El desencuentro de hoy por la Conquista de hace 500 años: "¿Pedir perdón por qué?"
Cinco siglos después de la llegada de Colón a América, aquellos hechos siguen levantando ampollas a ambos lados del Atlántico
Tras la petición del presidente de México a España de que pida perdón por la Conquista, cuatro historiadores toman la palabra
El 12 de octubre se celebra el aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Una efeméride que durante siglos ha unido a ambos lados del Atlántico pero que en los últimos años parece empeñada en separarnos.
La insistencia del presidente mexicano, Manuel Andrés López Obrador, en exigir a España que pida perdón por el daño infligido a los indígenas hace 500 años, está enfriando las relaciones entre ambos estados. Prueba de ello es que en la reciente Celebración del Bicentenario de la Independencia no ha participado ningún enviado de alto nivel del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Obrador ha conseguido, sin embargo, su otro objetivo: las disculpas del Papa Francisco por los pecados cometidos por la Iglesia Católica durante la evangelización de América. Un perdón papal que ha suscitado la polémica en nuestro país. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, reprochaba al Pontífice su gesto al considerar que no había nada por lo que disculparse, y defendía que para ella los españoles y católicos llevaron la civilización y la libertad al continente americano.
Se sumaban a su postura otros políticos o expolíticos. El último, el expresidente Aznar, que cuestionaba también al Pontífice en la reciente Convención Nacional del PP. Ridiculizaba, además, al dirigente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por pedir restitución para los pueblos indígenas teniendo un nombre tan español. "Y usted cómo se llama, azteca no es", decía con ironía, recordando que es descendiente de los conquistadores. El gobierno mexicano condenaba las declaraciones de Aznar llamándole "instigador bélico" y "cuidador de asnos".
500 años después de producirse, la Conquista de América sigue levantando ampollas, por eso en NIUS hemos entrevistado a varios historiadores para que arrojen luz sobre este conflicto en el que seguimos enzarzados.
¿Debería España pedir perdón por la conquista de América?
"Es una petición absurda", asegura Felipe Fernández-Armesto, Catedrático de Historia Mundial. "España no es una persona, sino un país. Los países no tienen ni conciencia para sentir, ni cerebro para formular tales declaraciones", explica. Y una de las glorias de España es que nosotros los españoles encarnamos la diversidad más preciosa, que es la diversidad de pareceres. Aún si fuera posible establecer un acuerdo a nivel nacional sobre las cuestiones relevantes, carecería de sentido para los españoles del día de hoy pedir perdón por cosas que no son ni han sido nuestra responsabilidad. Uno puede pedir perdón sólo por sus propios pecados", asegura a NIUS.
"Pedir perdón es una extravangancia", espeta Carlos Martínez Shaw, Catedrático Emérito de la UNED y Académico de la Real Academia de la Historia. "Pedir perdón quién y a quién", recalca. "La realidad es que hubo una conquista violenta y se produjo un desfase total entre la situación política, social y económica privilegiada de las élites que la habían protagonizado respecto de las poblaciones aborígenes que habitaban aquellos territorios. Es un hecho que eso se produjo, pero también que continuó después de las guerras de independencia, de emancipación del siglo XIX, tras expulsar a los españoles. Continuó una especie de pigmentocracia en la cual los más blanquitos, los viejos descendientes de los conquistadores, se hicieron con la totalidad del poder y los gobiernos blancos han estado presentes en toda América Latina en general, a lo largo de los siglos XIX y XX. Entonces ¿quién debe pedir perdón?", se pregunta el historiador.
¿Y perdón por qué? añade Bernat Hernández, profesor del Centro de Estudios de la América Colonial, en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona). Porque la investigación historiográfica demuestra que en la Conquista no hay bloques claros de colonizadores y de colonizados, ni de explotadores y explotados, sino que nos movemos en un territorio mucho más amplio. Concretamente en México hubo españoles conquistadores, pero también indígenas conquistadores, negros conquistadores, mujeres conquistadoras, mestizos y mulatos conquistadores...", aclara Hernández.
