Enrique Ponce salió a hombros en su despedida de los ruedos españoles, en una corrida de gran expectación condicionada por el viento en la que el diestro de Chiva regaló un sobrero a la afición valenciana.
Talavante paseó una oreja y el firme toricantano Nek Romero se fue de vacío, en un festejo en el que el sobrero salvó los muebles de Juan Pedro Domecq, y los de Garcigrande ofrecieron más opciones.
Pocos habrían imaginado meses atrás, cuando se anunció el cartel que supondría la despedida de Enrique Ponce de los ruedos españoles, que la terna compuesta a tal efecto reuniría a los dos toreros triunfadores con salidas a hombros en Sevilla y Madrid de las últimas semanas, Alejandro Talavante y el propio Ponce.
Sin embargo, ni la coincidencia en el mismo cartel de Ponce en su última corrida en España, de Talavante con su reciente Puerta del Príncipe sevillana, ni la alternativa de la penúltima promesa valenciana sirvieron para llegar al "no hay billetes" antes de iniciado el festejo, aunque a la postre, ciertamente, tan ansiado cartel se colgó en Valencia.
Ponce lució, como tantas veces hiciera en sus comienzos, un terno blanco y plata con remates en negro, aunque este de mucho más brillo que aquel inicial.
El valenciano, que brindó al público, se enfrentó al viento y a un colorado segundo que tuvo buen aire por el pitón izquierdo, lado por el que llegó, con diferencia, lo más destacado de la desigual faena, empezando por un cambio de mano deletreado que encendió los ánimos de torero y público.
Más tarde llegarían varios chispazos de cintura quebrada al abrigo de las tablas, recetados tanto de uno en uno -los más- como ligando en arrebato puntual para regocijo de los tendidos que, generosamente, le pidieron la oreja, concedida, a pesar del bajonazo con el que rodó el de Garcigrande.
Ponce brindó el desabrido cuarto a su padre. Tras una entonada pelea en varas y un buen par de Fernando Sánchez, la diana floreada de El Soro supuso un bien intencionado deseo que no tuvo el refrendo de una faena lucida debido a la deslucida condición del de Juan Pedro Domecq, aplomado y sin vida.
No obstante, este no sería el último toro de Ponce en España, ya que el de Chiva pidió el sobrero, que llevó el hierro de Juan Pedro Domecq y que peleó con fijeza en el peto de Agustín Collado. La ligazón presidió la faena al manejable ejemplar sevillano.
Las espaciadas series, condicionadas por el viento, surgieron unas más templadas, otras menos, como desigual fue el ajuste. Lo que no varió fue la receptividad de los tendidos, que se pusieron en pie tras dos redondos completos genuflexo citando de espaldas.
La firma debida llegó en la buena estocada, y la apoteosis inflamada con traca final en la vuelta al ruedo a hombros de su banderillero Fernando Sánchez, con dos orejas a todas luces excesivas en sus manos. Misión cumplida. A hombros rodeado de entusiastas seguidores, aficionados y profesionales.
El tercero agradeció cuando Talavante lo trató con delicadeza, lo cual ocurrió a veces. Otras hubo algún que otro banderazo que desordenó las acometidas del de Garcigrande.
Pero el extremeño también protagonizó pasajes de toreo arrebatado, ceñido, templado y variado, por ambos pitones, con un lucido epílogo por pases del desdén que, unidos a una fulminante estocada a la primera, le granjeó una oreja, aunque se le pidieron con fuerza las dos.
Talavante bajó los humos al geniudo quinto en una poderosa tanda de comienzo tras la cual el de Juan Pedro Domecq se vino abajo casi por completo. El extremeño no se dio coba y abrevió.
El viento -vendaval por momentos- lastró gravemente la posibilidad de componer un trasteo técnicamente mejor al toricantano Nek Romero, quien estuvo tremendamente firme en el primero, el de su alternativa, sin mover una pestaña a pesar de las dudas de su renuente oponente y de la acción del viento, que hizo misión casi imposible manejar la franela.
Cerró por bernadinas y mató a la segunda, necesitando de dos descabellos y llegando a escuchar dos avisos. Después de un buen rato sin oler toro, el nuevo matador de toros valenciano quitó por emocionantes saltilleras al segundo de Talavante.
En el suyo posterior, sexto de la tarde, lo recibió decidido con el capote, esperándolo mucho en el recibo doblándose por bajo, y en el quite por chicuelinas para llevarlo al caballo bien manejado por Pedro Morales "Chocolate".
Los estatuarios iniciales contaron con un sorpresivo pase por la espalda que hizo a los tendidos conectar con la faena. Pero sería por poco tiempo, lamentablemente. A pesar de que la muleta flameaba como una bandera, a veces en horizontal a la arena, Romero se empeñó, con relativo éxito, en exprimir las contadas y mortecinas arrancadas que le ofreció el de Juan Pedro, brindado, a Ponce.
Todo ello sin triunfo posible aunque con vuelta al ruedo; por su cuenta, eso sí.
Plaza de toros de Valencia. Corrida de toros. Festividad de la Comunidad Valenciana. Lleno de "No hay billetes".
Se lidiaron tres toros de Garcigrande (primero, segundo y tercero) y cuatro de Juan Pedro Domecq (cuarto, quinto, sexto y séptimo de regalo). Primero desrazado. Segundo noble y con buen pitón izquierdo. Tercero noble y con calidad. Cuarto, quinto y sexto muy venidos a menos, pitados en el arrastre. Manejable el séptimo de regalo, aplaudido en el arrastre.
Enrique Ponce (de blanco y plata con remates en negro): más de media baja (oreja con aviso); pinchazo y casi entera caída (ovación con saludos); estocada entera arriba y dos descabellos (dos orejas tras dos avisos).
Alejandro Talavante (de nazareno y oro): estocada casi entera arriba (oreja con petición); dos pinchazos y estocada entera caída (silencio).
Nek Romero, que tomaba la alternativa (de nazareno y oro): pinchazo y estocada entera trasera y dos descabellos (silencio tras dos avisos); dos pinchazos y casi entera desprendida (vuelta al ruedo).
El cantante Francisco cantó el himno de Valencia al término del paseíllo acompañado de la Banda de Música de Chiva, que a continuación interpretó el himno nacional de España.
Nek Romero tomó la alternativa con el toro Pisaverde, número 142, de enero de 2020, de la ganadería de Garcigrande, y de 506 kilos de peso.
Fernando Sánchez saludó tras banderillear al segundo, cuarto y séptimo, mientras que Javier Ambel hizo lo propio en el quinto y Víctor del Pozo en el séptimo.
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