Javier Limón es uno de los productores musicales más conocidos de España, sobre todo por ser el responsable de juntar a dos figuras como Bebo Valdés y Diego el Cigala y grabar en 2003 el álbum ‘Lágrimas negras’. Pero también está detrás de la producción de ‘El cantante’, uno de los mejores discos de Andrés Calamaro o de los últimos trabajos de Paco de Lucía y Enrique Morente.
Actualmente vive en Boston, donde imparte clases en Berklee College of Music, una de las más prestigiosas universidades de música del mundo, pero estos días ha vuelto a España para presentar su libro de memorias ‘Limón’ (Ed. Debate), donde da cuenta de su trabajo con los principales artistas de nuestro país y también hace balance de su intensa vida, hasta ahora.
Pregunta: Porque con 48 eres un poco joven para escribir unas memorias…
Respuesta: Me gustaría mucho que hubiera una segunda parte cuando tenga 80 ó 90 años. Es verdad que soy joven para esto, pero había mucho material, y además estoy en un cambio de ciclo, con mi vida en Boston muy estable. Ahora los periodistas ya son más jóvenes que yo. Estas son las memorias del jugador, y luego vendrán las del entrenador.
P: Cuando eras un niño escribiste: “Lo que amo es la música, por encima de todo”.
R: Es una necesidad. La música es parte de mi vida, ahora ya a niveles obsesivos. Te puedo decir la nota que está dando la botella que está colocando ese chico. Cuando pongo el intermitente del coche o veo el parpadeo de un semáforo creo inconscientemente patrones rítmicos.
P: ¿Y dónde queda el placer de escuchar música?
R: No me da tiempo a escuchar música por placer. Me pego 12 horas diarias en el estudio, y cuando llego a casa ya no apetece. Pero la música me encanta. Escucho una sintonía de radio y me engancho, por ejemplo.
P: “Un veneno”, confiesas.
R: Es verdad lo que decía Paco de Lucía: te das cuenta de que cada vez sabes menos porque cada vez ves más. Yo antes pensaba que el flamenco era lo más, pero luego descubrí el latin jazz,latin jazz y luego la música brasileña y luego la cubana.
P: Paco de Lucía te decía que uno tiene el gusto perfilado con cuatro años.
R: El gusto por la música y por todo. Si te gusta mucho la naranja de niño, es difícil que deje de gustarte con 25. Son cosas que van muy dentro. En mi caso se traduce por ejemplo en que me gusta un determinado tipo de cantaores que escuché ya desde niño.
P: Eres conocido sobre todo por ser productor musical. Explícalo a la gente que no sabe lo que es.
R: Lo comparo con un arquitecto. Tiene que tener conocimientos tecnológicos (para que la casa no se caiga), musicales y artísticos (para que la casa sea bonita) y de negocios (para que el proyecto sea viable).
P: Pero tú empezaste como cantaor y luego seguiste como compositor flamenco.
R: Quise ser cantaor pero era muy malo. Nunca me podría haber ganado la vida con eso, pero sí me enseñó a componer para los flamencos.
P: Y llega el año 2003 y produces lo que llamas "un póker de discos”.
R: ‘Lágrimas negras’ de Bebo y el Cigala, ‘El cantante’ de Calamaro, ‘Cositas buenas’ de Paco de Lucía, y ‘El pequeño reloj’ de Enrique Morente. Hicieron posible que de manera repentina yo pudiera tener un hueco en la industria musical.
P: Vamos uno por uno. Enrique Morente.
R: Su oreja era una grabadora, era alguien capaz de escuchar una frase complicada y memorizarla al momento. En esa época no se daba una segunda oportunidad a los cantaores. Si oías una melodía tenía que saber repetirla.
P: Bebo Valdés.
R: Bebo es uno de los personajes más importantes de la música del siglo XX. Coincidió con Nat King Cole, Sarah Vaughan, Frank Sinatra, Cachao y la época del Tropicana.
P: Hablas del triángulo del piano.
R: Es algo curioso. Uno de los pianistas favoritos de Bebo era Bill Evans, que admiraba a Nat King Cole, a quien le encantaba Bebo.
P: Diego el Cigala. “No hay nada como un buen triunfo para que se jodan las cosas”. Os distanciasteis tras ‘Lágrimas negras’.
