La invasión de Ucrania tiene consecuencias a los dos lados de la frontera. Ese conflicto ha llegado al festival de Venecia, donde han coincidido dos documentales que reflejan cómo se vive la contienda entre Rusia y Ucrania desde cada bando. Uno de ellos refleja la vida en un batallón de las tropas de Putin ('Russians at war') y en otro, la supervivivencia en la Ucrania invadida ('Songs of slow burning earth').
El festival de Venecia ha sido su campo de batalla y una guerra sobre alfombra roja en el punto de mira de un batallón de cámaras. Guerra entre dos documentales, uno ruso y otro ucraniano, retratando el dolor a ambos lados de la trinchera.
Para rodar a los soldados rusos en guerra, Anastasia Trofimova se coló sin permiso siete meses en el frente. Quería grabar el rostro más humano de los soldados. "Para mí el shock fue encontrarme con chicos normales", explicó en el festival.
Algunos no saben por qué están ahí, otros están por dinero o por sus hijos. Un documental sin rastro de atrocidades que ha caído como una bomba. Entre los ucranianos lo acusan de blanquear la guerra, de mostrar a los invasores como víctimas.
En el otro bando, el documental ucraniano, con canciones de una tierra que arde lentamente y el horror que no se ve, se intuye. "Mantener los horrores de la guerra fuera del encuadre es más poderoso porque evoca a la imaginación". explica Olha Zhurba, directora de 'Songs of slow burning earth'.
Con el testimonio de viudas y madres, a las que les preocupaba que si morían repatriaran su cadáver. Soldados que esperan sus prótesis para volver a caminar y niños que sueñan por un futuro mejor.
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