Si, como canta Viva Suecia en ‘El bien’, no hay que creer lo que dicen los cantantes, poco podríamos rascar de esta entrevista. Sin embargo, las palabras de Jess Fabric, bajo eléctrico de la banda, suenan a verdad. Aprovechando que la banda celebra su décimo aniversario, hemos hablado con él para echar la vista atrás y preguntarle sobre los primeros años del grupo, de dónde salió un nombre tan singular, cuándo se dieron cuenta que podían vivir de la música o por qué el amor es un tema que atraviesa su obra, entre otras cuestiones. Un aniversario que tocará techo con cinco conciertos con un formato muy especial en Murcia, Madrid y Barcelona.

Pregunta: ¿Cómo os han sentado los primeros diez años de vida?

Respuesta: Nos han sentado muy bien. La música nos ha tratado muy bien desde el principio. Nosotros nos hubiésemos conformado con lo que pasó el primer año, que ya era mucho más de lo que imaginábamos y superó cualquier expectativa. Así que imagínate lo que vino después. Empezamos en esto porque somos amantes de la música y porque somos cuatro amigos que queríamos hacer canciones. Es muy difícil para nosotros encontrar una época más dulce de la que estamos viviendo. Pueden ser que los mejores años los estemos viviendo ahora y cada año que pasa es mejor.

P: ¿Qué pasó en ese primer año?

R: Cosas que ni siquiera imaginábamos. Nosotros montamos la banda porque nos gustaba tocar y hacer música. Todos veníamos de otros proyectos, pero no teníamos más expectativa que tocar. Todo lo que vino después fue un regalo: poder sacar un disco, telonear a bandas que admirábamos… todo eso era mucho más de lo que habíamos soñado.

P: También en ese momento ponéis nombre al grupo. ¿Qué relación tiene Murcia con Suecia?

R: En realidad es una tontería que llegó sola. El batería era muy fan de los grupos de post rock sueco y quería hacer su música. Una de las cosas que hicimos cuando llevábamos dos o tres ensayos fue pegarnos una fiesta. Y brindando, alguien por hacer la broma dijo ¡Viva Suecia! De ahí salió.

P: Todo son pasos que vais dando poco a poco, pero si tuvieras que decir un momento en el que visteis que iba a funcionar. ¿Cuál fue?

R: Esto es muy difícil porque incluso cuando dejamos nuestros trabajos, no acabábamos de estar convencidos del todo. Pero te puedo hablar de uno de nuestros momentos más felices. Cuando empezamos la gente se sabía algunos temas como ‘Los años’ o ‘A dónde ir’, pero hubo un concierto en Toledo en 2016 o 2017 en el que coincidimos en que todo el público cantó todas las canciones. Ese fue el momento en el que para nosotros alcanzamos el éxito, cuando supimos que nuestra música estaba llegando a la gente.

P: También en este tiempo habéis evolucionado con el sonido. ¿Cómo ha sido ese paso de un lugar más intimista al rock pop de ahora?

R: Nosotros lo hemos vivido de una manera muy natural. Siempre que se saca un disco aparecen las críticas de si el grupo cambia demasiado, etc. Pero si ponemos el punto de partida de cuando formamos el grupo y mi evolución musical, esta última ha sido mucho mayor de la que realmente ha ocurrido dentro de la banda. Yo venía de hacer punk, música electrónica, heavy… por eso la evolución dentro de la banda ha sido mucho más natural. También creo que tienes la necesidad de buscar otro sonido, de sentirte cómodo y libre. Que nos guste. Para nosotros esto es muy importante y, cuando lo haces, puede parecer que es todo lo contrario. Con el último disco nadie nos dijo nada, ni sobre cómo tenían que ser las canciones, y esa libertad ha sido nuestra mayor evolución.

P: ¿Tenéis alguna canción fundacional? ¿Alguna que os marcara como grupo?

R: Esa canción ha ido cambiando con el tiempo. La primera fue ‘Los años’, que pensábamos que iba a ser la que nos iba a representar. Después llegó ‘A dónde ir’, que la gente hizo muy suya. Tras esta vinieron ‘Bien por ti’, ‘Lo que te mereces’ y ‘Amar el conflicto’. Ahora con el nuevo disco se han posicionado ‘Hablar de nada’ y ‘El bien’, y no significa que sean las favoritas de todo el mundo, pero siempre ha llegado una canción más popular que la anterior. Si tuviéramos que hacer caso a los números, en el streaming está ‘El bien’, pero tampoco es la más laureada en los conciertos. Se despiertan grandes emociones con muchas canciones.

P: ¿Y al revés? ¿Alguna a la que tenéis tirria?

R: Nuestro repertorio lo elegimos libremente, no porque le gusta a la gente. Esto es leyenda en todas las bandas: Radiohead dejó de tocar ‘Creep’, los Rollig ‘Satisfaction’, etc. Pero a nosotros no nos ha dado tiempo en estos diez años. Una vez que sacamos el disco, tocamos las canciones pero no las escuchamos. Algo que creo que ayuda a no cogerlas manía.

P: En estos tiempos convulsos, llama la atención que vuestro discurso siempre haya contenido mucho amor. Al amor de la clase que sea.

R: ¿Hay algo más importante que sentirse querido? Seguramente la salud. Pero nosotros creemos que lo que conecta con el público y con nosotros mismos es el amor y la amistad. Y esto no es casualidad. En el peor momento de la banda y para el mundo en general, en 2020 cuando se paralizó todo, nosotros acabábamos de romper el vínculo con nuestro sello discográfico. No sabíamos qué iba a pasarnos y fue muy importante el amor de las personas que nos rodeaban y que confiaban en nosotros. De ahí surgió la fuerza para seguir y hacer el disco, porque lo que el cuerpo nos pedía era buscarnos la vida de otra manera. Pasamos un año en el que dimos cuatro conciertos y el amor nos salvó por encima de todo lo demás.

P: ¿Hay que creer lo que dicen los cantantes?

R: (Risas) Yo creo que no. A veces escribimos esas cosas porque hay que hacer canciones, y no siempre hay una historia real detrás. No siempre el discurso en el que nosotros podamos creer funciona con todo el mundo. Nadie te tiene que decir lo que tienes que hacer. Si algo te hace bien hazlo y no creas lo que digan los demás. Y menos los cantantes, con la fama que tienen. (Risas)

P: ¿Qué esperáis para los próximos 10 años?

R: No nos atrevemos a soñar más. Queremos seguir disfrutando de esto y hacerlo de una manera sana como lo hemos hecho hasta el momento. Que siga siendo divertido. Si nos podemos seguir permitiendo vivir de ello genial y si no que lo pasemos bien.

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