Haga memoria. Cuántas veces ha leído aquello de: "Un asteroide del tamaño de - ponga aquí el número de campos de fútbol que quiera - se aproxima a la Tierra". ¿Se trata de un riesgo real o de una maniobra para que haga click en la noticia?. La mayoría de las veces se va a tratar de lo segundo... lo que no quiere decir que no pueda pasar.
La colisión de un asteroide, una tormenta solar, el paso furtivo de un agujero negro por nuestro vecindario estelar, una supernova cercana... El cosmos es un lugar peligroso y nuestro planeta vaga por él con el único escudo del conocimiento de lo que nos puede llegar a pasar para estar preparados.
Sobre esas amenazas que nos acechan en el espacio, las que entrañan las dinámicas de la Tierra y las que podemos infringirnos a nosotros mismos por desconocimiento, negligencia o estupidez, versa el libro 'Peligros cósmicos, el incierto futuro de la Humanidad' (Anaya, 2021) del doctor en Física y Filosofía, David Barrado Navascues, un viaje de descubrimiento de las maravillas que encierra nuestro propio planeta y el Universo a través de los fenómenos más violentos y potencialmente apocalípticos que encierran.
“El libro no pretende ser catastrofista ni pesimista. Todo lo contrario", enfatiza el autor, que en la actualidad trabaja como miembro del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), dentro del Centro de Astrobiología (CAB). Barrado apela a que su obra reflexiona sobre la propia belleza del Universo y los procesos físicos que hay en él. "Sí que se pone de manifiesto que hay una incertidumbre significativa en estar vivo", pero destaca: "Siendo conscientes de ello también se aprecia mejor lo maravilloso que tenemos a nuestro alrededor”.
La obra de Barrado habla de ciencia y de astrofísica pero también de mitología, filosofía, cultura y poesía: la del cosmos y la que es capaz de producir el intelecto humano, valgan de ejemplo los haikus haikusque ilustran el inicio de cada capítulo del libro.
“Lo que he intentado es cerrar el abismo artificial que se estableció a finales del siglo XVIII entre humanidades y ciencias puras y acercar ambos mundos", comenta el autor, que defiende su visión del fenómeno de la cultura "como algo más global". Para Barrado: "Para que un ciudadano tenga una visión completa de la realidad tiene que tener una formación integral”.
Pregunta: Tu libro es un repaso por los distintos y diversos apocalipsis a los que se enfrenta la humanidad. Los reales pero también los imaginados por las diferentes civilizaciones que han habitado el planeta.
Respuesta: La propia naturaleza nos muestra aspectos de vida, muerte y renacimiento. No es de extrañar que los procesos mitológicos diferentes culturas hayan interpretado la realidad con un final determinado para explicar también la propia mortalidad de los individuos.
Yo he tratado de evitar focalizarme en el desastre y en el sensacionalismo y utilizar esos eventos como una técnica para introducir todo lo que nos encontramos en el Universo. Para darle al lector las claves suficientes para que sea consciente de dónde estamos, qué es lo que existe dentro del Universo y que nos puede afectar. Pero sobre todo es un canto a la belleza del Universo.
P: Cuando miramos al Universo en su inmensidad de espacio y tiempo advertimos que el azar es una pieza clave en todos estos procesos de destrucción... y también de creación.
R: El azar es una característica esencial del Universo. Nosotros tenemos la fortuna de estar aquí. Tenemos que disfrutar de que somos, entre comillas, la especie elegida; que tenemos como especie y como sociedad, por lo menos en Occidente, el privilegio de vivir con un confort extraordinario dentro de un mundo que es un milagro y que tenemos que cuidarlo.
P: Y a pesar de ser conscientes de los peligros parece que los apocalipsis más probables a los que nos enfrentamos son los que nos podemos causar nosotros mismos: un holocausto nuclear, el calentamiento global...
R: O el uso inadecuado de la tecnología, como que una inteligencia artificial decidiera que somos superfluos. De hecho, estos peligros son sobre los que tenemos más control, sobre los que podemos actuar de manera más eficaz. Es absurdo tener miles de armas nucleares porque si se usan ya han fracasado en su objetivo y representan una amenaza para todos. En el caso del cambio climático llevamos décadas hablando de ello y ahora se empiezan a tomar medidas. Sabemos que va a haber consecuencias, pero cuanto más rápido se intervenga y se implementen los cambios menores serán los daños. Estamos a tiempo.
El peligro más importante al que se enfrenta la especie humana y nuestras sociedades es la ignorancia. Ignorar o rechazar que nos enfrentamos a estas posibilidades implica que eventualmente el precio a pagar sea mucho más alto.
