Como si el destino nos estuviera preparando para el apocalipsis pandémico que se nos venía encima, el 15 de abril de 2019 tuvo lugar un acontecimiento que detuvo el mundo unas horas. Al menos, el mundo occidental. Estamos hablando del incendio de la catedral de Notre Dame en París. Los daños estructurales fueron considerables (la aguja y el tejado se derrumbaron). Por suerte se pudo extinguir, aunque ya no volvería a ser la misma.
La gente aprovechó para demostrar su bondad de postureo y se recaudaron cerca de 800 millones en 24 horas. Una salvajada inimaginable. Y ahí comenzaron los trabajos de reconstrucción que han llegado hasta este mes de diciembre, cinco años después. Un hito más en la historia de una catedral que se hizo famosa gracias a una obra atemporal escrita por Victor Hugo: 'Nuestra señora de París', comúnmente conocida como la historia como 'El jorobado de Notre Dame'. Publicada en 1831 en once tomos diferentes, la trama gira en torno a Quasimodo, un pobre jorobado que trabaja en el campanario de la catedral y que protagoniza un desdichado romance con la gitana Esmeralda.
Muchas leyendas se han creado en torno a Notre Dame, más aún desde su publicación. Y durante mucho tiempo se ha especulado con la existencia o no del jorobado. El autor no solo escribía, sino que también era muy consciente de todo el arte que rodeaba a la ciudad de París. Tras la Revolución Francesa, la capital francesa cambió por completo. Un aire antieclesiástico, contra todo lo que suponía el poder y la Iglesia, recorrió Francia y muchas iglesias y catedrales fueron asaltadas y profanadas. Se empezaron a hacer restauraciones en un sinfín de edificios medievales, tratando de borrar su pasado gótico, algo que no le sentó nada bien al autor. Trabajó incansablemente para que se respetara el patrimonio artístico de la que era su ciudad, y al darse continuamente contra un muro, aceptó el nuevo encargo de su editor Gosselin para defender sus creencias.
Así llegaría 'Nuestra Señora de París', que no solo es una historia de amor trágico, sino también una carta de amor a la catedral parisina, que había sido despojada de toda su belleza, convertida en almacén de vino y alimentos, y que fue ampliamente saqueada durante los años posteriores a la Revolución. Con la novela, la sociedad comenzó a ver la catedral con otros ojos y su restauración final dio comienzo en 1840. Durante los trabajos que buscaban devolverle su gloria pasada, apareció Henry Sibson, un aventurero, trotamundos y tallista.
Fue gracias a él que sabemos la existencia de cierto supervisor que podría haber sido nuestro jorobado famoso. "Era un tallador del escultor del gobierno, cuyo nombre he olvidado, ya que no tenía relación con él, todo lo que sé es que era jorobado y no le gustaba mezclarse con los otros talladores". Así puede leerse en las memorias del propio Sibson, que afirmó que dicho jorobado se llamaba monsieur Trajin, aunque su mote era 'monsieur le Bossu'. Literalmente, el jorobado.
Aunque no hay pruebas fehacientes de que Victor Hugo y el jorobado llegaran a conocerse realmente, es muy probable que así fuera, ya que ambos coincidieron en el tiempo que duraron las restauraciones de la catedral. Uno como supervisor, y otro como amante del arte gótico. Sobre Esmeralda no hay ningún tipo de escrito, pero los expertos consideran que Trajin podría haber sido la inspiración clara para Quasimodo. Adrian Glew, uno de los archiveros de la Tate Gallery donde se encontraron las memorias de Sibson, empezó a trazar un mapa para tratar de averiguar si Victor Hugo y el jorobado pudieron conocerse más allá de las obras que rodeaban a Notre-Dame.
Según varios historiadores, las cuadrillas contratadas para esculpir las nuevas figuras para Notre Dame vivían en el mismo distrito que Victor Hugo. Y estos trabajaron en la catedral en los mismos años que el escritor creaba 'Nuestra Señora de París'. ¿Fue realmente Trajin la inspiración para una de las figuras más trágicas de la historia universal? Todo parece indicar que sí. Pero no solo no hay constancia de ninguna Esmeralda, sino tampoco del archidiácono Claude Frollo, el principal antagonista de la historia. Aunque en la novela no fuera tan villano (y fuera corrompiéndose por su amor por Esmeralda), sí que lo fue en la adaptación de Disney, una de las películas más oscuras del estudio.
En ella, Frollo pasa a ser un juez que manipula a todos a su antojo, que lleva a cabo una limpieza étnica en París contra los gitanos y que usa su poder para convertirse en la figura de autoridad más grande de la capital francesa. La película fue un éxito moderado en su momento (cerca de 300 millones en taquilla frente a un presupuesto de 100), pero ha conseguido un estatus de culto por su forma tan brutal de tratar ciertos temas. Desde el racismo hasta el acoso sexual, por no hablar del bullying y el ostracismo social. Todos ellos elementos que ya estaban en la novela original de Victor Hugo, y que aquí fueron pasados por el filtro Disney, aunque no tanto como en otras ocasiones.
Una adaptación libre pero bastante acertada del clásico atemporal de la literatura universal, que sigue escondiendo más de un secreto entre sus páginas. Pero el más grande de todos parece haberse revelado con la aparición de Trajin. No fue un campanero refugiado en los fríos muros de Notre Dame pero sí ayudó en su reconstrucción por lo que parece cerrarse el círculo de una forma casi poética.
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.