"Estamos haciendo referencia a un momento histórico en el que la responsabilidad de los hechos, insisto, era absolutamente compartida", apostilla. "Por eso entiendo que la conmemoración no debe ser leída en términos de petición de perdón, sino de reparto de responsabilidades, de construir un relato mucho más ecuánime de lo que ocurrió", añade el historiador.
Es una petición absurda. España, como país, no tiene ni conciencia para sentir, ni cerebro para formular tales declaraciones
"No creo que la problemática sea pedir o no pedir perdón", explica desde el otro lado del Atlántico Andrea Mutolo. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). "España debería considerar si pedir perdón constituye una oportunidad para poder crear con el gobierno mexicano un espacio para dialogar. La problemática es política y no es histórica", reconoce.
"No refleja una lógica histórica, si fuera así podría tener más sentido que fueran los Estados Unidos los que pidieran disculpas a México por la guerra de 1846-48, donde México perdió el 50% de su territorio. Sino que en la relectura de la historia del Gobierno de López Obrador, la Conquista ahora representa un fracaso. En México cada presidencia se caracteriza por desarrollar una determinada visión de la historia nacional, rescatando determinados elementos y condenando a otros, y en este gobierno esa visión pasa por un rescate de la historia prehispánica y de la reivindicación indigenista.
¿Por qué se exige perdón ahora?
"Esto ocurre porque la situación política ha cambiado y ahora los dirigentes de los países implicados tienen miedo de la corriente indigenista, que va tomando fuerza", sugiere Martínez Shaw. "Los dirigentes que recogen estas ideas muchas veces lo hacen con la mala conciencia de que en realidad ellos también han sido cómplices en este mal trato dado a los indígenas. Y de ahí se deriva el hecho de que se pongan a su lado para reclamar una compensación. Lo malo es que adoptan una postura política que es muy cómoda, la de desligarse ellos de la responsabilidad, y traspasarla a los europeos que desembarcaron en América".
"Los indígenas no están realmente interesados en el perdón de España", explica Mutolo desde México. "Es la presidencia mexicana la que está ideológicamente interesada, porque significaría respaldar desde el exterior su proyecto nacional. Es, digamos, un invento político. El movimiento indigenista es uno de los principales objetivos del proyecto de Nación que está empujando Obrador, pero los indígenas hoy siguen viviendo, en su mayoría, en un contexto de extrema pobreza y de fuerte clasismo y discriminación por parte de la propia sociedad mexicana".
Los dirigentes implicados tienen miedo de la corriente indigenista, que va tomando fuerza
"A los indígenas que siguen discriminados hoy día les importa un pito lo que sucedió hace quinientos o doscientos años, lo que quieren es que se les rectifiquen las injusticias actuales", defiende Fernández-Armesto. "Eso sería la verdadera restitución, no condenar ahora a Colón o a Hernán Cortés. Eso entra dentro del terreno del absurdo cultural y del oportunismo político".
"El uso del indígena resulta particularmente molesto", recalca Hernández. "A veces se agitan banderas populistas que intentan hacer pensar a la gente en cuestiones que no son realmente trascendentes en su vida cotidiana y buscan polarizar a una sociedad como la mexicana, como son las sociedades actualmente latinoamericanas, sociedades muy fragmentadas económicamente, con muchos problemas".
El mito del 'Edén' destruido por los conquistadores
"Los que enarbolan la bandera del indigenismo cuentan esa historia del paraíso terrenal americano que destruyeron los conquistadores españoles, pero el paraíso terrenal no existía en absoluto. Lo que existían eran unas rivalidades inmensas previas, unas guerras permanentes, unas sumisiones permanentes de unos a otros. Las distintas etnias estaban mortalmente enfrentadas. En las Antillas, los Caribes intentaban acabar con los Arahuacos, con los Siboney, etcétera. En México, la Confederación Azteca era un gobierno imperialista que trataba de ocupar, de dominar a todas las comunidades que estaban cercanas y que no aceptaban su dominación", relata Martínez Shaw.
"La Conquista se realizó por unos indígenas luchando contra otros, y con la ayuda inestimable de la hueste española, que aprovechó esos enfrentamientos para conquistar aquellos territorios. Digamos que se utilizaron mutuamente".
