A Ali Boulala no le hacía falta un documental para ser conocido en todo el mundo, pero la obra del director sueco Max Eriksson sobre famoso compatriota "skater" ya retirado ha servido para recordar a esta leyenda del monopatín, el único que se atreviió a intentar saltar la mítica escalera de Lyon. No lo consiguió pero logró poner su nombre en lo más alto de este deporte urbano.
‘The scars of Ali Boulala’ pudo verse como estreno mundial en el pasado Festival de Cine de Sevilla y muestra, cámara en mano, la evolución de Boulalá sobre la tabla.
En su debut en el largometraje, el fotógrafo de moda y realizador de cortometrajes cuenta la historia de uno de los mitos del "skateboard" de los 90 y retrata a personajes en los márgenes de la sociedad.
El cineasta ha explicado que quiso ir un poco más allá de esta imagen y retratar al colectivo skateboard tal como es.
El protagonista de la cinta, Ali Boulala, ha asegurado que, a pesar de la fama en su país, se considera una persona normal, por lo que ha mostrado su extrañeza cuando se ha visto retratado en las imágenes.
“Cuando empecé a montar en monopatín era algo diferente. No queríamos ser como los demás”, ha dicho, para recordar que la película muestra cómo era la subcultura en aquella época.
Ali Boulala, uno de los "skaters" más míticos de los finales de los 90 y primeros 2000, es conocido por su excéntrica actitud punk, y también por el accidente de moto que tuvo en 2007, drogado, en el que su compañero Shane Cross murió y él quedó gravemente herido.
La cinta muestra la vida de Boulala antes y después del accidente, en una historia que va más allá del skate "para hablar de la redención, la culpa y las cicatrices (internas y externas) con las que se carga en la vida”, explica su sinopsis.
En 2002, Alí Boulala fue el primero en enfrentarse al reto de los 25 peldaños de la escalera de Lyon, en Francia. Logró superar la distancia pero jamás pudo hacerlo de forma limpia ya que nunca consiguío mantenerse sobre la tabla.
Tras muchos intentos terminó rindiéndose porque aseguró, no había distancia suficiente para tomar el impulso necesario.
Nacido en 1983, Max Eriksson es un cineasta documental originario de Helsingborg, en el sur de Suecia, y se interesó por la fotografía desde muy joven.
Su interés por las artes visuales le llevó a convertirse en estilista de moda y sus clientes en este rol son desde artistas musicales a revistas de moda y pasarelas.