Las carreteras que llegan hasta Santiago de Compostela están repletas de gente. Son días de saturación de peregrinos. Cada año más gente dedica sus vacaciones a hacer el camino, empujados por la fe o como reto personal.
Hay etapas con tanto tráfico que parecen de la vuelta ciclista, los albergues tienen una lista de espera digna de estrella Michelin.
Este verano todos los caminos deben llevar a la plaza del Obradoiro porque la cola para ver al apóstol no termina nunca y para recoger la Compostela, los mochileros se arman de paciencia.
Santiago no ha puesto límites a la lista de invitados, este agosto se espera a 9 mil peregrinos más que el año pasado.