Cuando María Larrea (Bilbao, 1979) contaba su historia en las cenas de amigos -la búsqueda de su madre biológica después de que una echadora de cartas sentenciara: “Tu madre te oculta cosas de tu nacimiento, habla con ella lo antes posible”- le divertía hacerlo. Había mucha emoción al repetirlo una y otra vez. Lo que no quería era que esa historia, la de su vida, la de Vitoria y Julián, sus padres adoptivos, y el camino que emprende al saber que la suya es una adopción ilegal, se quedara en eso; en algo que se cuenta a los amigos en una noche de copas. “La historia se cansa, se gasta, necesitaba que estuviera en algún lugar”. Y ese lugar ha sido “Los de Bilbao nacen donde quieren” (Alianza Editoral), un libro que se ha abierto paso primero en Francia, donde ha conquistado el favor de los premios (Premier Roman 2023; mejor novela debut Les Inrockuptibles, mejor novela France Télevision 2023), de la crítica literaria gala -"Una narración furiosa que presenta a una escritora con mucho talento", para Le Figaro- y especialmente de los lectores.
El mejor marketing en una primera novela -el boca a boca- le ha llevado a la sexta edición, pese a que su título pudiera hacer creer a algún despistado que se trata de una perfecta recopilación de bilbainadas.
Esta directora y guionista, que atiende a InformativosTelecinco.com vía telemática desde París, donde vive, pensó primero en hacer de su autobiografía una película, pero el proyecto se fue atascando y no pudo ser.
Pregunta: Ahora puede decir ya… ¡pues bendito sea, no ha sido una peli, pero vaya, ha sido libro!
Respuesta: (Risas) ¡Cuando hacia cortos había algunos que decía que no quería enseñarlos, me daba pereza o vergüenza! Esto no. Que la historia de Julián y Victoria, mi historia, sea un objeto que tenga un número de ISBN, es algo muy legal, se sabe dónde ha sido impreso, con qué fecha. Como mi acta de nacimiento tiene algo de peculiar (es falsa, los papeles con los que sacaron sus padres adoptivos a María de España no son legales), me gusta que mi nuevo acto de nacimiento sea un libro.
P: Está negociando los derechos para llevarlo, ahora sí, al cine.
R: Sí, será otra película. No la que yo iba a hacer. Cuando mi profesora de francés me dijo que debía ser un libro, lo mejor que hice fue tirar el guion que tenía a la basura. Ese guion se parecía cada vez más a un Frankenstein, escuchaba a todo el mundo, había muchas intervenciones del exterior, la directora de reparto, los derechos de televisión; al final no era la historia que quería contar. Cuando escribes, eres tú sola con millones de posibilidades, estás en mitad del océano; la historia cuando escribes la puedes enganchar como te de la gana, no necesitas un presupuesto de 18 millones; estás con tu café, tu vaso de agua y el mundo entero para ti. He pasado tanto tiempo con estos personajes... he viajado de nuevo, he investigado sobre la España de mis padres, la España de la posguerra, de la dictadura y todo desde mi mesa de París.
P: ¿Su búsqueda le ha permitido entender mejor a España?
R: Han sido 14 años de búsqueda. Ahí entiendo que España es un país de silencio, una nación del secreto. Cuando ves que todas las rutas están cerradas; que la gente que sabe, o ha muerto o no quiere hablar, y que todo estaba muy bien arreglado para que nadie supiera, solo queda luchar contra el silencio con otros iguales que tú y empezar a hablar. Los foros de niños falsamente adoptados han sido eso, romper el silencio.
P: Usted tiene “la suerte” de tener tres madres: la biológica, la de “leche” y la que le adopta. Madres capaces de decirle: “Eres hija de nadie” o “Te dejé vivir”. Retrata tres mujeres muy fuertes en la España de los 80.
R: Han sido tres personas increíbles. He tenido la gran suerte de que la vida me las ha puesto delante. Ha sido un regalo poder observar a estas tres mujeres y cómo llevaron sus vidas en el siglo XX; cómo ser madres en este país durante la dictadura y después. Una de ellas, una mujer de un entorno burgués; otra, de un entorno obrero; una huérfana, o de clase media que no tenía tan marcada su biografía.
P: La autobiografía familiar recorre las vidas de su abuela, prostituta, sus padres abandonados también como la propia María, las drogas, las burlas de sus compañeras de clase por llamarse como la asistenta que tenían en casa... y es todo cierto. La novela es dura, áspera, pero no abandona el sentido del humor.