P: Si hablamos de amenazas que nos lleguen del espacio: ¿Cuál es la más posible?, ¿Una tormenta solar?
R: Creo que hay que tener en cuenta todo, pero sí que es cierto que las tormentas solares son un fenómeno recurrente. Generalmente no tienen mayores consecuencias pero sabemos que cada varias décadas, o pocos cientos de años, se producen fulguraciones muy energéticas de partículas elementales que si apuntan a la Tierra podrían afectar a nuestra tecnología.
La última vez que ocurrió fue a finales del siglo XIX cuando nuestros sistemas eran muy primitivos. Afectó al telégrafo y a los primeros cables submarinos. Ahora mismo, que somos ultradependientes de la tecnología, algo así podría hacernos retroceder hasta el siglo XIX durante años, con todo lo que ello conlleva, hasta que se pudieran restablecer todos los sistemas. Sería realmente catastrófico.
Si no se establece un sistema de vigilancia que nos diera una alerta temprana y sistemas redundantes que nos permitieran tener una alternativa a los que fallen el precio que podemos pagar es muy alto.
P: Pero los científicos llevabais décadas avisando de que una pandemia global era posible, y aquí está... y antes del huracán Katrina de qué los diques no aguantarían... y no lo hicieron.
R: Los científicos somos un poco como la Casandra del mito griego - condenada por los Dioses a conocer el futuro pero a que sus predicciones nunca fueran creídas y que aún así no cejó en alertar de la inminente caída de Troya -.
Como civilización somos muy sensibles a diferentes desastres, pero como sociedad, muchas veces, preferimos mirar hacia otro lado.
Tal vez es que nosotros - los científicos - no lo contemos lo suficientemente bien, no sepamos conectar… y desde luego, también está que la clase política es bastante cortoplacista y prefiere resolver el problema del día a día sin darse cuenta de que una pequeña inversión ahora puede evitar un gran problema mañana.
Hay que evitar el catastrofismo, la continua alerta, porque eso a veces lo que provoca es la respuesta opuesta y un cierto negacionismo, pero sí hay que decirle muy claro a la sociedad que hay que implementar una serie de políticas, y que eso requiere de recursos para evitar que el día de mañana se produzca el problema, porque cuando se produce sí que la sociedad reclama y pregunta: ¿Y esto por qué no se había tratado?, ¿Por qué no se había planteado? Y sí que se había hecho pero no se habían tomado las medidas adecuadas.
P: ¿La misión DART de la NASA es un ejemplo de previsión ante ese meteorito que podría destruirnos?
R: La Tierra interactúa con meteoritos constantemente. La mayoría son objetos de tamaño microscópico que no implican ninguna consecuencia, pero sí que es cierto que históricamente ha habido una serie de eventos.
Hace unos pocos años en Rusia hubo uno que provocó una explosión equivalente a las de Hiroshima y Nagasaki. Afortunadamente no mató a nadie pero si hubiera impactado de otra forma sí que podría haber tenido consecuencias. Hace un siglo se produjo también otro evento en Tunguska - Siberia - que destruyó 2.000 kilómetros cuadrados de terreno. Si se produjera hoy en Madrid o Barcelona las arrasaría.
No se trata de ser catastrofista pero sí de ser conscientes de que el peligro está ahí, que son eventos recurrentes y que tenemos que tener sistemas de alerta temprana. Por lo que sabemos, en las próximas décadas no va a impactar ninguno, pero eso no evita que pueda ocurrir porque el Universo es muy grande y el cielo muy oscuro.
Por eso, solo el seguimiento constante y el conocimiento de la estructura de estos cuerpos nos permitirá evitar un impacto, o en el caso de no poder hacerlo, de minimizar sus daños. Pero eso requiere mucha ciencia básica.
A veces a los científicos nos preguntan para qué sirve el conocimiento. El conocimiento en sí no tiene porque servir para nada, aunque como individuos curiosos o como sociedad, nos guste saber. Sin embargo, sí que es cierto que la ciencia básica nos ha servido para tener el nivel de bienestar mas alto de la historia de la humanidad, por lo que sí que tiene un uso práctico.
En este caso concreto, el conocimiento básico de la estructura de los asteroides y los cometas nos permitirá diseñar las mejores estrategias para evitar los efectos catastróficos de un impacto. Pero eso cuesta dinero. DART ha costado cientos de millones de dólares y habrá otras misiones que aprovechen sus resultados. Esto requiere recursos humanos y económicos y hay que ser constante, sobre todo en el tiempo”.
P: Hasta aquí las amenazas contra las que podemos hacer algo desde aquí, desde la Tierra. Pero existen peligros en el cosmos ante los que como civilización seriamos impotentes. De estas ¿Cuáles son las que más te seducen?
