José María Cano dejó hace tiempo de ser el de Mecano. Tras experimentar con la música seria, hace dos décadas se pasó a los pinceles, y se ha reconvertido en un cotizadísimo pintor. Sus últimas obras se exponen desde el 14 de febrero y hasta el 1 de marzo en la sacristía de la catedral de Toledo en un singular montaje, Apostolados, que lo coloca frente a Doménikos Theotokópoulos, El Greco.
En el caso del antes músico, son 12 retratos que pintó entre 2015 y 2019, y que ya se expusieron el año pasado en el Museo de Arte de San Diego (EEUU). Entonces convivieron con obra de Velázquez, El Greco, Rubens y Murillo, entre otros.
De allí pasaron a Lisboa, donde Cano tiene una residencia, y se han mostrado al público en el Museu Nacional de Arte Antiga junto a los apóstoles de Francisco de Zurbarán.
Ahora se verán cara a cara con el grupo de apóstoles de Theotokópoulos que se conserva en la sacristía de la catedral de Toledo, realizado hacia 1607.
Cano se ha propuesto "traer al presente los valores espirituales de los apóstoles", inspirado en personas de su entorno cotidiano, como su hijo, Daniel, y amigos, según ha explicado la comisaria de la exposición, Rosa Martínez.
Daniel, de 25 años y que es el eje de la vida de José María Cano, encarna a san Juan, "símbolo de la pureza del alma, el amor y la entrega como elemento esencial que tiene que inspirar el nuevo milenio”.