Brad Pitt no era nadie cuando se presentó en el casting de ‘Thelma y Louise’. Por entonces, y hablamos de 1991, Hollywood ya tenía a su sex symbol oficial. Se llamaba George Clooney. Y lo último que quería Ridley Scott era que un personaje secundario, un guapo más, eclipsase a sus dos protagonistas. Cuatro actores llegaron a la fase final. Debían defender su separata frente a Geena Davis. Y su magnetismo fue tal que la intérprete que dio vida a Thelma se olvidó de sus líneas de guion al compartir espacio y tiempo con él.
“El rubio” fue lo único que pudo esbozar la actriz cuando su director le pidió impresiones a la hora de tomar una decisión sobre quién debía encarnar el papel. Aquel joven de 28 años respiraba tal aire de superestrella que no podían dejarlo escapar. Y le convenció para darle el papel.
Tras el estreno, el público confirmó que habían hecho lo correcto. Pocos podían quitarse de la cabeza esa escena en la que un vagabundo aparecía sin camiseta, con un sombrero de cowboy y un secador en mano como únicos complementos, al abandonar la sala. Tenía carisma. Tenía talento. Y un físico perfecto para ser cosificado en unos tiempos en los que las mujeres eran el objeto de deseo por excelencia del cine.
Fue así como se creó un icono sexual. Ese que se fue haciendo cada vez más y más grande con ‘Entrevista con el vampiro’, ‘Leyendas de pasión’, ‘Seven’, ‘El club de la lucha’ u ‘Ocean’s Eleven’. Más allá de su valía interpretativa, que ahí estaba, el aliento se entrecortaba en el patio de butacas cuando Brad aparecía en plano.
Con 41 años, edad a la que ya le había salido un duro competidor de nombre Leonardo DiCaprio, Pitt reivindicó su posición en la industria con ‘Troya’. Ahora con el atractivo de la madurez sobre la mesa. Y la leyenda continuó. ‘Sr. y Sra. Smith’, ‘Babel’, ‘El curioso caso de Benjamin Button’, ‘12 años de esclavitud’, ‘Guerra Mundial Z’… Según se iba engordando su filmografía eran más las generaciones que suspiraban por él. Y ahora, veinte años después, sigue siendo uno de los hombres más deseados del mundo.
Brad Pitt es consciente de ello. De que muchos se preguntan cómo lo hace para ostentar este título tan frívolo como codiciado una vez cumplidos los 60. Tanto quienes le desean como quienes sueñan con estar como él. De ahí que hace unos meses decidiese compartir con su público uno de sus secretos mejor guardados: el de la conservación.
En 2022, en colaboración con Château Besucastel, el actor lanzó su propia línea de productos cosméticos. Después de décadas negando cualquier interés hacia las rutinas de belleza (también hacia la cirugía estética), el intérprete explicó con espontaneidad y cierto desdén cómo cuida su rostro a diario. “Mi rutina es muy simple. Al levantarme me lavo la cara, me pongo el sérum de Le Domaine y termino con la crema de día. De noche hago lo mismo ¡y listo! Ese soy yo”, expresó en un vídeo que lo tenía todo para hacerse viral.
Con esto, con una buena limpieza y un sérum de 250 euros, Brad Pitt pretendió dar por zanjado el debate sobre su eterna belleza. Pero el mito ahí está. ¿De verdad se puede estar como él a los 60 con tres simples pasos que siguen la mayoría de los mortales? ¿Estamos ante una campaña de marketing magistral? ¿Qué papel juega la brujería en todo esto?
Hoy, día de su cumpleaños, estas preguntas siguen sin tener una respuesta convincente. Un éxito que nunca ha logrado ser eclipsado por los constantes y recientes escándalos familiares que dejan entrever que en la intimidad no es una persona para nada admirable. Es un ser “terrible y despreciable”, llegó a decir de él su hijo Pax. Pero el icono, por desgracia, apenas se ha visto empañado. Otro misterio más a analizar.