Deborah Feldman, autora de 'Unorthodox': "Mi novela aisló aún más a la comunidad judía de la que hui"

  • La escritora estadounidense publica en España 'Exodus: Mi viaje poco ortodoxo a Berlín'

  • Es la segunda parte del aclamado 'Unorthodox', que se adaptó a una exitosa serie de televisión en Netflix

  • Feldman huyó con 23 años y un hijo de su opresiva comunidad judía ultraortodoxa en Nueva York

Deborah Feldman (Nueva York, 1986) creció soñando con ser escritora desde que leía libros prohibidos que surgió tras las II Guerra Mundial en el barrio de Williambsurg, en Brooklyn. Con 23 años y un hijo de cuatro logró escapar. Una traumática huida que plasmó en Unorthodox: Mi verdadera historia, una novela que fue rechazada en 25 ocasiones hasta que vio la luz en Estados Unidos en 2012 (en España, en 2020). Un gran éxito de ventas y crítica que fue adaptado a la aclamada serie de televisión en Netflix.

Ahora la escritora estadounidense visita España para promocionar Exodus: Mi viaje poco ortodoxo a Berlín (Lumen), la segunda parte de sus memoriasExodus: Mi viaje poco ortodoxo a Berlín . En la esplendida terraza de su habitación en un hotel madrileño atiende a NIUS una mañana soleada, siempre acompañada de su perro Paco, al que adoptó en la isla griega de Creta.

Pregunta: Exodus

Respuesta: Fue una conclusión matemática. A mí se me hizo creer que no pertenencia al lugar donde estaba, que no era de allí. Mi comunidad estaba tan obsesionada por la pureza, la pureza de la herencia, del linaje (su madre, inglesa, huyó de su comunidad cuando ella era una niña). Deduje que mi falta de pertenencia estaba ligada a la falta de pureza, que yo entonces desconocía. Le pedí a mi abuela que me explicara cual era mi situación y también me pregunté: Si soy impura, a lo mejor soy libre de esa carga de pertenencia.

P: Emprendió un viaje por Europa para conocer sus raíces. Un viaje que le llevó a París, a Hungría (de donde era su abuela), a Israel y también a España. En Córdoba relata que le enfadó ver que el legado judío se había diluido.

R: No vine a España con unas expectativas concretas. Empecé mi viaje como una turista típica y fui a ver los lugares mas famosos. Después de ver las iglesias y la Mezquita, esperé ver algo similar. Al principio no entendí por qué la historia de los musulmanes estaba tan clara y la de los judíos estaba eliminada; eso me dolió.

P: ¿Por qué cree que es así?

R: He recibido muchas explicaciones y he llegado a una conclusión compleja. Los musulmanes dominaron parte de la Península y luego los cristianos. Desde mi punto vista personal, yo creo que los judíos nunca quisieron dirigir, aceptaron su condición de exiliados y lo que eso conllevaba. Después de viajar tanto por Europa y visitar los barrios judíos de las grandes capitales, yo no creo que el legado de los judíos haya sido eliminado o reprimido, sino que se ha fusionado. Yo veo la cultura europea y la contribución judía no se puede separar.

A los que huyen, la comunidad les asedia, les persigue y les dice: Ves, eres un infeliz. Lo mejor que puedes hacer es suicidarte

P: La literatura fue clave en su infancia cuando leía a escondidas libros prohibidos

R: Lo que la literatura me enseñó es que uno puede ser el protagonista de su relato o un personaje secundario. En mi infancia me quedó claro que mi comunidad quería que fuera un personaje secundario y empecé a desear ser protagonista, pero me llevo mucho tiempo comprender que yo podría serlo. Ese anhelo desesperado creció en mí y también el miedo de que nunca iba a poder lograrlo.

P: Cuenta que muchos de los que logran huir de su comunidad jasídica se acaban suicidando. ¿Es complicado acabar con ese sentimiento de culpabilidad o es por la falta de apoyo en el exterior?

R: Es un poco de todo. Se convencen de que ahora son malos de acuerdo a la moral en la que crecieron y piensan que están traicionando a las personas que las criaron, que sacrificaron todo por ellos. Están solos, lo han perdido todo en ese aspecto. No tienen familia, ni amigos, tampoco recursos, dinero o formación. No tienen nada porque su identidad se la dio la comunidad. Siempre se les dijo que si escapaban, fracasarían. Esa comunidad les asedia, les persigue, les dice: Ves, eres un infeliz. Lo mejor que puedes hacer es matarte. Esto permite a la comunidad decirle a los jóvenes: Mirad lo que les pasa a los que se van. Yo creo que celebran los casos de suicidio y cuánto más públicos se hagan, mejor. Necesitan que los que nos hayamos ido, fracasemos.

P: Los que tratan de huir, ¿se ponen en contacto con usted?

