El Museo del Prado tiene entre sus paredes infinidad de tesoros, como el cuadro de la segunda Marquesa de Manzanedo, de Raimundo Madrazo. Sin embargo, un buen cuadro puede perder fuerza si no cuenta con un marco que esté al mismo nivel. La importancia de los marcos pasa a veces inadvertida. Son capaces de potenciar una imagen y de añadir más valor a una obra. Hemos visitado un taller que convierte los marcos en auténticas obras artísticas.
El taller de los hermanos Ladrón de Guevara lleva más de 40 años dedicados a este oficio, el de restaurar y crear marcos para cuadros. Entre sus últimos trabajos se encuentra un cuadro barroco que albergará un Miró.
Francisco Ladrón de Guevara cuenta que el arte reside es saber vestir correctamente el cuadro, hacer que el cuadro se engrandezca porque, al final, como el mismo comenta, lo principal no es su marco, sino la pintura.
Y ahí reside precisamente el reto, no es lo mismo enmarcar una tabla flamenca, que una tabla gótica, que una pintura del siglo XIX o XX. "Desde que se comienza se tiene que buscar maderas que estén bastante secas, que no den luego problemas de movimiento, hay que buscarle unos buenos ensamblajes." explica José Luis, el otro copropietario.
Un proceso complejo que a veces requiere además decorar con estas delicadísimas hojas de oro de ley. Tal es el resultados que muchos de ellos cuelgas de las paredes del Museo del Prado, el Thyssen, o el Sorolla, entre otros muchos. "Tú vas al Museo, miras la obra y parece que es el marco que le puso el autor en su época" comenta Francisco.
En este taller también restauran altares, retablos, entre otras obras. Su nuevo desafío, transformar un armario holandés del siglo XVIII en una biblioteca en miniatura.
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