España preservó las identidades indígenas a lo largo del periodo colonial, la occidentalización del indio llegó después, tras la Indepencida
"Ojalá nuestros antepasados se hubieran quedado en casa sin fundar un imperio que nos costó vidas, dinerales, sufrimientos, fracasos y desastres", subraya Fernández-Armesto. "Odio los imperios, pero no son un vicio blanco, ni español mucho menos, sino un vicio humano. En términos morales, el imperio español fue un desastre pero los demás eran aún peores. Entre los imperios que han existido en las Américas de la época moderna, era preferible vivir bajo la monarquía española que digamos bajo el dominio de los aztecas o los incas o los comanches o los mapuches o los dakotas, sin hablar de los anglosajones con su trayectoria francamente genocida, o de los demás europeos".
"La benevolencia de la corona española hacia sus súbditos indígenas no surgió de la bondad – los españoles somos en general tan malos como los demás seres humanos – sino porque la ecología de las zonas del hemisferio que iban juntándose a la monarquía exigía que los españoles empleasen y nutriesen y conservaran la población ya existente. Las nuevas oportunidades económicas introducidas por españoles enriquecían a comunidades nativas tanto como a colonos recién llegados. Y la llegada del cristianismo puso fin a los peores abusos, tales como, en algunos lugares, el sacrificio humano y el canibalismo, confirma el historiador.
"Se están publicando muchos libros desde hace veinticinco años que echan por tierra muchos mitos sobre la conquista, que ya debían estar superados", argumenta Bernat Hernández. Se han publicado reiteradas obras que demuestran cómo la colonización española preservó las identidades indígenas a lo largo del periodo colonial. La occidentalización del indio, la hispanización del indio, la pérdida de las tierras del indio es algo que corresponde a los periodos post-independientes, a la época de las primeras repúblicas hispanoamericanas", defiende el investigador de la UAB.
Defender lo que nos une y no lo que nos separa
"La problemática es compleja", reconoce Andrea Mutolo, desde México. "Sin embargo, considero que la población mexicana del siglo XIX, XX y XXI ha sabido crear culturalmente y también étnicamente una síntesis con elementos indígenas y con elementos españoles que se han fusionado. Todo esto ha empezado desde el siglo XVI en un proceso que se ha desarrollado por algunos siglos. Separar nuevamente los actores que han permitido todo esto, y juzgarlo en el siglo XXI, no tiene ningún sentido".
"Repetir los gritos de la época de la Independencia es el recurso eterno de los mal intencionados. Tenían su relevancia hace un par de siglos. Ya no tienen nada que ver con los problemas auténticos de nuestros días, y no debemos hacerles caso", arguye Felipe Fernández-Armesto. "Lo que nos une en el mundo hispanoparlante es en parte el hilo histórico – nuestra herencia de intercambio cultural, las experiencias, a veces de conflicto, a veces de convergencia, que hemos compartido – pero sobre todo la oportunidad de la colaboración en proyectos económicos, medioambientales y democráticos que interesan, si no a algunos gobiernos americanos, a la gente de ambos lado del océano".
La población mexicana ha sabido crear cultural y étnicamente una síntesis de lo indígena y de lo español indisoluble
"Es hora ya de hablar de lo que sucedió sin una pasión estéril, que es a lo que lleva esto de pedir perdones", exclama Carlos Martínez Shaw. "Lo que pasó son procesos históricos muy complicados, muy complejos, y lo que hay que hacer es Historia, levantar acta de ellos y llegar a acuerdos sobre los mismos entre los estados actualmente existentes. Y ya está. Sobre todo teniendo en cuenta que hoy día, salvo a determinados niveles, la realidad es que han nacido muchos vínculos de comprensión entre los países latinoamericanos y España. Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa con América Latina".
"La Conquista tiene episodios de destrucción, pero también de construcción. Sin la Conquista, el México que hoy conocemos, con sus miserias, con sus grandezas, no existiría", recalca Bernat Hernández. En las conmemoraciones de 1992 se evitaron los términos conquista o descubrimiento y se optó por el de Encuentro entre dos mundos, para quedarnos con lo que los unía y no con lo que nos separaba, 30 años después quizás deberíamos aprender de ese episodio reciente de nuestra Historia".