El fallecimiento de Karl Lagerfeld este martes 19 de febrero a los 85 años de edad, –aunque la cifra no está clara porque nunca llegó a confesar su edad–, deja un vacío enorme en el mundo de la moda. Diseñador alemán, su genialidad y su talento le convirtieron en una leyenda en el sector. Inseparable de sus gafas oscuras, de su mente prodigiosa salían 10 colecciones para Chanel al año y dos para Fendi, marcas a las que engrandecía con su estilo particular.
Lenguaraz y sin rehuir a la polémica, –ya sea al defender la extrema delgadez de las modelos o las pieles en las pasarelas; manifestando su odio a lo barato y los hombres bajitos; o bien confesando estar harto del movimiento #MeToo–, Lagerfeld deja atrás algo más que un legado no exento de controversia. Deja una auténtica fortuna de más de 172 millones de euros que ahora se especula con que podría haber ido a parar a su ahijado americano, Hudson Kroenig, –con el que Lagerfeld trabajó desde que tenía dos años–, y… a su gata Choupette.
Su inseparable mascota es también un icono en sí misma; una influencer con nada más y nada menos que 156.000 seguidores, que genera también millones de euros como imagen de las marcas a las que representaba Lagerfeld como director creativo, Chanel y Fendi. Concretamente, ya ha hecho casi 3 millones de euros, como informa Daily Mail.
Fue Baptiste Giabiconi, modelo francés de Chanel, quien acabó regalándole al felino. O mejor dicho, Lagerfeld forzó a que se lo regalase después de haber estado cuidando al animal durante dos semanas en las que Giabiconi se hallaba de viaje. “Cuando volvió, pensé. Lo siento, Choupette es mío”. Y así fue. Su amor por el felino fue instantáneo y, de hecho, fue en junio de 2013 cuando, en una entrevista concedida a CNN, llegaba a pronunciarse asegurando que se casaría con la gata si la ley lo permitiese.
“No hay matrimonio aún para humanos y animales… Nunca pensé que llegaría a enamorarme así de un gato”, expresó.
No fue lo único que dijo sobre Choupette, su único amor verdadero. Además, el pasado año llegó a mencionar que, efectivamente, entregaría su riqueza, –además de a su ahijado, el hijo de Brad Kroenig, Hudson–, a su preciosa gata birmana.