'Adú', la llama de la tragedia humana de la emigración tras el humo de la política
Luis Tosar y el pequeño debutante Moustapha Oumarou encabezan el reparto de la cinta de Telecinco Cinema dirigida por Salvador Calvo que llega a los cines el 31 de enero
Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset España: la cinta "no tiene un mensaje para nadie. Tiene un mensaje para todos: no olvidemos"
Telecinco Cinema y Yelmo Cines destinarán parte de la taquilla de 'Adú' a la ONG Project Ditunga para la construcción de un hospital en la República Democrática del Congo
"Los problemas nunca acaban de tener solución". Palabra del abogado Antonio Garrigues Walker, que a sus lucidísimos 86 años es presidente de honor de la Junta Directiva del Comité Español de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Pues bien empezamos... Entonces, ¿qué remueve en el espectador la historia de Adú, el niño de seis años que intenta desesperadamente llegar a Europa huyendo de la miseria de África, y protagonista de la película del mismo nombre que Telecinco Cinema estrena el 31 de enero?
La cinta "no tiene un mensaje para nadie. Tiene un mensaje para todos: no olvidemos", concluye emocionado Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset España, en la presentación del largometraje.
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Que no olvidemos que detrás "del humo de la política" -con sus ideologías, sus condicionantes económicos...- se oculta "la llama de la tragedia humana, hecha de millones de tragedias" de la emigración.
En Adú se cuentan tres historias que terminan por encajar: la del niño -interpretado por Moustapha Oumarou, un pequeño y talentoso debutante, descubierto en una pequeña aldea de Benín- y el amigo con el intentará el salto a Europa; la de un activista medioambiental (Luis Tosar) que se reencuentra -física y afectivamente- con su hija (Anna Castillo), y un grupo de guardias civiles que patrullan la valla de Melilla (Álvaro Cervantes, Jesús Carroza y Miquel Fernández).
Tres historias que permiten abordar una derivada que no ayuda para acercar orillas cuando se habla de emigración: la incomunicación. "Frente al padre y la hija, que hablan el mismo idioma pero no se entienden, y los guardias civiles, que tienen el mismo objetivo pero no se entienden, los dos niños hablan distintos idiomas y se entienden", añade Vasile.
El germen de la historia hay que encontrarlo en los informativos y los periódicos de mayo de 2015: unos guardias civiles de servicio en el puesto fronterizo del Tarajal, en Ceuta, descubrieron que dentro de una maleta que acababan de pasar por el escáner estaba Adou, un niño de ocho años que iba a reencontrarse con su padre, profesor de francés, llegado tiempo atrás a España en patera.
Productora y director, Salvador Calvo (Lo que escondían sus ojos, 1898. Los últimos de Filipinas), le dieron vueltas a la manera de contar esa historia, que, a juicio de Vasile, es "una de las mayores señales de desesperación absoluta de un padre".
El azar quiso que en la vida de Calvo se cruzaran dos experiencias que le marcaron profundamente: la de un niño de seis años que desembarcó en Canarias con las que parecían ser su madre y sus dos hermanas -más tarde se descubrió que formaban parte de una trama de tráfico de órganos y que el pequeño era una futura víctima- y la de un chaval de 15 que huyó de Somalia y acabó en un centro de acogida.
Con ello arrancó el rodaje de esta película -que se empezó llamando Un mundo prohibido-. Que, según Calvo, es "una invitación a reflexionar". Sin "hacer pornografía del dolor", añade Vasile. Porque además de pena, "tiene que generar responsabilidad", matiza Garrigues Walker.
"Ojalá la mirada de Adú" -el pequeño Moustapha y sus enormes ojos que se comen la cámara- "cambie mentalidades y conquiste corazones", espera Jesús Vázquez, embajador de Buena Voluntad de ACNUR desde hace una docena de años. El presentador de Mediaset España anima a "desmontar el discurso del odio, de que los inmigrantes son los invasores".
En la primera acción de comunicación y donación solidaria de Mediaset España vinculada a una película, Telecinco Cinema y Yelmo Cines destinarán parte de la taquilla de Adú -un euro por cada entrada comprada online- a la ONG Project Ditunga para la construcción de un hospital en la República Democrática del Congo.