No hubo lugar para la sorpresa ni la variedad en la gala de los Emmys que conmemoró su 75 aniversario. Las tres series que partían como favoritas en todas las apuestas, Succession, The Bear y Beef, se llevaron la mayoría de los premios en una ceremonia marcada por el retraso de cuatro meses debido a la huelga de guionistas y actores que afectó a la industria durante medio año. El resto de los galardones se repartieron entre los habituales candidatos.
Succession, de HBO, cerró su exitosa trayectoria con un final de infarto. Su última temporada, llena de ironía y tensión, se hizo con seis premios: mejor serie de drama, mejor dirección, mejor guion, mejor actor secundario (Matthew Macfadyen), mejor actriz de drama (Sarah Snook) y mejor actor de drama (Kieran Culkin).
El gran vencedor de la noche fue Jesse Armstrong, el creador de la serie y ganador de cuatro Emmys como guionista —uno por cada temporada— y tres premios gordos en total. Se convirtió así en uno de los pocos que han logrado despedir su serie por todo lo alto en los Emmys, junto con otras dos de HBO, Juego de tronos y Los Soprano. La otra, un clásico de la edad de oro de la televisión: Breaking Bad.
The Bear también arrancó aplausos desde el principio. Además de dominar las categorías de interpretación (Jeremy Allen White, Ebon Moss-Bachrach y Ayo Edebiri), se hizo con el Emmy al mejor guion y dirección, ambos para el creador de la serie, Christopher Storer. El sexto Emmy, el de mejor comedia, era inevitable. Como anécdota, el beso apasionado que Moss-Bachrach le dio al chef canadiense y compañero de reparto, Matty Matheson.
The Bear dejó sin opciones a la que había sido la reina de la comedia en los últimos años, Ted Lasso de Apple TV+, que se fue de vacío. Tampoco tuvo suerte The Last of Us, con cinco nominaciones y ningún premio.
Después vino el aluvión de estatuillas para Beef, la miniserie de Netflix del coreano Lee Sung Yeun. El creador se llevó tres de los cinco premios a los que estaba nominada su obra, incluyendo el de mejor dirección y mejor serie limitada, emocionado al recordar el saldo en su cuenta cuando llegó a Los Ángeles. Sus dos protagonistas, Steven Yeun y Ali Wong, también se llevaron un Emmy cada uno.
Todos fueron triunfos esperados, al igual que el de John Oliver. El humorista británico volvió a hacer lo de siempre: ganar, incluso compitiendo contra otro de los pesos pesados de los Emmys, Saturday Night Live. Ya van ocho años seguidos llevándose el premio como mejor serie de variedades, o en este caso, el de mejor serie con guion de variedades, además del de mejor guion. Imposible de superar.
En general, fue una gala divertida que se hizo llevadera a pesar de las tres horas de duración. Con un solo premio se notó la diferencia abismal de ambiente en los Emmy respecto a la fallida ceremonia de los Globos de Oro. La Academia de Televisión supo aprovechar los dos factores a su favor: el 75 aniversario de los premios y el hecho de celebrarse en el día de Martin Luther King, festivo nacional en Estados Unidos. Casualidad o no, los dos primeros premios de la noche fueron para actrices afroamericanas, Ayo Edeberi (por The Bear), y Quinta Brunson, protagonista de Abbott Elementary.
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