R: Sí, los temas del libro son muy duros: incesto, violencia doméstica, el abandono, la Iglesia que no trata bien a los niños, el alcoholismo, las drogas, el aborto...¡cada vez que hago la lista, parece que no se acaba, que me he pasado! Pero es que la vida se pasa, la vida es borde. Es algo muy personal, hay ciertos momentos en que me gusta poner mucho humor a momentos duros. Era mi contrapunto dentro de las historias, que me ayuda además a romper el ritmo.
P: ¿Le ha reconciliado con su propia vida?
R: La reconciliación está en camino. Es más aceptar las cicatrices, convivir con ellas, hay heridas que están curadas, pero hay una cicatriz detrás, no es algo que desaparece. En vez de reconciliación es una declaración de amor hacia mis padres, mis hijos, Bilbao. Además de una historia de personas abandonadas necesitaba contar el exilio de mis padres. Esto se ve mucho en inmigrantes de segunda generación. Fue una gran alegría para mi ver que no me pidieran cambiarle el título de la novela, un título claramente de asimilada. Era una frase que me decía mucho mi padre. Al principio no iba de título, pero cuando la traduzco pienso que en francés puede funcionar muy bien, tiene todo el misterio, nadie sabe lo que significa, pero lleva el secreto del libro. Me sorprendió que la editorial no quisiera cambiarla; cuando se tradujo al castellano, era algo que podía confundir.
P: En Francia hay más autores que han retratado esa segunda generación de inmigrantes. Leila Slimani novela con éxito en Francia a la segunda generación.
R: Sí, no ha habido tantos de los hijos de inmigrantes españoles; quería contar esa inmigración invisible. La de quien vuelve en verano a su país de origen y se convierte por un mes en un perfecto triunfador, que estrena Lacoste, se compra piso, se convierte en “el franchute” cuando está en España y lleva los bolsillos llenos de dinero. En los otros 11 meses del año trabaja de conserje del Theatre de la Michoiere, la mujer echa horas en un estanco, su casa huele a cebolla frita y a legumbres y muchas noches, si el vino se tercia, acaba a golpes.
P: ¿Qué relación guardas con Bilbao ahora?
R: Para mí Bilbao es un personaje más, no un lugar. Tiene una evolución, desde ese Barrio de San Francisco, el barrio de las prostitutas en los años 40, hasta el Bilbao de los 80, cuando la ciudad es más difícil por la droga, la banda terrorista, al del Guggenheim... tiene un arco narrativo; cuando se dice en las novelas que se vuelve al lugar del crimen, Bilbao es el lugar del crimen en este libro, donde nace el secreto y donde se va a desvelar. Bilbao es el Ámsterdam de la novela “La caída”, de Albert Camus. Para mi Bilbao es “Maman”, la imponente escultura de Louise Bourgeois en el Guggenheim, la tela de araña a la que hay que acercarse para entender quién era mi madre.
P: La novela es un homenaje también a su padre adoptivo, Julián. El personaje más controvertido y violento de la novela. Relata como homenaje una cena en un restaurante chino, una memoria feliz de los tres.
R: El personaje de Julián, el padre adoptivo, es el único que tiene nacimiento y muerte, sabía que debía cerrar volviendo a ese trío, a esos tres huérfanos, tres energías que en la foto son una familia.
P: Un Julián del que no oculta que tenía simpatía por ETA
R: No creía en Dios, necesitaba creer en algo, Tenía una violencia, un sufrimiento interior que no sabía cómo expresarlo. Ese padre que es como una roca, por eso peleo con ese personaje, busco que el lector pueda tener cierta empatía con él, aunque eso sea muy difícil de entender. Lo de su simpatía por una banda terrorista quería mostrarlo desde el punto de vista de una niña y de, por supuesto, alguien que no vive en el País Vasco.
P: Sorprende que, con tanto drama, el desenlace se resuelva de una manera tan poco melodramática, no se desborde.
R: Aunque me guste lo barroco, lo exagerado, lo loco en otros ámbitos como en el cine, o la pintura, prefiero la poesía de lo poco. Necesitaba no intensificar los sentimientos como se puede hacer en el cine. Justamente en ese momento no quería hacerlo.
P: Su libro ya tiene vida propia. ¿Y ahora qué?
R: Cuando alguien busca tanto y le gusta, como a mí, contar historias de personajes, lo seguirá haciendo. Quiero seguir contándolas.