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Los amantes del cine de terror saben de buena mano que muchas de ellas están basadas en hechos reales, grabadas en sitios donde ocurrieron tragedias o han utilizado algunos objetos relacionados con la mala suerte o malditos.
En la historia del cine esta práctica es algo común, sin embargo, hay algunas películas de terror que tras haber utilizado este tipo de recursos se han encontrado con todo tipo de desgracias. Las más renombradas son Poltergeist (1982), El exorcista (1973) y La profecía (1976).
Esta película usó para su rodaje cadáveres humanos reales en algunas escenas, concretamente en la de la piscina.
La primera del reparto en experimentar una muerte trágica, fue Dominique Dunne que encarnaba a Dana Freeling. La intérprete sufrió una fuerte agresión de su ex novio, John Sweeney, que trató de estrangularla y acabó dejándola en coma irreversible por la falta de oxígeno al cerebro. Apenas unos días después fue desconectada por decisión de sus padres y los médicos. Oliver Robins tuvo más suerte que su compañera de reparto y se salvó de morir estrangulado por el payaso robot gracias a la rápida reacción de Steven Spielberg.
Después llegaría el turno de Heather O’Rourke. Tras terminar de rodar la tercera entrega de la trilogía, con apenas 12 años de edad, murió tras sufrir un ataque cardiaco.
Tiempo después moriría Julian Beck a causa de un cáncer de estómago. Y para cerrar la lista de trágicas muertes originadas por Poltergeist está la de Will Sampson, quien en la secuela daba vida a un médico indio y que murió a los 53 años por problemas post-operatorios.
El Exorcista narra el caso real de una supuesta posesión demoniaca a un niño de 14 años. Antes del comienzo el rodaje, y a pesar de que trajeron a un cura para que lo bendijese, este tuvo que posponerse debido a que se produjo un incendio en el decorado de la casa, en el que la única parte que quedó intacta fue la habitación del niño.
Ellen Burstyn (la madre del niño en el film) sufrió un fuerte daño en la espina dorsal durante la escena en la que es lanzada contra el suelo por Regan. El golpe la dejó dolorida de por vida y los gritos de dolor que se escuchan en la película son reales.
Entre otras desgracias, los actores Jack McGowran y Vasiliki Maliaros, además de otros siete miembros del equipo, murieron estando la película en post-producción. Hasta el celador perdió la vida a causa de un disparo. Entre estas tragedias se relacionan otras sucedidas a familiares de los actores que se produjeron mientras se rodaba la película.
Esta última película ha vivido todo tipo de hazañas, para empezar, los aviones en los que viajaban el actor Gregory Peck y el guionista de la película, fueron alcanzados por un rayo con una diferencia de varias horas. Motivo por el que el equipo de producción optó por alquilar un jet privado, aunque al final no subieron a él y menos mal, porque al poco de despegar se estrelló contra un vehículo provocó la muerte de la mujer y el hijo del piloto.
Los productores de la película, sobrevivieron a su vez a una bomba del grupo terrorista IRA, colocada en el hotel en el que se alojaban.
Además, John Richardson, el encargado de los efectos especiales de la película, sufrió un accidente de coche, junto a su asistente Liz Moore, que dejó a esta última decapitada. Esta tragedia sucedió en el kilómetro 66,6 de la ciudad de Ommen, cuando el título original de la película en inglés es The Omen.
Las muertes no terminaron ahí y uno de los encargados fue devorado por leones después de que alguien dejase abierta la jaula.