Mahmood: "Mi música es como mi personalidad, yo cambio y ella cambia conmigo"
El autor de 'Soldi' -que cuenta con más de 180 millones de reproducciones en Spotify-, presenta 'Ghettolimpo', su nuevo disco
"Si todos te dicen que algo no se puede hacer, lo importante a veces es poderlo imaginar"
"Para mí, la palabra periferia significa casa", asegura el representante italiano en Eurovisión 2019
El día que Maneskin devolvió la victoria a Italia en Eurovisión tres décadas después, parte del éxito también fue para Mahmood. Dos años atrás, el autor de ‘Soldi’ ya estuvo a punto de conseguirlo. Quedó segundo, pero dejó la puerta abierta. Hoy ‘Soldi’ tiene más de 180 millones de reproducciones en Spotify y otras tantas visualizaciones en Youtube. Mientras, la música italiana, tan apegada a la ‘canzone’ melódica de otra época, vuelve a traspasar fronteras. Alessandro Mahmood (Milán, 1992) es uno de sus mejores embajadores. Su estilo, mezcla de sus raíces árabes con el pop y la música urbana, descifra mejor que nadie en su país el humor del momento.
De padre egipcio y madre sarda, Mahmood nació y se crio en la periferia de Milán, en el gueto. Un refugio seguro para los vértigos de la fama tras ganar en Factor X, el Festival de Sanremo y el escaparate de Eurovisión. Estos días presenta su nuevo disco, ‘Ghettolimpo’, con el que se mueve entre estos dos mundos. Después de años escribiendo y componiendo para otros artistas, es su segundo trabajo en solitario tras ‘Gioventù bruciata’. Con alguna versión en nuestro idioma, el cantante demuestra en esta entrevista con NIUS que está preparado para saltar a este mercado. Habla en español fluido y reconoce que le encanta el sonido áspero con el que el público ibérico entona sus letras en italiano.
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Pregunta. El disco anterior anterior, ‘Gioventù bruciata’, se asienta en las periferias y los problemas que hay en ellas. ‘Ghettolimpo’ parece más un símbolo de liberación. ¿Lo podemos definir así?
Respuesta. Más que liberación, prefiero decir que ‘Gioventù bruciata’ era un disco de mi pasado, de mis raíces. Mientras, ‘Ghettolimpo’ habla de la segunda parte de mi vida, de los 27 o 28 años. Pongo todas mis mayores pasiones en él, que son mi atracción por la mitología y por el mundo japonés del anime y el manga. El título quiere describir un nuevo mundo: entre lo más alto, que es el olimpo; y lo más bajo, que es el gueto. Cuando era pequeño, mi mamá me compró una enciclopedia para niños, con historias mitológicas, que se trasladan a canciones como ‘Rapide’. Además, el disco también tiene un lado más tecnológico, porque lo pensé como si fuera un videojuego. Cada canción un nivel, cada canción un personaje. Temas como ‘Dorado’, ‘Talata’, ‘Klan’ o ‘Kobra’ tienen una melodía como el bit de los videojuegos.
P. El disco de una persona de 28 años gusta mucho entre las generaciones jóvenes. Pero, ¿gente más mayor o un público con una concepción más rígida de la música pop o de la identidad social puede llegar a entenderlo?
R. Yo creo que este álbum es bastante diferente a lo que he hecho anteriormente, quizás sea algo difícil de entender la primera vez. La producción musical es mucho más 'dark' que en ‘Gioventù bruciata’. Hay canciones oscuras, pero tiene un final positivo. En estos últimos años han cambiado cosas en mi vida, las relaciones con la familia, amigos… El ‘mood’ que he vivido lo he puesto en la canción ‘Guettolimpo’ y se refleja en la portada del disco. Aparezco representado como Narciso, pero no enamorado de mi imagen, al contrario. No me reconozco, porque tengo una imagen distorsionada.
P. No será fácil gestionar el éxito para alguien joven, de un ambiente humilde, que de repente se ve en la cima. Sanremo, Eurovisión…
R. La suerte que he tenido es que todo eso me ocurrió con 27 años, con una madurez suficiente como para tener los pies en la tierra. No ha habido mucho tiempo para pensar, estaba todo el día trabajando y pasa tan rápido que no lo ves. Pensé mucho lo que me pasó en este año de cuarentena, cuando estaba encerrado en casa, con mis amigos y mi madre. Esto fue lo positivo de este año.
