Los trece años son una edad de transición en la que no se pertenece a ningún mundo. Ni se es adulto ni se es niño. Ni se es independiente ni se quiere depender de la familia. Seguimos teniendo inocencia, pero nos empezamos a dar cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. El cuerpo comienza a desarrollarse, pero no llega a estar formado del todo. En esa edad vive Vera, la protagonista del libro 'Mala estrella' (Blackie Books) de Julia Viejo. Una edad limítrofe que también le sirve a la autora para tratar otros temas como necesidad de imaginación para sobrevivir, el no encajar en lo establecido, los abusos que sufren las niñas a esa edad o las herencias familiares.
P: ¿Por qué es importante que la protagonista esté en esa edad entre la niñez y la adultez?
R: Es importante porque me permitía la búsqueda de una voz propia tanto para el personaje como para mí como escritora. Ella está en una edad que yo llamo anfibia, es decir, entre la tierra y el agua. La primera representa lo más firme, la familia y la infancia, y la segunda sería lo turbio. Ese proceso es el mismo que vivo yo como escritora, el buscar una voz, una identidad y ocupar un lugar en el mundo
P: También te permite mostrar a una protagonista que no encaja.
R: En el libro hay un montón de situaciones que muestran cómo ella no se encuentra a gusto en el sistema tradicional, que es lo que representa su familia. Un sistema muy basado en el poder, en lo masculino y en el dinero. Ahí no pinta nada. Y es como lo vivo yo un poco también. Cuando ella se siente más cómoda es cuando sale de ahí y se va sola al río o habla con su amigo imaginario.
P: ¿Cuánto le ayuda a su propia supervivencia lo imaginario?
R: Muchísima. El libro es una oda a la ficción y a la invención en muchas formas. Desde las mentiras, que la protagonista cuenta muchas, hasta el hecho de inventarse a un amigo o las pantomimas que hacen muchos personajes del libro. Creo que todos inventamos un poco la realidad para sobrevivir o ser aceptados. Me gusta disfrazar este concepto de ficción de varias cosas y regarlo por todo el libro.
P: Al final se encuentra más cómoda entre las personas excluidas de la sociedad que entre las otras.
R: Ella es digna hija de su madre por varios motivos. El primero es este gusto por la excentricidad, algo que ha condenado a su madre le ha condenado al ostracismo. La hija ha heredado esa locura que le achacan, pero más que falta de cordura, puede ser que simplemente no encaje en el molde establecido. En el libro se habla mucho de estas herencias, que pueden ser mejores o peores.
P: Una edad en la que también tiene libertad para hablar de cosas duras desde la inocencia.
R: Para mí era importante que la voz narradora estuviera sesgada, que el lector supiera más de lo que entiende la protagonista. Esa inocencia natural me permitía hacer un doble juego en el que ella no sabe muy bien lo que está pasando. Creo también que es un mecanismo de protección: el quererte quedar en esa ingenuidad para no abrir los ojos ante la crudeza de la realidad. Algo que tiene que ver con la decadencia familiar, pero también con los abusos de hombres a tu alrededor o de otras muchas cosas oscuras que te rodean. La ingenuidad es otro tipo de ficción que ayuda a sobrevivir.
P: Ese paso de la niñez a la adultez también te sirve para hablar de los cambios en el cuerpo de la protagonista. Y de los abusos sufre.
R: De manera inconsciente es algo que impregna la identidad de casi cada mujer. Por desgracia. Cuando hablas de una adolescencia, y sobre todo de una edad tan clave en la que se empieza a desarrollar el cuerpo, es inevitable que esté todo impregnado de abusos en mayor o menor gravedad. En este libro no son muy fuertes, pero forman parte de la vida de cualquier mujer. Es lo que vivimos.
P: Abusos de los que ella no es consciente.
R: Como ninguna la hemos tenido hasta que han pasado años y nos hemos dado cuenta de que no era normal. Lo consideras que es algo que te toca por ser una chica, pero no debería ser así. El lector adulto es consciente de esto, pero la niña protagonista no tiene ni idea.
P: Aun así, ella solo quiere gritar “coño, coño, coño”.
R: El lenguaje es uno de los lugares donde yo puedo reflejar esa pulsión rebelde. Y es lo único ella que tiene para desfogarse. Por eso grita tanto “coño, coño, coño”.
P: Pareciera que la novela es dura, pero también hay momentos muy bonitos.
R: El libro tiene mucha influencia de novelas infantiles, aunque luego tenga un poso duro y oscuro. En ella hay de todo, igual que en la vida. Me gusta defender que a pesar del trasfondo trágico, el tono no es así en general. Utilizo el humor y la ligereza, los cuales surgen como una vía de escape a la tensión y a la tristeza.