Amparo Muñoz: el 'Me Too' llegó tarde para la primera Miss Universo española
"No todo lo que he vidido es una mierda", defendió la actriz, castigada por la desigualdad y los abusos de las industrias de la belleza y el cine de su tiempo
'La vida rota' se edita como "la biografía definitiva" a los diez años de su muerte
“Cuando quise decir no ya era tarde”. A Amparo Muñoz (actriz, Málaga 1954-2011) se le fue la vida con la sensación de no haber atajado a tiempo las cosas que acabaron con ella. Reina universal de la belleza en el año 74, la suya es una historia de arranque brillante y final oscuro.
Fue la primera Miss Universo española en el 74. Renunció al descubrir la trastienda sórdida de certámenes como aquel. Llegar tan pronto a esa cima le abocó a un descenso prematuro y continuado. Nunca se sintió cómoda ni en su vida personal ni en el cine que le tocó vivir: el del destape. Ella, la guapa entre las guapas, era carne de cañón para una industria aparentemente liberadora, pero crudamente machista. Llegaron los abusos. Y las drogas. Y su rebeldía frente al mundo. Con el Me Too. Pero para ella llegó tarde.
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“No todo lo que he vivido es una mierda”, dijo alguna vez antes de morir en su Málaga natal, apartada y envuelta en una cierta leyenda negra. Diez años después, el periodista y escritor Miguel Fernández explica y pone en contexto la figura y trayectoria de una mujer “como tantas”, dice él, emblema de “todas las que han luchado y luchan por la causa de la igualdad”. Lo hace en La vida rota (Rocaeditorial)La vida rota, la biografía “definitiva” de Amparo Muñoz.
Pregunta: El caso de Amparo Muñoz es un clásico: el del ascenso fulgurante de una chica de provincias.
Respuesta: Sí, sí. Ella llevaba una vida normal para lo que era aquel año de 1973. Su padre tenía una pequeña fábrica y era profesor de en un instituto de Formación Profesional. Ella quería ser secretaria. Tenía un plan de vida muy parecido al de la mayoría de las muchachas de esa época: un trabajo, un marido, un hijo… Pero el destino quiso que por invitación del entonces director del Diario Sur, se presentara al concurso de Miss Costa del Sol. Y de ahí saltó a Miss España y luego a una entrevista con un productor en Marbella.
Sin solución de continuidad, se vio envuelta en el mundo del cine. Le llegaron varias ofertas de película, incluso rodó con Vicente Aranda una de sus grandes películas, Clara es el precio. ¡Y en ese momento ella era menor de edad! Con la ley española del momento, ninguna mujer podía comprar, vender, moverse sin la autorización del marido. Y todo eso no lo hizo ella sola hasta que la llevaron para Manila para presentarse al certamen de Miss Universo.
Un salto vertiginoso
P.: ¿Fue de la nada al todo en demasiado poco tiempo?
R.: Prácticamente. Porque entre junio de 1973 y junio de 1974, cuando la coronan Miss Universo en Manila… ¡imagínate que salto vertiginoso! Es decir, hace tres películas, entrevistas, viaja, va al concurso de mi Europa en Austria... Vertiginoso para una persona que llevaba una vida bastante anodina hasta ese momento.
P.: El concurso de Miss Universo es, digamos, tocar el cielo. Pero no sé si también es el momento en que se tuerce todo.
R.: La maquinaria estaba ya en marcha, porque desde prácticamente cuando decide dar un paso y buscar trabajo empieza a toparse con el rostro del machismo. En el primer empleo que tiene en unos grandes almacenes que había en Málaga, que llamaban Almacenes Mérida, ya sufre el acoso de un jefe y ella tiene que ir a denunciarlo. No se arredra y lo denuncia al Departamento de Recursos Humanos de la empresa.
Y cuando va a Miss España, un miembro del jurado pide que desfile para él en traje de baño y tacones en su habitación porque dice que no ha tenido tiempo para verla bien. Y cuando Vicente Aranda la convence, con muchísima dificultad porque ella se resiste por todos los medios, para rodar una escena en la que sale desnuda, le ponen una un antifaz. Porque igual lo exigía el guion, pero también porque era menor de edad y temían las represalias de la censura.
Entonces, ya le ha visto las orejas al lobo y sabe cómo se las gasta el machismo.
P.: Y es entonces cuando llega el triunfo en el concurso de Miss Universo.
R.: Claro, y esa llegada a Miss Universo lo confirma todo, porque eso lo han organizado los americanos, una corporación que hasta 2015 ha presidido Donald Trump. Y lo han montado a mayor gloria de la familia Marcos como una grandísima operación de lavado de cara de régimen de Ferdinand. Y allí ve como organizan fiestas donde llevan a las chicas, donde le hacen insinuaciones, proposiciones... O se producen casos de acoso. Donde tienen que ir quitándose de encima como pueden a gente relacionada con el régimen que va a ejercer una especie de derecho de pernada.
