Existe un proverbio chileno que dice que Los Andes no devuelven lo que toman; una frase que sería aplicable al calvario que vivieron los 16 supervivientes del accidente de avión registrado en dicha cordillera el 13 de octubre de 1972. Cuando Nando Parrado vio las montañas por la ventanilla del avión, miró a su madre, consciente de que aquella altura “no era normal”. Un segundo después, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya chocó con la cima y el fuselaje se partió en dos. La cola se perdió en el aire y la parte delantera, milagrosamente, se deslizó por una ladera que hizo de freno de emergencia y detuvo en seco lo que quedaba del avión.
Todos los pasajeros debían haber muerto en tan espantoso accidente, pero no fue así. Y, durante 72 inacabables días, la montaña quiso hacer honor a su dicho, pues varios de los supervivientes que sí llegaron con vida a tierra firme, acabaron sucumbiendo por el frío, las heridas y la llegada de un inesperado alud, que se cobró otras ocho víctimas. Finalmente, los ya históricos Parrado y Canessa decidieron emprender una expedición imposible hacia el Oeste, encontrando al incrédulo montañero que avisó al mundo entero de que los integrantes del avión desaparecido estaban vivos.
Todo ello lo cuenta Juan Antonio Bayona en su nueva película, La sociedad de la nieve, con su especial querencia por las tragedias basadas en hechos reales. Tras Lo imposible, la película que plasma la milagrosa historia de la familia de María Belón, el director español ha liderado una nueva versión de la tragedia de Los Andes, consciente de que los films ya existentes no satisfacían a los supervivientes. Nada de lo grabado conseguía transmitir el “terror” de unos pasajeros a los que era imposible encontrar en medio de un manto blanco. Un miedo que no pudo eclipsar sus lazos de amistad, clave en esta epopeya de supervivencia.
Después de 51 años, los detalles del accidente aéreo del equipo de rugby son de sobra conocidos, pero hay informaciones que todavía siguen sorprendiendo a la humanidad. Como, por ejemplo, la existencia de un hotel abandonado a 27 kilómetros del lugar donde el avión quedó varado y cuya estructura, por vieja que estuviera, podría haber salvado muchas vidas , si bien hay dudas razonables de que se hubiera podido cruzar el río que lo rodeaba. La historia hubiese sido muy distinta si ese 29 de octubre, en vez de estar dentro de los restos del fuselaje, los pasajeros se hubieran podido proteger detrás del ladrillo del imparable alud. Tan angustioso fue ese momento que los actores de La sociedad de la nieve han reconocido que la escena de la avalancha fue una de las más complicadas del rodaje.
Al conocer la ubicación real del hotel, en ruinas desde 1953, todo el mundo se hace la misma pregunta: ¿porqué Parrado y Canessa se dirigieron al oeste, donde tenían en frente una montaña de 3K, y no siguieron el natural curso del agua valle abajo, en dirección al este? Porque el piloto del vuelo no sólo cometió el error garrafal de querer cruzar la cordillera andina con un grave temporal, sino que además, se equivocó en el único dato que les dio a los supervivientes tras el impacto. Malherido, les aseguró que habían sobrevolado Curicó y que, por lo tanto, se encontraban ya en Chile. Según los mapas guardados en el avión, el siniestro se había producido en las fronteras del glaciar y por lo tanto, si continuaban hacia el oeste, encontrarían los verdes valles que serían su salvación.