R: Se acabó un ciclo. Se sació el hambre de éxito artístico. Nos saciamos. Todos creemos que el éxito es gracias a uno mismo. Yo entonces no tenía la madurez suficiente para lo contrario. Ahora habría manejado de otra manera mi propia soberbia y mi ego. Me encantaría seguir en contacto con el Cigala y hacer cosas con él.
P: Anécdotas que cuentas: una llamada de Rubén Blades a Paco de Lucía.
R: Es muy gracioso. Paco está en bata mirando a la jungla desde su casa en Yucatán y le llama Rubén para proponerle tocar en su nuevo disco. Y Paco responde: “Bueno, Rubén, a mí lo que gustaría ahora es que me la chuparan”. Era una broma y el otro no lo entendió y le colgó. Pero luego han sido muy amigos.
P: Frank Sinatra y Julio Iglesias.
R: Sinatra le recomienda a Julio su productor, nada más y nada menos que Quincy Jones. Y a las dos horas se vuelve con Ramón Arcusa (Dúo Dinamico), su productor de toda la vida. Julio probablemente se equivocó.
P: Calamaro. Decidió grabar las versiones de ‘El cantante’ en el tono original.
R: Sí, incluso hay algunas un poco altas para su tono, como ‘Algo contigo’. No sé por qué lo hizo pero me parece genial. De hecho, es una de las canciones que a mis alumnos de Berklee más les gustan. Es la mejor versión que he escuchado.
P: Fuiste protagonista de la reconciliación de Charlie García y Andrés Calamaro, enfadados por una mujer.
R: Sí, acabamos con Fito Páez al borde de la piscina en la inauguración de un hotel de Buenos Aires. Nosotros escuchábamos. Andrés y Charlie hablaban.
P: Alejandro Sanz.
R: Es muy buen músico. Tiene muchos recursos para componer canciones. Es sorprendente. Puede escribir una letra y luego musicalizarla, o una melodía y luego ponerle letra, o unos acordes y luego ponerles melodía y letras. A veces compone solo, otras veces nos pide una base para improvisar y luego elegimos partes.
P: Jorge Drexler.
R: Siempre empieza por el texto y luego construye melodías y armonías. Es de los pocos a los que tú puedes dar una melodía muy compleja y él te hace una letra muy buena. Poner melodía a una letra es muy fácil. Al revés, es más complicado. Jorge Drexler se reconoce más brasileño que uruguayo, influido por Caetano Veloso hasta Tom Jobim.
P: Precisamente dices que Brasil ha “supuesto la aportación armónica más importante a la música convencional en el último siglo”.
R: Sí. Fue histórico que Frank Sinatra viera en Jobim una revolución armónica para los estándares de jazz.
P: Y cambiando de tema. ¿No hace mucho frío en Boston?
R: Mucho, menos 25 grados estos días. Lo bueno es que mi vecino de abajo me quita la nieve. Sale a fumar con esa temperatura. Boston tiene algo muy bueno, como la industria de la educación, con medio millón de estudiantes de 100 países distintos llegando cada año a la ciudad. Pero Madrid es divertidísima, supersegura, muy social. Lo ideal sería el término medio de las dos.
P: ¿Y la experiencia de ser profesor?
R: Me encanta. He aprendido a serlo. Al principio me penalizaba la prisa, y mi di cuenta de que no por hacer todo más rápido terminas antes la clase. Aprendí a frenar y ahora también aprendo de mis alumnos, que son mejores músicos que yo. Y me ha servido para ordenar mis conocimientos, como por ejemplo cómo se estructura una bulería.
P: Leo en ‘Limón’ una frase de John Coltrane: “Hay que cambiar aunque sea para peor”.
R: Coltrane decía que con el cambio llegas a otro sitio, aunque sea peor, pero quizá para luego ir a un sitio mejor. El cambio es importante, mueres si te quedas en el confort de lo que funciona. Si Paco de Lucía se hubiera quedado en ‘Entre dos aguas’ pues a la séptima rumbita ya habría sonado igual. Sin embargo, todos sus discos son diferentes, más ricos a nivel rítmico, armónico, y cada vez mejores.
P: ¿Y tú qué cambio vas a hacer?
R: Ahora estoy produciendo un disco que me han tirado a la basura porque lo he hecho todo electrónico. Me llamaron por ‘Lágrimas negras’, pero yo eso ya lo he hecho. Si al final consigo algo nuevo con la electrónica, valdrá un mundo.
P: Última pregunta. ¿Qué te parece el trap?
R: No hago un análisis muy musical. Es más un fenómeno de impacto social y visual.