Un miembro del jurado pide que desfile para él en traje de baño y tacones en su habitación porque dice que no ha tenido tiempo para verla bien.
P.: En el libro relatas que estos certámenes son una tapadera. Que tienen un trasfondo económico político también muy, muy oscuro.
R.: Esto estaba ligado a la expansión del turismo. Pero a principios de los años 70, esta corporación descubre que además puede ayudar a promocionar a gobiernos que tienen algún tipo de dificultad. Prueban primero con la Grecia de los coroneles. La operación sale estupendamente. Triunfan allí, hacen su negocio y demás. Y eligen una miss filipina, que casualmente es otro país con problemas de legitimidad, cuestionado en el mundo, donde se han producido denuncias por abuso de derechos humanos. Y van a Filipinas.
Y el siguiente en la lista era España. Pero ese 1974 es el verano de la flebitis. Y eso lo trastoca todo. Porque por un lado, al régimen le viene muy bien la elección de Amparo como Miss Universo, porque encandila a todo el país. Y distrae la atención de la enfermedad del dictador.
Pero a la larga lo complica. Porque España, que en un principio había aceptado organizar Miss Universo 1975, cuando ven que Franco puede morirse en cualquier momento, que hay una crisis económica, que además está el fenómeno terrorista... se echan atrás y deciden que no, y se lo llevan al Salvador. Y ya Amparo Muñoz les deja de interesar.
Si España no va a organizar el año que viene, no hace falta tener aquí a una miss que es contestataria, rebelde, y no acepta todos los manejos de la corporación…
P.: Sí, porque ella es la primera española que gana el título de Miss Universo, pero también la protagonista de una primera renuncia que es histórica…
R.: Claro. Es la primera que se les planta y dice no. ¡Yo no acepto este sistema de vida! Un sistema de vida que, si lo analizamos, tampoco es tan distinto al que utilizan algunas organizaciones de trata de mujeres.
Es decir, cogen a la chica, y se la llevan muy lejos de su país. A ella la llevaron a Nueva York, le controlan cualquier tipo de comunicación con su familia, le impiden el contacto con seres queridos e incluso la llegan a controlar hasta cuando va al baño. Tiene que ir acompañada de lo que llaman una chaperona. Es decir, carece del mínimo espacio de libertad. Se viaja continuamente, se le humilla, se maltrata, se le organizan cenas con personajes de dudosa reputación con fines no se sabe cuáles… En fin, el ambiente es completamente asfixiante y ella se planta. Y dice no.
Y esa renuncia la ven con muy buen ojo la gente que estaba animando y que estaba impulsando el Año Internacional de la Mujer que se celebra ese año. Jane Fonda y Angela Davis intentan hablar con ella. Van a buscarla porque dicen: "¡Caramba! para la causa del feminismo la renuncia de Miss Universo es un grandísimo argumento".
Pero cuando van a buscarla, pues Amparo Estaba en otra onda. Sobre todo estaba psicológicamente machacada. Quería volver a su casa, con sus padres, en familia, en su país, y olvidar toda aquella pesadilla.
En su corta vida ni dejó de buscar el amor, ni dejó de defenderse a sí misma de la cosificación, el abuso y la manipulación.
P.: No tuvo suerte Amparo tampoco en la vida personal. Con sus parejas.
R.: Todo viene de lo mismo. De esa educación que había recibido. Por eso digo yo, insisto tanto en que la vida de Amparo es la vida de tantos miles de mujeres en España. Resume perfectamente lo que ha sido el trato y la vida que han llevado muchísimas mujeres. Como no tenían una educación en igualdad, como estaban sometidas al heteropatriarcado o al machismo, pues ella se hacía una idea del hombre que no se ajustaba para nada a la realidad. Ella repetía: yo quiero un hombre como mi padre. Porque su padre simbolizaba los valores masculinos que ella había conocido, pero la realidad era otra.
Es decir, se fue topando con gente que no compartía esa mirada igualitaria. Se casó con Patxi Andión, que en declaraciones que él mismo hace en aquel tiempo dice que él quiere que su mujer esté en su casa y tener hijos, que no trabaje. Y por supuesto, que no se desnude. Te está dando la clave del choque de trenes que eso conlleva, no. Y así sucesivamente. Buscaba un compañero protector… y fue de fracaso en fracaso.
P.: ¿Lo encontró?
R.: Yo tengo mis dudas. Pero no dejó de buscarlo. En su corta vida ni dejó de buscar el amor, un amor en igualdad, ni dejó de defenderse a sí misma de la cosificación, el abuso, de la manipulación.
