Luis Mateo Díez: "La juventud de hoy está asediada y desasistida"
Luis Mateo Díez acaba de publicar 'Juventud de cristal', una novela sobre la vulnerabilidad y la inconsciencia de la juventud llena de personajes entrañables y melancólicos
Narrador magistral, cinéfilo empedernido y lector de retaguardia son las tres pasiones que mejor definen a este académico
"Los jóvenes no solo tienen que lidiar con su soledad, sino con la soledad en la que los mete la sociedad”, lamenta el autor
Su condición de escritor prolífico ya la tiene asumida. Le ha costado. "Me daba mucha vergüenza. Antes me decían: '¡Mateo, ¿otra novelaaa?'. Ahora la frase es: '¡Otra novela de Mateo!". Y sonríe con esa actitud irónica, cercana y de buen conversador, porque (doy fe), le gusta hablar. Dice que la vida es menos vida sin novelas, y Luis Mateo Díez tiene otra, Juventud de cristal Juventud de cristal(Alfaguara), donde nos vuelve a llevar a su particular universo. A esas Ciudades de sombra, a ese tiempo sin tiempo, por donde, esta vez, se deslizan unos jóvenes de cabeza alborotada y fantasiosa entre los que destaca Mina.
Pregunta. ¿Considera que la juventud es una de las etapas que más nos marcan en la vida?
MÁS
Respuesta. Es una edad en la que las cosas son tremendamente radicales, las ilusiones pueden llegar a disparatarse y a la vez hay cierta conciencia de finitud. Es la edad en la que se hace el aprendizaje de la soledad. Son años muy interesantes, poderosos y a la vez muy frágiles. Ese mundo a mí siempre me ha obsesionado, tal vez recordando mi precaria juventud con aquella miseria moral y política que nos rodeaba.
P. Con esa capacidad evocadora que marca su estilo nos muestra a un personaje, Mina, dueña de una imaginación sin límites.
R. Más bien tiene una imaginación altruista. Ella se ha creado una imagen de sí misma a través de los fotogramas que encuentra en el suelo del cine de los Sustos. Y se ve como una enfermera de la Primera Guerra Mundial que viaja en una ambulancia socorriendo a los heridos. En este caso los heridos son sus amigos, jóvenes muy atolondrados y bastante "tocados de la cabeza" que le siguen la corriente. Me interesaba mostrar ese momento lleno de contradicciones, de enamoramientos fugaces, cómo la intensidad vivida un día está olvidada al siguiente.
Llevo una vida recóndita y vivimos en un momento en el que es importante tener conciencia de refugio"
P. Ese carácter altruista es hoy una de las grandes cualidades de los jóvenes, no cree?
R. El joven tiene una conciencia ensimismada, un egoísmo atroz pero a la vez una capacidad de relación y generosidad extrema. Sin ninguna duda. Pero yo creo que la juventud hoy está asediada y desasistida. Asediada por tantos ofrecimientos, el mundo es tan exuberante que todo está lleno de maravillas. Las nuevas tecnologías te permiten entrar a decir las mayores chorradas que se te puedan ocurrir y recibir los mensajes más estúpidos. Y ese avasallamiento tiene otra cara que es la imposibilidad de organizar un proyecto de vida, independizarse. Algo tan natural como abandonar el nido se está convirtiendo en una utopía. Los jóvenes no solo tienen que lidiar con su soledad sino con la soledad en la que los mete el mundo.
P. Veo que le abruma tanta información, la facilidad con la que se pueden acceder a las cosas más insospechadas.
R. La sociedad hoy es fascinante, contradictoria, disparatada, a veces muy estúpida, llena de gente que nos gobierna que solo verlos dan miedo. Yo siempre digo, no solo me meto en casa sino que duermo debajo de la cama para que la actualidad no me pulverice. Llevo una vida recóndita y vivimos en un momento en el que es importante tener conciencia de refugio.
