Los libreros recomiendan grandes historias: 'pequeñas mujeres rojas'
Marta Sanz publicó este regalo narrativo justo antes del inicio de la pandemia. Con esta novela cierra su trilogía negra protagonizada por Arturo Zarco, tras 'Black, black, black' y 'Un buen detective no se casa jamás'
En 'pequeñas mujeres rojas' (Anagrama), la autora madrileña pone el foco en las fosas de la Guerra Civil y la violencia contra las mujeres
Cuando presentó esta novela en la Semana Negra de Gijón, Marta Sanz dijo en rueda de prensa que el oficio de escritor es un oficio que utiliza como materia prima “palabras cargadas de ideología” por lo que su obra “debe estar pegada a un tiempo político”. Y en pequeñas mujeres rojas (Anagrama), la autora nos habla de una democracia coja que no ha sabido dar voz al silencio de otros. Por eso aquí hablan los muertos y piden verdad, justicia y reparación a un país que ha sido incapaz de articular una verdadera política de memoria histórica.
En esta tercera entrega, al detective Zarco no lo encontrarán en primera línea, sino que observa la realidad desde lejos. Es Paula Quiñones, la inspectora de Hacienda que ya conocimos en anteriores entregas, quien en verano participa como voluntaria a un pueblo de Burgos, Azafrán, para desenterrar huesos. Los que aún ocultan las fosas de la Guerra Civil. Porque si la maquinaria del mal fue cruel con los hombres, la violencia se hizo mucho más brutal e inhumana contra las mujeres republicanas. Mujeres fusiladas embarazadas, recién paridas, violadas antes o después de morir y luego enterradas y olvidadas. Novela negra y novela política con la que la autora nos dice que ante la violencia y el fascismo no se puede mirar a otro lado.
Y la dureza de esta historia, tristemente real, está escrita con esa prosa exuberante y exquisita que desde el primer libro de Marta Sanz ha enamorado a Víctor López Bachiller, nuestro librero de esta semana. Es el propietario de Páramo (Lagares,11), una de las diez librerías de la Villa del Libro. Así es conocido el pueblo vallisoletano de Urueña, de apenas 200 habitantes. Dicen que es el pueblo más culto de España, porque hay más librerías que bares.