El 'destape', aquella "trampa para las mujeres"
P.: ¿Fue víctima también del cine del destape?
R.: El cine del destape que en aquel momento inspiraba mucha simpatía porque parecía que era un desafío a la censura franquista, en realidad era una trampa para las mujeres.
Porque si una mujer quería tener un papel importante en una película, necesariamente, quisiera o no, tenía que desnudarse. Y desnudarse no era solo en la pantalla. Era también en el despacho del productor, en el despacho del director, en los 27 ensayos a los que asistía todo el mundo. Amparo dice en algún momento que en alguno de esos ensayos se había sentido violada por la mirada, por la presión que había. Y al final se hacían películas única y exclusivamente para la exhibición de la mujer. El 80 por ciento de las escenas eran desnudos que no tenían ninguna justificación. Simplemente un elemento de uso y abuso en el cuerpo de la mujer.
P.: ¿Se le atragantó un poco todo esto? ¿ Cuándo se tuercen definitivamente las cosas y por qué entra en el mundo de la droga?
R.: Desde la elección de Miss Universo, una experiencia tan traumática tiene que dejar secuelas. Secuelas físicas, emocionales… ella tuvo problemas para conciliar el sueño durante toda su vida. Y en algunas etapas tenía que dormir sentada por el shock que había sufrido el tiempo que estuvo en Estados Unidos. Estaban las sucesivas crisis emocionales, las sucesivas rupturas… Todo eso confluye y llega a un momento en el que alguien ha dicho que hay una sustancia que está de moda, que ayuda a ver la vida de otro color y la toma.
Fue una más en eso. Y hasta en eso se es injusto con ella. En el caso de ella se dice: “Cayó en…” ¿Y los demás? ¿Y todos esos miles de actores y actrices, escritores, cantantes? En eso su historia tampoco es distinta a la del común de la juventud española. Se les vendió un Eldorado, que luego tuvo unas consecuencias atroces.
El consejo de Pepa Flores: "Amparo, vuelve a tus raíces"
P.: Sus últimos años son en Málaga, ¿que marca un poco el principio y final de todo?
R.: Sí, sí. Hay dos episodios que suponen, digamos, que el punto de mayor caída que son, por un lado, la utilización de su nombre en aquella operación policial que monta el gobierno de Felipe González para dar la imagen de que se está haciendo algo en la lucha contra el narcotráfico, que es la Operación Primavera, donde todas las televisiones, los periódicos, las radios abren con la noticia de que Amparo ha sido detenida en Barcelona. Y luego lees la noticia y dice que no hay cargos, que no se ha presentado denuncia… así que ¡qué clase de detención! Pero sirvió. Hacía falta un famoso para que demostrar que el Gobierno era igual con todos. Y la utilizaron.
Y casi consecutivamente, una fake news decía que estaba en fase terminal porque padecía SIDA. En el año 90, poco antes de que muriera Freddy Mercury, con casos como el de Magic Jhonson, con el miedo que daba en ese momento en el SIDA. Eso la llevó a ocho años de completa inactividad cinematográfica. Porque ningún actor quería rodar con ella, ningún director, ni productor quería contratarla.
Ella descubre el budismo y de alguna forma se prepara para la última parte de su vida. Para afrontar la enfermedad que llegó en 2004, el primer ataque de la enfermedad y el segundo que llegó en 2010. Y esos últimos años sí los pasó en Málaga, rodeada de su familia. Adaptándose a una nueva vida.
Tuve la ocasión de asistir a un encuentro entre ella y Pepa Flores, Marisol, que era de una generación precedente a la de Amparo. Y Pepa en esa charla le dice: “Mira, Amparo, quédate en Málaga, vuelve a tus raíces y vuelve a ser tú. Camina por la calle con tranquilidad. Deja todo ese mundo de la prensa del corazón, y quédate aquí”. Amparo lo puso en práctica. Pero la enfermedad no le dejó.
P.: En el libro se dice que es la biografía definitiva. ¿Por qué?
R.: Definitiva, en tanto y cuanto se ha contado una historia completamente, no una historia parcial. No una mirada totalmente sesgada como hasta ahora se había contado la vida de Amparo Muñoz, asociada siempre a aspectos tenebrosos. Ella lo decía: “No todo lo que he vivido es una mierda”.
Es decir, en la vida del ser humano hay luces y sombra y la de Amparo no fue una excepción. Definitiva en el sentido de que están las luces y están las sombras. Y hay luces muy intensas, luces que reflejan a toda una generación de mujeres. La historia de Amparó es la historia de las mujeres de este país que todavía siguen luchando por una causa que está abierta, que es la de que hombres y mujeres seamos iguales.