P. En ese final del disco aparece la figura de Ícaro, que inspira libertad. ¿Hay algo de redención?
R. Es una liberación parcial. Comparo a Ícaro, que no podía volar cerca del sol, con alguien que está dentro de una cárcel. Al final de todo, creo que la metáfora es que si todos te dicen que algo no se puede hacer, lo importante a veces es poderlo imaginar. Me gusta esta imagen del vuelo para terminar. Si tú estás encerrado entre cuatro paredes y te dicen que no puedes volar, si cierras los ojos sentirás el viento en la cara.
Si todos te dicen que algo no se puede hacer, lo importante a veces es poderlo imaginar
P. ¿La victoria de Italia en Eurovisión es un poco tuya? Parece que la nueva música italiana es ahora más internacional…
R. Espero que sí, porque es guay que la música italiana sea más importante en el mundo. Tiene una melodía y una fuerza que puede ser reconocida en todas partes y ahora hay mucha gente en Italia trabajando para conseguirlo.
P. La música italiana es la base, pero normalmente se ha asentado en unos moldes muy tradicionales. Quizás tú has conseguido fusionar ritmos que otros en este país no habían explorado. Por ejemplo, en la canción ‘Barrio’, ¿hay algo de flamenco, de Rosalía?
R. ‘Barrio’ se inspira en ‘Capricho árabe’, una canción antigua de la tradición española, que es un poco el origen del flamenco. La idea la tuvo Charlie Charles, que es el productor del tema. En realidad, viene de las melodías árabes que me hacía escuchar mi padre cuando era pequeño. Me ponía a sus cantantes árabes favoritas, como Sherine. Él me decía: “Alessandro, questa è la cantante più brava dell’Egitto”. A mí no me gustaba, porque quería escuchar la música del momento, pero esos ritmos se me quedaron en la cabeza.
P. ¿Qué te parece esa fusión que se produce en España? Rosalía lo internacionalizó, últimamente el fenómeno ha sido C Tangana…
R. A mí me gusta mucho la Nathy, la Nathy Peluso. Aunque ella es argentina… Fui a un concierto suyo en Barcelona y fue increíble.
P. Y con esa música árabe, ¿había atracción hacia ese mundo o te rebelabas ante él?
R. No me gustaba porque mi padre cantaba sobre la música y desentonaba demasiado. No entendía nada.
P. En el país de tu padre, en Egipto, existe una combinación de ritmos implantada desde hace mucho tiempo. El género ‘shaaby’ es una mezcla entre la electrónica, el folclore y la música popular.
R. Claro, me interesa muchísimo. En este momento estoy escuchando mucha música no italiana: española, francesa… Todas las cosas que en mi adolescencia no pude escuchar bien, porque mi ‘background’ era totalmente R&B, pop… El primer disco que compré fue ‘The Score’ [1996] de The Fugees. Ahora estoy intentando escuchar cosas nuevas.
P. Volviendo al gueto y al olimpo, ¿cómo es el mundo que proyectas en tu cabeza? Se habla de ti siempre como un ejemplo de multiculturalidad. ¿Para ti es importante o es un concepto superado?
R. Mi mundo está en continua evolución, también a nivel musical. No me gusta repetir, sino que quiero hacer cosas nuevas que me generen inspiración. Creo que mi música es como mi personalidad, yo cambio y mi música cambia conmigo.
P. Después del éxito y de ser escuchado en otros países, ¿el sentimiento de periferia se pierde o se lleva siempre dentro?
R. Yo he crecido allí, por lo que es parte de mí. Para mí, la palabra periferia significa casa.
P. Entonces, ¿“i soldi” (el dinero) no lo es todo?
R. No lo es todo, no. Porque todo el dinero que tengo lo gasto en comer. No tengo un coche, no tengo nada. Sólo comida.
P. Ah, ¿no? En el trap, en la música urbana siempre hay coches, mansiones…
R. Comida. Grandes cenas con amigos, con la familia, pero nada más.
P. Cuando quieras, te invitamos a comer en España.
R. Madre mía, comí un arroz negro en Barcelona, cerca de La Barceloneta, que fue… Buenísimo.