R: Los que implican una gran cantidad de energía, la destrucción de objetos muy masivos y la creación de agujeros negros encierran su propia poesía en su final grandioso. En su ‘Ragnarök’. Y además también impulsan la creación de nueva vida.
Una Supernova genera el nacimiento de nuevas estrellas y forma parte del ciclo de la vida estelar. Además, en su interior se crean compuestos químicos pesados que forman parte de nuestra propia estructura y en ese sentido la vida biológica en la Tierra es heredera de esos procesos astrofísicos a gran escala.
Ponernos en perspectiva desde el punto de vista cosmológico también tiene su propia épica y su propia poesía. Es también una epopeya y hay que conocer los procesos físicos que ocurren a gran escala en el Universo porque también nos permiten interpretar nuestra propia realidad más cercana”.
P: Hay quienes abogan por la expansión humana a otros planetas como única forma de perpetuarnos como especie. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
R: Creo que es una propuesta trampa. La única manera de mantenernos como sociedad es conservar nuestra casa que es esta. No hay un plan B. No hay un planeta que nos pueda servir de respuesta porque es imposible trasladar a 7.000 millones de humanos y en cualquier caso la población que se trasladaría a otro sitio, como Marte que está aquí al lado, requería una enorme cantidad de recursos.
Desde mi punto de vista la exploración planetaria tiene que hacerse pero no con el objetivo de colonizarlo sino de entender cómo es y cómo se ha formado. La colonización del sistema solar y más allá, hacía las estrellas, creo que es una quimera a corto y a largo plazo. ¿A larguísimo plazo?, ¿Qué pasará dentro de 10.000 años?, creo que eso es ciencia ficción. Tenemos problemas muchísimo más urgentes…”.
Por otra parte, y dado el historial que tiene la humanidad en sus procesos de expansión aquí en la Tierra y la interacción entre distintas sociedades, creo que deberíamos aprender un poco de esos procesos históricos, reflexionar sobre ese derecho a expandirnos y a quién beneficia realmente: si es sólo a unos pocos o es la sociedad en su conjunto. Creo que antes de tomar una decisión que nos afecta a todos deberíamos reflexionar sobre qué implicaciones va a tener para todos. Así que esa presunta expansión del sector privado en el espacio sin que esté regulada por los estados me parece que es muy peligrosa.
P: Y que opinas de la posibilidad de otras civilizaciones en el Universo. Crees, como la protagonista de la novela de Carl Sagan, 'Contact' que "si estamos solos... ¿Cuánto espacio desaprovechado?".
R: O no. Porque el objetivo del Universo no es que haya una inteligencia en cada rincón. Y aunque así fuera ya estamos aquí nosotros para contemplar toda la belleza que hay en él.
Visto lo visto, y atendiendo al tiempo que llevamos intentando detectar actividad inteligente más allá de nuestras propias fronteras, mi interpretación es que en la Galaxia, o al menos en la zona más próxima de nuestra Galaxia, solo hay una civilización y somos nosotros.
Eso no tiene porque ser necesariamente negativo y nos habla también de que la posibilidad de que aparezca una civilización es un evento bastante azaroso, es complicado. Y que se mantenga en el tiempo también podría ser muy difícil. El Universo nos está diciendo que debemos tener cuidado y evitar un traspiés porque porque es muy fácil provocar nuestra propia autodestrucción.
P: Así que, en tu opinión, en la ecuación de Drake - que intenta establecer cuantas civilizaciones hay en la Galaxia -, el valor de la incógnita sobre cuánto puede durar una civilización una vez que se vuelve tecnológica es bajo o muy bajo...
R: Sí. De la ecuación de Drake los primeros términos, que son puramente astronómicos, los conocemos bastante bien, los últimos los conocemos muy mal o directamente no los conocemos. Algo me dice que ese factor de durabilidad de una civilización es bastante reducido. Alguno de esos factores de la ecuación tiene que ser muy bajo y tengo la sensación, o la intuición, de que ese factor es lo que dura una civilización.
P: ¿Y simplemente vida?
R: Hay un consenso científico de que la vida es bastante tenaz y no es muy complejo que aparezca. Que se mantenga en el tiempo y que incremente su complejidad y diversidad sí que es más difícil, pero que aparezca no. Pensamos que la vida puede ser un fenómeno bastante ubicuo.
Nosotros no somos los únicos seres inteligentes sobre el planeta. Menciono en varias ocasiones en el libro que el antropocentrismo: pensar que nosotros somos la referencia, es muy peligroso porque sistemáticamente el Universo nos ha demostrado que la Tierra es un planeta más, dentro de un sistema estelar más, de una galaxia más. No hay ningún privilegio en estar aquí salvo el de ser conscientes de ello.