R: Antes de mudarme a Berlín, sí. Sobre todo en los primeros años era bastante frecuente. Cuando yo me fui era una de los 50 personas que habían huido de mi comunidad. Ahora hay miles y miles. Yo ya no soy tan importante en todos los aspectos. Ya no se fijan en mí y tampoco soy un blanco vulnerable.

P: ¿Cómo afectó la publicación de Unorthodox

R: Ya no pueden cultivar esa imagen romántica. Los judíos laicos siempre han sido protectores hacia esas comunidades. Aunque ellos no quieran vivir vidas religiosas, si les gusta la idea de que hay alguien que conserva las tradiciones judías antiguas y no se dan cuenta de que realmente estas comunidades tienen sus propias interpretaciones. Cuando escribí mi historia, los judíos seculares tuvieron que afrontar su ignorancia sobre estas comunidades y empezaron a retirar ese apoyo incondicional, lo cual las ha aislado más. En Nueva York, les gustan las minorías, pero realmente no saben lo que ocurre dentro. Y llega una mujer y dice: No tenemos acceso a derechos civiles, a la enseñanza y es cuando esas comunidades empiezan a ser incómodas para los políticos, que presionan a la comunidad y ésta trata de defenderse. Estos temas empezaron a debatirse en los periódicos locales. Cuando yo era pequeña esto no ocurría.

P: Su abuela es un claro referente en su vida. ¿Cree que en la sociedad actual estamos faltos de referentes?

R: Sí. Tomemos como ejemplo a Greta Thunberg. Para mí representa un cambio dramático en nuestra sociedad. Necesitamos nueva voces, frescas, que no estén mancilladas en cierto modo. Hay cierto rechazo al pasado, un no respeto a la tradición, a la edad. Esto tiene ventajas y desventajas y confirma mis sospechas de que necesitamos modelos y referentes. Pero no nos satisfacen los que nos ofrecen y buscamos nuevas fuentes de inspiración. Es un signo de cambio. Yo creo que ha habido una ruptura entre las generaciones. La antigua ya no puede ser un modelo para los jóvenes porque ellos creen que han heredado un mundo diferente. El cambio de siglo y la revolución tecnológica estableció un antes y un después. Estamos en el umbral de una era de una enorme desestabilización.

P: Cree que su abuela, si hubiera nacido en esta época, habría sido una mujer libre.

R: Sin duda. Tenía una personalidad sorprendente. Yo siento que estoy viviendo la vida que ella querría haber vivido.

Cuando escribí mi historia, los judíos seculares tuvieron que afrontar su ignorancia sobre estas comunidades y empezaron a retirar su apoyo incondicional

P: En su novela incide en la importancia de no tener prejuicios. Berlín acaba siendo su hogar, una ciudad que por su pasado debería odiar. Un hogar que no ha encontrado ni en EE.UU. ni en Israel.

R: La razón por la que creo que los prejuicios son tan peligrosos es porque nos paralizan, impiden que haya una conversación constructiva, nos mantiene en el pasado. No es que yo crea que no haya determinadas experiencias emocionales legítimas. Entiendo que un judío vaya a Alemania y se angustie o deprima. ¿ Pero que hacemos con esas experiencias, dejamos que nos paralice para siempre o tratamos de usarlas de forma constructiva? Yo en Berlín a veces tengo miedo, pero es mejor o mas honesto que broten esas emociones, en vez de reprimirlas porque yo trato de tener una aproximación constructiva al trauma.

P: ¿Cómo ha gestionado el éxito?

R: Esta experiencia sí que aporta un triunfo sobre aquellos que me dijeron que no lo lograría, que no conseguiría el impulso necesario para que se me escuchara. Al principio la sensación de victoria es agradable; demostrar que se han equivocado, que no soy un personaje irrelevante, pero también hay un vacío. Lo que hace el éxito es que todo el mundo que te rechazó, ahora confía en ti. Tienes más amigos y hace que la gente deje de ser sincera. Esa respuesta es muy cínica y te hace sentir que es una victoria vacía. Incluso decían que solo iba a tener éxito en Estados Unidos porque era una historia local, no universal. Cuando casi 10 años después se tradujo al español, lo consideré la batalla final en este proceso, porque es un mercado enorme y muy importante.

P: ¿Para qué ha necesitado contar su historia? ¿Por usted o para ayudar a otros en su misma situación?

R: Admito que, sobre todo en el caso del primer libro, pensaba en términos muy pragmáticos. Quería utilizarlo para que me apoyasen y conseguir la custodia de mi hijo y nada más. Una vez que se publicó y la respuesta fue tan abrumadora, pensé que estaba en deuda con mis lectores.

P: ¿Habrá un tercer libro?

P: Probablemente sí, pero necesito tiempo para que la historia pueda madurar. Ahora estoy terminando una novela que esta relacionada con los recursos culturales que mi infancia me aportó. Cuando yo leía libros en mi infancia, yo quería ser cuentacuentos, contar historias, pero no escribir por necesidad.