Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) es una de las voces más rompedoras de la literatura española. Con 30 años ya se ha hecho con un hueco en la poesía española por derecho propio. Pero más allá de sus versos, pegados a la piel y repletos de intimidad, Luna también se adentra en los vericuetos del placer y la sexualidad femenina en primera persona. Caliente es una reflexión sobre su experiencia tras sufrir el abandono de su entonces marido. Reflexiones breves y apuntes sobre otras autoras en torno a la masturbación, el poliamor, el deseo, el consentimiento… se suceden a lo largo todo el ensayo en una reivindicación del feminismo y de una nueva forma de entender el amor, el sexo y las relaciones de pareja.
Pregunta: Dices que escribir es desnudarse y en este libro lo haces en sentido literal y figurado
Respuesta: Sí, es una pequeña trampa. Es un verbo que llama mucho la atención y es lo típico que pondríamos en un titular y yo también lo he hecho. Cuando tenemos un diario, decimos “fulanito se desnuda”. Muchas veces lo usamos a la ligera, como algo a lo que tenemos que mirar a escondidas y no podemos hacerlo con los ojos abiertos de par en par. Yo quería que de un tema tan tabú y tan íntimo como la masturbación se pueda hablar con los ojos y la mente totalmente abierta y no nos avergüence leer la intimidad de otro.
P: Para que no te avergüence leer la intimidad de otra persona, tiene que haber una persona que no se avergüence de contar su intimidad
R: Sí, eso es algo que he aprendido leyendo a Anais Nin y a tantísimas escritoras que llevan tantos años practicando esta desnudez autoimpuesta.
P: En este caso, partes de una ruptura sentimental para adentrarte en el mundo de la masturbación femenina, algo completamente tabú
R: Hay un feísmo en torno a la masturbación masculina. Son temas que se hablan con risotadas, como herramienta para disimular la vergüenza. Pero en la femenina es que ni siquiera está en la conversación. A mí me parecía peligroso que con la llegada del satisfayer se generalizasen también las risotadas en torno a la masturbación femenina y no se tomase en serio algo tan vital para la salud mental y física como es la masturbación. No quería que se convirtiera también en un meme de nuestra experiencia. Esa era mi duda. ¿Se puede hablar de esto con total normalidad como si estuvieras narrando cualquier otra cosa? Yo creo que sí se puede.
P: De hecho la masturbación masculina se la considera propia de viciosos y la femenina es un acto de empoderamiento
R: Pero responde al mismo tabú. Todo alrededor del placer solitario es un tabú, porque nadie puede controlar lo que hacemos cuando estamos solos, o lo que se nos pasa por la cabeza. Eso es algo peligroso, que alguien disfrute de su soledad.
P: Pones el ejemplo de personajes femenino de cómic o de series de televisión que o son inteligentes o son guapas. Como si no fuera posible tener inteligencia y belleza a la vez
R: Sí, hemos crecido con eso. Ahora que veo dibujos con mi hijo de cinco años sé que hay otros referentes y son personalidades más fluidas y menos arquetípicas. Pero en los 90 y principio de los 2000 lo que veía eran chicas que, si destacaban por su inteligencia más burla se hacía sobre su físico. Hace poco me hicieron una entrevista que se hizo muy viral por un titular sobre Bad Bunny, pero la mayoría de los comentarios era que yo salía fea en la foto. Es la sensación de que si una mujer da la cara tiene que ser guapísima e inteligentísima y estar a un nivel que no se le exige a nadie más.
P: Hablas de mujeres que se excitan con relatos de violencia, ¿hasta qué punto hemos normalizado el abuso que ya lo vemos también erotizante?
R: Esto es muy complejo y creo que es uno de los grandes temas cuando se debate de sexualidad en el feminismo. La mayoría del porno que he consumido desde adolescente era porno violento con las mujeres. Cuando han abusado de mí hasta muchos años después no me he dado cuenta de que eso era un abuso. Y ahí te das cuenta de que has consumido eso mismo que considerabas horrible que te estaban haciendo. Y sin embargo sigues sintiendo curiosidad por ello. Este es un problema muy grande porque te das cuenta de las carencias que tenemos en educación. Me pregunto si llegados a este punto podemos hacer otro tipo de pornografía y otro tipo de relatos que no incidan en esos roles abusivos
P: Normalmente lo que se concibe como porno para mujeres se reduce a que la imagen está más elaborada
R: Está el proyecto de Erika Lust X Confessions, que pide a sus usuarias que cuenten sus fantasías y las lleva a cabo. Que haya plataformas donde se puedan contar las fantasías sin ser juzgadas es importante. Es lo que señala Virginie Despentes. Si una mujer elige ver porno donde haya violencia y se fuerce a una mujer también es porque hay algo en su cabeza que nos tiene que hacer reflexionar. O el caso contrario, y en eso sentido es muy interesante la cultura del BDSM, y tenemos que aceptar que la violencia si es consentida también puede ser un juego. Yo no quiero que me violen. Evidentemente. Pero a lo mejor un día quiero que mi pareja me pegue un tortazo mientras follamos y yo se lo he pedido ¿estoy cayendo en la autodegradación? ¿O estoy erotizando el consentimiento? Es una pregunta que me hago y me encantaría que se pudiera investigar mucho más sobre el tema.