P. Cree que el frñio Internet ofrece suficiente educación para las nuevas generaciones?
R. Es un elemento de progreso extraordinario pero es un objeto de uso, no un objeto al que te sometes, porque entonces estás perdido. A mí me ha pillado mayor y tengo que administrar mi tiempo. Tengo un móvil maravilloso de la edad de piedra. El otro día me lo vieron y me sueltan: "¡Oye, Mateo. Ese móvil vale un dinero porque es arqueológico!".
La corrupción es una de las circunstancias más penosas de nuestra democracia"
Tiene un sentido del humor sutil e inteligente, el mismo que encontramos en las páginas de sus libros. Siempre ha defendido la imaginación como elemento imprescindible y el concepto de ficción en su expresión más pura. Gracias a ella ha conquistado muchos reinos y ciudades… el de Celama, Oceda y ahora Armenta. Un lugar donde está el cine de Sustos y el Baile de Corales por donde deambulan los personajes de Juventud de cristal.
"Son mis ciudades, mis espacios simbólicos porque soy un escritor irrealista, por eso he creado un mundo un poco fantasmal y onírico, cercano a la estética expresionista. Kafka, Becket, Rulfo e incluso pinceladas de Galdós son mis puntos de referencia. Evidentemente también hay seres humanos que están viviendo problemas, asuntos, que pertenecen a lo mejor de la eternidad de lo que somos, pero también a la desgracia que nos rodea".
P. En su anterior novela, El hijo de las cosas (Galaxia Gutenberg, 2018), nos sacó una sonrisa hablándonos de un tema tan desagradable como la corrupción.
R. Es duro tener que seguir hablando de ello. Es una de las circunstancias más penosas de nuestra democracia. Lo hubiera contado hoy de una manera furibunda Valle-Inclán. Daría para un esperpento terrible, aunque ya no sé si pide otro tipo de estéticas deformantes. Este asunto en la vida es una desgracia y en la literatura una pesadez.
P. Pero si le ponemos humor...
R. Que sea el humor negro español, que es la vertiente que a mí me gusta trabajar. La novela del absurdo que fluye por la imaginación. El problema es que ahora los españoles nos hemos hecho más adustos, no utilizamos un humor estrafalario sino malévolo, casi casi venenoso.
Seré un escritor póstumo"
Las mesas de su casa están llena de libros. Al lado del sofá, la Divina Comedia se hace un hueco entre los antiguos thrillers que publicaba Bruguera, porque a este académico de la Lengua le gusta la novela policíaca. "Hoy la novela negra y otras variantes han encontrado una dimensión comercial que suele ser la exageración y la extensión. Tochos de más de quinientas páginas, con crímenes terribles. Estos clásicos no pasan de doscientas y tienen una tensión de escritura, de lenguaje y de intriga excepcional". Y me enseña un pequeño volumen.
Cuando le pregunto por la frustración del lector por lo que encuentra en el mercado editorial, la respuesta es clara. "Yo releo a los clásicos. Además tengo la suerte de tener una biblioteca totalmente desordenada, con lo que a mis años, me he convertido en un lector de hallazgos, de retaguardia".
Es un cinéfilo empedernido. "Me encantaría ir a ver El irlandés al cine, pero no puedo por razones prostáticas. Así que lo veré en televisión, que para mí empieza a ser más práctico". La mayor parte del día lo pasa escribiendo porque su gran novela está por llegar. "A lo mejor está entre algunas de las siete u ocho que tengo por publicar, durmiendo el sueño de los justos. Yo escribo y congelo después de corregirlas muchísimo, porque parte de la enfermedad que padezco es el perfeccionismo. Detrás de cada nuevo libro hay una voluntad de reto, por lo que, seguro, seré un escritor póstumo".
P. Y su idea de felicidad.
R. La tranquilidad, que es el reposo de la conciencia, del espíritu. Las parejas que son felices lo son porque están equilibradas, no porque se maten de amor a mordiscos.
Y despliega una inmensa sonrisa.