palacio. El objetivo del equipo de ingenieros es el de reconstruir el palacio en 3D, el de los historiadores el de seguir profundizado en las costumbres de la época Tudor y en la compleja personalidad de Enrique VIII, el rey más absolutista que ha habido en Inglaterra. Y el de los arqueólogos, el de encontrar los cimientos del palacio. Ahora empezarán las tareas de excavación.