La novela que esta semana nos recomienda Fernando Fernández, de la librería bilbaína Etxean (Agirre Lehendakariaren Etorbidea, 135), nunca se había editado en nuestro país. Ha sido la editorial Periférica quien ha rescatado este clásico de la literatura norteamericana del sueño de los justos, para deleite de los sentidos. La librería ambulante, la primera obra de Christopher Morley, es una bella y tierna historia de amor por los libros.
Los hermanos McGill eran granjeros felices, hasta que un montón de libros entraron en el hogar: “Ése fue el comienzo del fin. Si lo hubiera sabido…”. Porque con su llegada, su adorado hermano comenzó a leer a todas horas y luego a escribir mientras ella seguía afanada manteniendo la granja y preparando pan, huevos y conservas para el desayuno.
Con un estilo que recuerda a Mark Twain y unos personajes cargados de humanidad, la acción se sitúa en los idílicos años en que la vida transcurría lenta y apaciblemente en los campos de unos Estados Unidos de principios del siglo XX.
Los McGill comparten protagonismo con un carromato plagado de títulos y autores, un pobre caballo, Pegaso, y un perro. Esta es una de las frases con las que el charlatán señor Mifflin consigue una venta: “Ninguna criatura sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que esté en posesión de un buen libro”.