P: Precisamente el informe del CGPJ sobre la ley aprobada el año pasado pone en cuestión el consentimiento porque dice que se invierte la carga de la prueba. Quizá falta pedagogía en lo que se refiere a algo tan esencial como el consentimiento
R: Aquí entran muchos factores. La imagen que yo tengo de educación sexual es con 13 años una educadora sexual en clase que nos enseñaba a poner un preservativo en un pene de plástico y toda la clase pasaba en fila a hacer la prueba. Ahora hay mucho más activismo y encuentras canales de sexólogas en youtube, pero me pregunto si es conveniente adelantar la edad de información y que desde la infancia ya tengamos esos conocimientos. Ahora mismo parece más crimen dar una charla sobre cómo es una polla, qué es el consentimiento, qué es decir sí, cómo decir sí, cómo actuar cuando te dicen no…. Tantas cosas. Parece más problemático hablar con un menor sobre esos temas que si luego violan a ese menor. La información y el conocimiento es más problemática que la realidad que tenemos.
P: Planteas que en toda relación es habitual encontrar una parte de sufrimiento. Sin caer en el maltrato, ¿tenemos que aceptar que el amor no es siempre idílico?
R: Claro esto es terrorífico. Hace poco estuve en un club de lectura de Caliente y una de las chicas, contaba que la historia de amor de sus abuelos es que el abuelo raptó a la abuela para casarse con ella. Siendo mayor que ella y cuando ella era menor de edad. Luego tuvieron 10 hijos. Eso se ha normalizado hasta el punto de que nadie puede poner una duda sobre ello. La sociedad ha tendido a romantizar la violencia desde siempre y ahora tenemos que formar otros relatos. No estoy abogando por la destrucción de la monogamia ni que el poliamor sea la felicidad absoluta. Estoy abogando porque haya otros relatos para que cada cual sepa qué quiere y pueda pactar con la otra persona qué desea. De lo contrario tenemos normalizada la historia de un señor que ha violado durante toda su vida a una menor.
P: Ahí surge el problema de que si ya es complicado llegar a un acuerdo con una sola persona, introducir más personas en el acuerdo puede ser mucho más complejo
R: También depende de qué entendemos por acuerdo. Para mí dónde desayuno los sábados por la mañana con mi exmarido y mi hijo siempre es un conflicto porque cada uno quiere un sitio distinto. Elegir a qué colegio queremos llevarlo también es una pelea constante. Pensamos que la pareja es el centro de todo y no es así. El centro debería ser la capacidad de cuidarnos con las personas que nos rodean. Estamos acostumbrados a forzar la idea de que la pareja es el centro del universo y no lo es. Hay más vida alrededor. A mí me ha llegado a decir gente, si ya es difícil la vida con una persona imagínate con dos. Y me lo ha dicho gente que sé que es infiel. Romper ese secretismo y trabajar desde la base puede ser la solución.
P: Pero lo más probable es que los intereses de cada persona, y más si es más de una persona, sean complicados de conciliar
R: Es que lo importante es estar bien con una misma. En los grupos de amigos, en las relaciones familiares… también celos y disputas pero se sigue manteniendo ese vínculo porque es importante. La ruptura también es un tabú. Cómo rompemos, cómo nos han dicho que tenemos que romper, ¿por qué usamos el verbo romper si quizá sería más adecuada una mutación? Me interesa más la mutación. Estoy en contra de las rupturas porque nos han enseñado que tienen que ser violentas y no es así.
P: De hecho el libro empieza con una ruptura que termina convirtiéndose en una experiencia de poliamor sin que se perciba como una situación de claudicación, sino como una actitud empoderante de la que te puedes enorgullecer
R: A mí me gusta la cura por la escritura y contar las cosas que a una le pasan y hacerlo de forma objetiva. Si te paras a pensar ¿qué acaba de pasar? El corazón roto. Vale ¿Es tan grave? ¿Es tan denigrante? No. Pues a partir de ahí vamos a contar lo que pasa
P: Hablas del cambio de paradigma de modelo de figuras masculinas erotizantes desde la figura protectora paternalista hasta el compañero de viaje
R: Sí, aquí quiero reivindicar el valor de la amistad y la generosidad. Un amor que no tenga amistad, no es amor. Creo que era Spinoza quien decía “si el objetivo es el amor, el camino es la generosidad”. Eso lo asociamos más a las relaciones familiares. Un abuelo con su nieta, una madre con su hijo… Pero una relación sexo-afectiva no está reñida con esos cuidados. En la sociedad que tenemos ahora nos hace falta mucha generosidad y mucha ternura para que esto no se nos vaya de las manos.